Suerte y Habilidad

Cuando tomó los dados en la mano y estaba a punto de tirar, frenó su mano por la implementación de aquel encapuchado que le pareció sospechoso en la entrada. A la llama del candil que adornaba la mesa donde jugaban, pudo escudriñar, aunque no con demasiada certeza sus facciones, algo curioso ya que no sabía el por qué cubría su rostro.

Tras éso zarandeó la mano un par de veces.-Bueno, espero que estén preparados.- El caballero lanzó los dados oyéndose tintinear todas sus anillas, y el crujir de las placas de sus guanteletes en la acción de abrir la mano acompañados del Tak-tak de los dados rebotando en la mesa de madera desgastada y con muescas por doquier de gente que se dedicaba a clavar los cuchillos o hacer grabados... Había relegado el cubilete sin duda a algo puramente estético en la mesa.

El miembro 'Amroth' ha efectuado la acción siguiente: Tirarda de Dados

#1 'Dado de seis caras' : 3

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#2 'Dado de seis caras' : 3

-Genial.... mi suerte apesta más que el trasero de una mula... estaba tan cerca....- Dijo el joven encapuchado... 10 buenas monedas a la bolsa del grandulón.

-Tienes suerte amigo mio. Has ganado limpiamente y yo me he quedo corto de dinero para seguir. Sé aceptar cuando debo retirarme. Aunque no me molestaría mirar un rato más. A menos que me dejen jugar por la mitad de lo estimado.- Dijo el joven amablemente. Buscó una silla y se acomodó en la mesa. Sintió el peso de su bolsa... casi vacía. Se sentó con su cerveza a medio terminar y miró los dados rodar. El bar llenaba y estaba oscurenciendo afuera. Había pasado un buen rato ya en el bar. Mirar el juego sería interesante...

El mercenario más grande mostró una gran sonrisa al observar el resultado de los dados, no parecía creérselo pues de una tajada había mas que duplicado el sueldo que había ganado en ese día y frente a las miradas y gestos de desdicha de los otros el se mostraba alegre y exultante.

-Vaya amigo, tienes suerte hoy- dijo el mercenario enjuto a su gran compañero mientras tomaba un buen trago de cerveza pues buena falta le haría...

-Si queréis bajamos las apuestas para que nuestro amigo pueda jugar- dijo el grandullón refiriéndose claramente a Ahyol- y seguimos jugando pero con 5 monedas de bronce y la banca con 3.

-Por mi bien...- dijo con dejadez el compañero del mercenario, sin duda no quería apostar mucho más porque no deseaba ver su bolsa llena al final de la noche.

-Vosotros diréis...Yo digo más de siete- el mercenario, que ya había ganado una buena cantidad de monedas, no quería arriesgarse más y optaba por el camino sencillo.

-Yo menos de siete - ahora solo quedaba que los otros dos participantes dijeran que pensaban hacer y a que apostaban, si lo hacían al final.

-Pues, si me dejan jugar... menos de 7.- Dijo el joven sacando su bolsa y sus últimas monedas. Era todo o nada. Si perdía, se quedaría totalmente en 0. Si ganaba quizá recuperase lo perdido. De todos modos, aunque perdiera siempre había formas para volver a ganar dinero... Miró alrededor, al bar. Las 5 monedas de bronze de deslizaron por la mesa hasta el centro de esta, demostrando la apuesta. Era hora de jugar.

-Muy bien, pero apostaré dos monedas ahora como mitad de cinco, y en la siguiente ronda, apostaré tres- Dijo apelando al derecho de banca; por muy versado en los juegos que fuera la mitad de cinco eran dos y medio, y como no podía partir un bronce por la mitad, decidió ésa solución.-Tú dices más de siete- Señalo con la zurda al que había ganado con anterioridad, en la cual no tenía los dados mientras que metía la mano diestra bajo la mesa, apoyándola en su rodilla para adquirir una postura más interesante al señalar- Y ustedes dos, menos de siete; sabed que si saco menos de siete, os repartiréis el lote.-

Quedado claro éso, puntualizar que el gesto de meter los dados bajo la mesa era una estratagema para hacer una lasca en la esquina de uno de los dos dados con el hierro de su guantelete. Tras dejar claras las apuestas y creer que nadie había percibido lo que había hecho -De todos modos no era muy relevante, ya que solo lo había hecho en un dado para que sacara cuatro y el otro dado podía sacar lo que le viniese en gana, o al menos ésta ronda.- Alzó la mano de los dados, la diestra, se echó hacia atrás en el taburete y lanzó los dados en la mesa.

