Empezar de nuevo...
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Empezar de nuevo...
El sol brillaba entre un vasto cielo completamente azul que terminaba en el horizonte donde se juntaba perdía entre los distintos tonos marinos del océano. Un intenso haz de luz penetraba por la cortina mal cerrada del barracón, molestando el sueño de Erik al que tocaba en plena cara. Allí descansaban en literas unos 20 reclutas, teniendo cada escuadrón su propia habitación.
Una fuerte campana retumbaba por todo el cuartel, lo propio de cada mañana, al menos por lo rápido que se levantaron y empezaron a vestir los otros reclutas a los que el joven observaba algo sorprendido, sería una especie de toque de queda, pensó, y copió los movimientos del resto poniéndose sus ropas y preparándose para empezar el duro entrenamiento. De nuevo siguiendo al rebañó, Erik salió del barracón con ánimo de situarse en formación y presentar filas ante su superior.
Una fuerte campana retumbaba por todo el cuartel, lo propio de cada mañana, al menos por lo rápido que se levantaron y empezaron a vestir los otros reclutas a los que el joven observaba algo sorprendido, sería una especie de toque de queda, pensó, y copió los movimientos del resto poniéndose sus ropas y preparándose para empezar el duro entrenamiento. De nuevo siguiendo al rebañó, Erik salió del barracón con ánimo de situarse en formación y presentar filas ante su superior.
Invitado- Invitado
Re: Empezar de nuevo...
El silencio copaba el lugar, todos firmes presentándose ante los superiores de cada escuadrón. La Capitana Mishka avanzó hacia los reclutas, pues había permanecido de pie a varios metros, y empezó a revisar su pelotón viendo que nadie faltaba, empezó el trote hacia el puerto, como parte de nuestro entrenamiento y vuelta al cuartel.
El camino era en cuesta, primero había una buena bajada, hasta llegar a nivel del mar pero luego tocaba que todos empezaran a sudar si querían subir el desnivel. Una vez volvían al cuartel, comenzaban las sesiones tácticas y combates cuerpo a cuerpo. Era importante que un grupo de personas que combate sepa moverse colectivamente, sabiendo en todo momento cual es su posición y sepa defender a los dos hombres de sus lados para que el edificio no ceda por una de sus columnas dejando débil toda la estructura. Tanto como éste, lo es el movimiento en un combate cuerpo a cuerpo, por eso los reclutas entrenaban horas y horas con espadas de madera y acero contra ellos mismos o contra monigotes. Para terminar, tenían que volver al puerto y regresar de nuevo para poder ir a descansar o tomar unas cervezas. Éste duro entrenamiento era parte de un año entero de iniciación para ser parte de la milicia de Skade.
Las semanas pasaban y el cuerpo de Erik evolucionaba hasta llegar a notarse una clara mejora en su musculación, más voluminosa y marcada que antes, además de una larga barba que no afeitaba desde que se enroló. Al mes de estar ahí, el entrenamiento cambiaba, hacían incursiones en sitios fronterizos donde aprendían a vivir al aire libre, camuflándose con la naturaleza y a saber sobrevivir. Después hacían rondas por la ciudad, encargándose de pequeños arrestos a ladronzuelos y borrachos peleones. Al cabo de medio año, todos aquellos novatos ya estaban más curtidos en los combates, eramos un buen equipo que se iba compenetrando mejor y mejor logrando ser una firme estructura.
Una carta llegó, Mishka parecía preocupada, teníamos que ir al frente, un escuadrón estaba siendo asediado por un grupo de zombies sin alma en la Plaza Mayor.
El camino era en cuesta, primero había una buena bajada, hasta llegar a nivel del mar pero luego tocaba que todos empezaran a sudar si querían subir el desnivel. Una vez volvían al cuartel, comenzaban las sesiones tácticas y combates cuerpo a cuerpo. Era importante que un grupo de personas que combate sepa moverse colectivamente, sabiendo en todo momento cual es su posición y sepa defender a los dos hombres de sus lados para que el edificio no ceda por una de sus columnas dejando débil toda la estructura. Tanto como éste, lo es el movimiento en un combate cuerpo a cuerpo, por eso los reclutas entrenaban horas y horas con espadas de madera y acero contra ellos mismos o contra monigotes. Para terminar, tenían que volver al puerto y regresar de nuevo para poder ir a descansar o tomar unas cervezas. Éste duro entrenamiento era parte de un año entero de iniciación para ser parte de la milicia de Skade.
Las semanas pasaban y el cuerpo de Erik evolucionaba hasta llegar a notarse una clara mejora en su musculación, más voluminosa y marcada que antes, además de una larga barba que no afeitaba desde que se enroló. Al mes de estar ahí, el entrenamiento cambiaba, hacían incursiones en sitios fronterizos donde aprendían a vivir al aire libre, camuflándose con la naturaleza y a saber sobrevivir. Después hacían rondas por la ciudad, encargándose de pequeños arrestos a ladronzuelos y borrachos peleones. Al cabo de medio año, todos aquellos novatos ya estaban más curtidos en los combates, eramos un buen equipo que se iba compenetrando mejor y mejor logrando ser una firme estructura.
Una carta llegó, Mishka parecía preocupada, teníamos que ir al frente, un escuadrón estaba siendo asediado por un grupo de zombies sin alma en la Plaza Mayor.
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