El miembro 'Amroth' ha efectuado la acción siguiente: Tirarda de Dados

#1 'Dado de seis caras' : 2

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#2 'Dado de seis caras' : 4

La suerte ya había determinado la fortuna o desdichas para aquella ronda del juego, como habían jugado un total de cuatro personas y cada una había puesto cinco monedas, Ahyol se llevó diez monedas de bronce de una tajada (o cinco porque para jugar había tenido que poner eso de entrada).

Gajes del juego... En ocasiones se ganaba y en otras se perdía pero el caballero Amorth aun no había ganado ni una moneda por lo que se podía decir con todas las de la ley que no era su día. Fue en ese preciso instante cuando alguien, al otro lado de la taberna, gritó diciendo:

-¡Eh tu, ladrón, ven aquí que te voy a rajar de arriba a abajo! ¡Daré una moneda de oro por su cabeza!- aquella voz provenía del otro lado de la sala, al principio al joven ladrón le costó identificarla pero a los segundos consiguió identificar al individuo.

Se trataba de aquel al que le había robado una navaja y una bolsa de monedas el otro día, había puesto precio a su cabeza- toda una moneda de oro- y no se había andado por las ramas al reconocerlo... ¿Que posibilidad había de coincidir con alguien así en una ciudad tan grande como Tyriel? Casi ninguna pero la Fortuna parecía divertirse con esa clase de juegos...

¿Que harían el resto de los presentes? Por el momento todos parecían estar digiriendo la cantidad de la que hablaba el furibundo hombre... Una moneda de oro no era mucho para gente pudiente pero para las gentes que frecuentaban aquella posada era toda una fortuna, podrían vivir durante un mes entero de preocupaciones, puede que incluso más y tan solo tendrían que agarrar y llevar ante él al ladrón encapuchado.

Los dos mercenarios de la mesa miraban con otros ojos al joven... La salida estaba a medio camino del furibundo y aunque muchos no querían meterse en problemas había un par de parroquianos que, lentamente, comenzaban a llevar sus manos a sus cintos...

Entregarse no parecía una opción, luchar podría ser acertado y huir parecía lo más sensato.

-Al fin la suerte me sonrie.- Dijo alegremente el joven. Tomó las monedas, le tocaron 10 en total. Al menos no había perdido todo su dinero. Guardó las monedas en su bolsa y estaba pensando en segui apostando, cuando derrepente escuchó una voz poco familiar.

Un gran tipo corpulento le llamó ladrón. Ahyol lo reconoció a mirarlo. Era el guardia del joven noble al que hace solo 1 dia y medio le había robado una bolsa con pocas monedas y para hacerlo, primero le había robado la daga al grandulón para poder cortar la bolsa del noble sin que se diera cuenta. Justamente ese día más tarde se había enterado de la recompensa por su cabeza. La mitad de Barrio Bajo de Tyriel le habrían arrancado la cabeza a Ahyol por esa cantidad.

-Oh mieeeerda.- Tenía que pensar rápido... tenía que escapar. No podía enfrentarse a un tipo así, no por lo menos en un bar donde la mitad de los clientes acaba de obtener una razón para golpearlo y entregarselo a un tipo como él. Miró a sus acompañantes... y además vio que no tenía cómo salir.

Spoiler:

-Pues bueno... que asi sea.- El joven miró por todo el bar... dio un último trago de cerveza.

Esperó unos segundos... listo. Era un artista... siempre un artista ante todo. Un, dos, tres, cuatro... con ritmo zapateó en el suelo lentamente...

-Hora del Show.- Dijo el joven en voz muy alta y con una gran sonrisa. Miró al tipo que había ganado antes en los dados y le lanzó lo que le quedaba de cerveza en la cara para rápidamente darse la vuelta y arrojarle al otro tipo el contenedor vacío de cerveza en el rostro. Luego rápidamente se dispuso pasar por sobre la mesa y tumbarla cosa de que quienes quisieran perseguirle se retrasaran. Corrió y comenzó a empujar a la gente intentando llegar a una ventana para poder salir de aquel lugar. Si veía a algún tipo, simplemente intentaría golpearlo para que no molestase. Tenía los puños listo para cualquier cosa...

Spoiler:

El Sir tuvo la reacción instintiva de guardarse los dados en un hueco bajo el axila de su armadura con la zurda y en la misma acción, aunque con la otra mano poner la seriedad al asunto y desenvainar su espada corta sosteniéndola con la diestra, ataviado de una imponente armadura que probablemente haría retroceder a aquel que se acercarse como un resorte, si valoraba su vida. Su brazo sería suficientemente largo junto a la longitud de la hoja para apuntar de forma amenazante al cuello del encapuchado en el momento que dijo "oh mierda"-Muchos años como capitán del Margrave, y muchos reflejos casi instintivos- Y a éso se le unía el "La moneda de oro por su cabeza" y su determinante crisis monetaria en la que tendría que pagar a su escudero, como le prometió una vez en su rito de vasallaje...

Probablemente al ladronzuelo encapuchado le diera tiempo de manchar de cerveza restante al tipo ganador de dados, y darse la vuelta un instante para tirar el recipiente de la cerveza, pero cuando volvió para empujar la mesa, se encontró con dicha espada en el cuello, sumándole que ahora el caballero tenía su mano zurda, ya habiendo guardado los dados, en el mango de su cuchillo. -Lo siento chaval.- No sabía que reacción tendría en los demás ver el acero del caballero, pero probablemente se paralizase la escena, como de un momento incómodo se tratase. Los puños preparados pero ¿Incluso frente al acero? (elección de narración del master)

Spoiler:

La situación había cambiado radicalmente de un momento a otro, el oro podía hacer que los hombres más honrados se volvieran locos de atar por su brillo y, en mitad de una taberna llena de muertos de hambre, la cordura brillaría por su ausencia.

Ahyol, en una claro gesto de vanidad, dedicó unos preciados segundos a beber un poco de cerveza antes de ponerse en acción. El ladrón tenía aun su cerveza en la mano pero ahora tenía la hoja de una espada muy cerca del cuello, no había derribado aun la mesa ni había manchado a nadie con la cerveza, pero el tiempo parecía haberse detenido alrededor de los dos hombres.

Los dos mercenarios aun no había logrado reaccionar y, con la espada de Amroth desenvainado, menos parecían moverse en esos instantes. El resto de la taberna parecía permanecer en silencio aunque ninguno de los dos presentes estaba muy pendiente de ellos.

Pon un lado el asesino aun estaba sentado, con la jarra medio llena de cerveza en la mano y por el otro estaba el caballero con su espada desenfundada y, medio inclinado sobre la mesa, apuntaba al cuello de Ahyol aunque sin tocarlo.

Una situación muy tensa que no parecía que se fuera a resolver fácilmente y, para terminar de rematar aquella incomodidad, una voz grito desde el otro lado de la posada:

-¡Tu, el caballero, tráemelo y te daré esa moneda! - obviamente si resultada atrapado Ahyol sabía que no saldría con vida y, si por alguna casualidad lo conseguía, no lo haría entero...

Spoiler:

-Wow, calma amigo.- Soltó la cerveza y levantó las manos. Ahyol se encontró con el seño fruncido y una espada en el cuello... no era la primera vez de todos modos... era solo que odiaba que arruinaran una buena escena. Se notaba que el caballero no era de aqui, pues el general de la gente tenía armas cortas, lo cual hubiese permitido al joven escapar. Aún era joven, se entiende que amara el teatro...

Aún así, eso no quitaba el hecho de la situación en la que se encontraba no era para nada favorable. Ahora si que no podría correr. Con una espada tan cerca del cuello cualquier movimiento podía ser peligroso.

-Mira, ¿tienes una idea de lo que me harán esos tipos? Caballeros. Apenas tienen su oportunidad venden su honor a la primera mierda brillante que tienen enfrente. Eso si es que eres caballero. Bien, entregame y deja que me mate a golpes como una mula barata. Vamos, de todos modos ¿que vale un ladronzuelo comparado con una gran y brillante moneda de oro?.- Ahyol estaba enojado. Escena arruinada, dinero perdido e información no conseguida... para rematar la faena, una tipejo le iba a entregar al gradulón.... no era buen día.

Miraba al caballero no con fiereza, sólo con un odio ciego. No lo conocía, y e caballero no tenía idea por lo que había pasado Ahyol. Aunque digamos que el joven ladrón no estaba en un momento donde pudiese hacer muchas reflexiones. Era una situación tensa...

-Te equivocas conmigo muchacho; se de lo que son capaces las personas para librarse de su destino.- Dijo ésta frase un poco en la ambigüedad, por que realmente no sabía lo que le ocurriría realmente, era solo para él un pobre y futuro Reo que debía pagar sus crímenes, ésta vez por haber robado. Sus ropajes eran de calidad y su juventud notable; no creía que no fuese lo suficientemente "pobrecito" para tener que robar dinero para comprar su propia comida.-Claro que no era así, pero fue la impresión del caballero.-

Acercó su cuerpo al joven rodeando la mesa y siempre manteniendo la distancia de la espada con el cuello de Ahyol; luego lo rodeó quedando a su espalda, pero poniendo su espada corta en su cuello, agarrado desde atrás. Con un leve forcejeo o empujón en el hombro con su zurda en la cual tenía el cuchillo -Lo había desenvainado también- lo pondría mirando a aquel tipo que reclamaba al encapuchado y anduvo hacia él con Ahyol por delante suya. -Donde está la moneda de oro; si no me la das ahora, no me haré responsable de por donde pueda escapar éste truhán.- Dijo una vez estando a un par de metros de aquel tipo.

La posada, probablemente la mitad se desalojaría, y los más curiosos o los tan borrachos como para no ser conscientes de lo que pasaba, seguirían calentando sus asientos. Era probable que ante el escándalo, su escudero entrara a ver, ya que estaba su señor dentro.

El caballero consiguió llevar al encapuchado hasta el hombre que reclamaba su cabeza por una moneda de oro, la cual le dio rápidamente a Amroth, para que así dos subordinados suyos, que habían estado tomando unas cervezas con él, agarraran a Ahyol manteniendo dos cuchillos cerca de su cuello.

Consideraban al ladrón un tipo ágil y muy peligroso y no iban a andarse con juegos. Hecho esto el hombre que había puesto precio a su cabeza dijo:

-Gracias por tus servicios... Tan solo queremos hacer justicia- esta última palabra fue dicha con un tono muy peculiar que Amroth no logró entender- el muy rufián me robó el otro día...

Tras esto los dos grandullones y el que había puesto precio a su cabeza comenzaron a llevarse al ladrón de la taberna, agarrando bien sus brazos y vigilando sus piernas. Dejando a Amroth detrás y al resto de los parroquianos, aun boquiabiertos, que pasaron a mirar al caballero y, sobretodo, a la bolsa que contenía la hermosa moneda de oro.

Henry, el escudero de Amroth, se asomó por la puerta para ver lo que sucedía y, aunque no dijo nada, mostró una gran sonrisa al ver como su señor se llevaba toda una moneda de oro a su bolsa aunque, en el fondo, sabía que debían abandonar ese lugar porque una moneda de ese material podía costarle el cuello a cualquiera.

Ahyol estaba jodido. Totalmente jodido. El caballero lo había entregado a los hombres y estos le habían pagado la recompensa por su cabeza. Los hombres empujaron a Ahyol intentando sacarlo del bar y el joven no hacía fuerza en contra, no tenía sentido. Solo se dio vuelta y miró al caballero por ultima vez...

-Acabas de matar mis sueños y esperanzas. Sólo quiero que sepais que ya no volveré a ver la luz del día, todo por querer comer un día. Me acabais de matar caballero.- Esta última frase la dijo con otro tono, un tono de casi aceptación. Miró no con ira al caballero, sino con una mirada que Amroth no sabía reconocer como lamento o rendición. La puerta del bar estaba cerca.

-Pero el show aún debe continuar....- Pensó para sí en menos de 1 segundo. Tenía una última oportunidad. Ahyol giró la cabeza y gritó:

-OFREZCO 5 MONEDAS DE ORO A QUIEN ME LIBERE AHORA MISMO!!!.- Esperaba que al escuchar tan ridicula suma de dinero, los hombres del bar se levantaran de inmediato, pues conocía las calles y como se comportaba la gente con el dinero... era un esperanza absurda... pero se sabría aprovechar...

El miembro 'Ahyol' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de Dados

'Dado de cien caras ' : 51

-Lo que le corresponde a un ladronzuelo como tú.- Como pudo notar el muchacho encapuchado, lo de las cinco monedas de oro, habiendo sido acusado hace un momento de robar un arma y unas pocas monedas, no iba a fraguar en aquellos parroquianos. Amroth entregó al encapuchado y los dos tipos con el cuchillo lo cogieron apresado; Se guardó su moneda de oro, y aún en frente del tipo que el había dado la moneda dijo. -Para darme ésta suma de dinero, debeis tener mucho más en vuestra bolsa de oro ¿verdad?- Lo dijo en un tono exclamativo para que los parroquianos, enterándose -Ya que lo hizo con ésa intención- no se quedaran con la simple visión de una moneda de oro en la bolsa del caballero, sino de cinco, o seis en la de aquel hombre; y en cualquier caso, sería más fácil quitársela a aquel hombre, que a un caballero, que por como iba armado, parecía peligroso.

Realmente, el caballero, pensó en que iban a colocar en prisión al encapuchado por el hurto, PERO recordó las funestas palabras de Henry advirtiéndole sobre la ciudad y todas las consecuencias, todas las muertes por monedas de cobre que se habían cometido bajo su conocimiento... Así que le pareció muy extraño una moneda de oro en su bolsa por tal trabajo. Su sentido del honor se iba arremolinando en su cabeza, su inteligencia no daba para mucho; es más, le costó sacar en conclusión que probablemente lo iban a matar, pero no en un sitio público como aquel.

-¡HENRY, CIERRA LA PUERTA, ATRÁNCALA Y QUÉDATE FUERA!- Gritó el caballero con un torrente de voz jamás mostrado; su amabilidad se había ido a pique con aquel grito, enunciado como un león al que intentan quitar su territorio; pareció sacar tras largo tiempo, su verdadera personalidad amenazante de capitán del Margrave. Con el ceño fruncido clavado en el ricachón, envainó el cuchillo, cambió de mano su espada corta agarrándola con la zurda ahora -donde tenía antes el cuchillo- y apuntó con ésta misma al corazón de aquel tipo que le había dado la moneda de oro. -¿¡Que van a hacerle a ése muchacho!?- Dijo paralizando de nuevo la escena mientras con la diestra ahora libre, desenvainaba su espada bastarda de la espalda. -¡Contesta!- Insistió haciendo mella en su deshonroso corazón con el miedo que pudiera sentir ante el acero de su bastarda llamada Glabra en honor al escuadrón que capitaneó en tiempos pretéritos, que en un lugar como ése, era para temer.

Spoiler:

La situación había cambiado radicalmente, el ladrón había tenido que acudir a los engaños más desesperados para intentar que alguien le salvara la vida sin éxito para luego pasar a la completa incertidumbre sobre su destino cuando el gran caballero exiliado mostró su auténtico ser al señalar con su arma al hombre que, momentos antes, le había dado una moneda de oro.

-Yo... pensaba darle una paliza, solo eso... Me robó...¿No es justo eso? - sus palabras eran entrecortadas, sin mucha seguridad pues sin duda la imagen del caballero lo había amedrantado por completo, y hasta los dos grandullones que llevaban al ladrón habían relajado sus posturas y sus presas para prestar mas atención al caballero.

Esa forma de actuar no era nada común en la ciudad de Tyriel, no se veían muchos tipos con armaduras y menos aun se mostraban de aquella manera en público... Principalmente por que no solían pasar de aquella noche si hacían eso.

Henry, al escuchar las palabras de su señor, hizo lo que mandaron y cerró con fuerza la puerta, para evitar que nadie entrara o saliera sin su permiso y ni siquiera el posadero oso objetar nada ante Amroth.

La posada estaba en completo. silencio y nadie se movía, incluso parecía que hubiera un miedo latente por respirar.

Spoiler:

El joven estaba siendo llevado hacia lo que sería su muerte segura, hasta que se sorprendió al darse cuenta de escuchar al caballero. Todo el mundo le miraba. Sacó más armas y le pidió a alguien que cerrara la puerta. El sonido de lap uerta trancandose era como música para Ahyol. Miró al caballero, que había tomado una postra amenazante. ¿Se habría arrepentido? ¿Querría el dinero? Ahyol no tenía idea. Solo sabía que eran oportunidades que no debía desaprovechar. El silencio era eterno, los segundos era horas. El calor del bar se hacía notar. La gente se miraba entre ella, ya nadie bebía como era de esperarse. Era la oportunidad perfecta estando todos pendientes del caballero. el joven notó como ya no apretaban fuertemente sus brazos y podía escurrirse en cualquier momento.

Ahyol estuvo a punto de comenzar a zafarse pero meditó un poco. Seguía estando rodeado de 3 tipos y su único "aliado" estaba demasiado lejos... no... había que esperar... solo un poco más. Las cosas en el bar se ponían bastante tensas...

-¡Éso no es justicia!- Rugió Amroth a aquel tipo y se acercó a él colocando el filo de la espada bastarda en el cuello del hombre.- Cualquier movimiento... y será defensa propia. Entiendes por donde voy ¿No?- Dijo desarmando con la mano de la espada corta que antes le apuntaba hacia al corazón -Aún agarrando la espada, podía agarrar otras cosas, no con presteza, pero si para desenvainar armas una a una y arrojarlas al suelo-, despojándolo de cualquier arma que pudiese tener visible, y procuró dar dos toques con el plano de la espada en las botas, por si también tenía algún peligro oculto, y patear una por una las armas si las tuviese, alejándolas de él.

-Eh tú, ladronzuelo, devuélvele lo que le has robado, y ¡Ustedes!...-Refiriéndose a los que lo agarraban.-...Soltadlo de inmediato.- Esperaba que comprendieran que el patrón que poseía el dinero que les pagaba ésas acciones estaba siendo amenazado, y tampoco ayudaba la recia cara del caballero, que parecía estar dispuesto a hacer cualquier cosa con aquel ceño... Aquel ceño comparable al mismísimo acero, frío y duro acompañado de una mirada que inspiraba no demasiadas cosas agradables; tampoco las muecas en su boca forzada, ni en las venas de sus brazos y de su frente, hinchadas como si no fuera el honor el que guiara su espada, o la justicia, sino la simple furia de saber que aquellas personas eran capaces de dejar en un estado terminal de una paliza a una persona, por un hurto menor, y no pensar en el calabozo, entregándolo a la justicia- Aunque probablemente aquí la justicia no fuese una mejor opción.-

Si se efectuaba el cambio, Amroth, una vez más rugiría al sonido de -¡Éso es justicia, lavad vuestro honor!- Y hacer sentir avergonzados a aquellos que no estaban obrando correctamente; en el caso de que el ladronzuelo no tuviera las monedas que le había quitado, el mismo Amroth se las daría de su bolsillo, y aun así enunciaría el grito antes exclamado; lo único que tenía que hacer el chaval encapuchado era devolver el arma. Tras ello, trató de tirarse un farol, aunque dentro de la verdad. -Si alguien se atreve a atentar por nuestras vidas; sobre todo vos.- Dijo ensanchando el ceño y volviéndolo a fruncir clavando la mirada al ricachón. -Debéis saber que no os convendría hacerlo, sino ls consecuencias pueden ser Desastrosas.- Aprovechando el ya tenerlo acongojado hizo creer que tras él había mucho más y no solo el tipo con armadura, solitario y errante, demostrándole a los presentes dos cosas: la dominación de la situación en el reflejo de los candiles en el acero de sus armas y que al conseguir hacer éso, no era un "cualquiera" al que poder tratar como escoria.

Si le amenazaran aquellos tipos con matar al chaval, de sobra sabían que no le iba a importar un bledo, él castigaba las intenciones de las personas, no protegía a ladrones de una muerte segura, que si la mereciera de verdad, sería él mismo quien separaría su cabeza de sus hombros de llegar a ser necesario.

Spoiler:

La puerta de la taberna seguía bien cerrada por lo que Amroth pudo deducir que su escudero cumplía con corrección su orden de no meterse en la trifulca que posiblemente se saldaría con sangre... Por otro lado, el líder de aquellos matones, se quedó totalmente tieso, sin hacer movimiento alguno y totalmente amedrentado por el imponente guerrero pero, cuando este hablo de las monedas, un brillo de ambición acudió a sus maquiavélicos ojos.

-Me debe una bolsa entera de monedas de bronce y vos... si hacéis justicia... deberíais darme mi moneda...- sus palabras, nada seguras, parecían las de un hombre acabado y totalmente arrepentido. Las de una persona que parecía que había comprendido que había hecho mal y que debía enmendarlo.

Puede que Amroth hubiera cumplido su objetivo: hacer justicia y que los demás vieran el error de sus actos y, por lo tanto, no sería honorable quedarse con esa moneda pero, por otro lado, puede que aquellas palabras fueran una ruin mentira aunque no había forma de saberlo a ciencia cierta pues, en el fondo, el caballero sabía que no era honorable quedarse con esa moneda.

Cuestión diferente era que aquel hombre estuviera realmente arrepentido o no.

Los matones, por otro lado, liberaron la presa con la que tenían sujeto a Ahyol y al fin este pudo moverse con total libertad, sin temor a ser apuñalado.

Era extraño. En un lugar donde reinan los asisino y los matones se estaba llevando a cabo una situación casi civilizada. Habían pasado años desde que veia algo así. Era curioso recordar.

Los brazos de Ahyol fueron liberados y apenas fue esto este salió de entre los 3 hombres, colocándose cerca de su líder. Ahyol se paró frente a él y sacó la daga.

-Perdí el dinero. De todos modos el dinero no te lo he robado a ti.- Sacó la daga del pequeño cinto en la parte derecha de su cadera. Tomó la daga por la hoja, de lado y con fuerza, puso a daga contra el pecho de aquel hombre (No la clavó, si no que se la entregó con rudeza). -Esto es lo que a ti te pertenece. Nada más. Si tu señor quiere lo suyo de vuelta... que venga él.- Dijo el joven con tono mordaz. Ahyol se alejó de aquellos hombres y se acercó al caballero hasta que estuvo prácticamente a un palmo de distancia.

-Quizá me hayas salvado, pero tu me entregaste en primer lugar. Te esperaré detrás del bar cuando termine todo esto. Hay un par de cosas que uqiero aclarar.- Dijo en voz algo baja. Dicho esto, Ahyol fue más atrás, apartando a la gente que observaba con estupefacción. Algunos hombres se miraba y otros se susurraban, como era de esperarse. Aquellos que se sentaban en las esquinas oscuras se limitaban a mirar. Al final del pasillo, una ventana, que era el objetivo inicial del escape anteriormente frustrado. La abrió y salió del bar llegando a un callejón. Se quedaría allí hasta que el caballero viniese. No salió por la puerta por razones obvias. Ahora que todo había terminado, era hora de intercambiar palabras.

Spoiler:

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-Mi trabajo consistía en traéroslo; os lo he traído, por léxico en el contrato verbal, mi palabra y honor está impune, así que no cuestionéis mi honor, sino os veréis retado a un duelo en éste mismo instante, y en ésta misma postura.- Seguía con el aire amenazante arrastrando sus palabras en un tono de crueldad hasta casi el oido del tipo tirándose un nuevo farol, apretando un poco más su espada en su cuello, jugando con algo tan honorable como un duelo, con la vileza de usar la excusa del duelo para asesinarlo allí y ahora.

Tras éso miró a aquel tipo hasta el momento que Ahyol le devolvió la daga al hombre, entonces colocó la espada corta portada en su zurda, que se había quedado pendida de su brazo en la entrepierna de Ahyol; -Entre testículo y testículo para ser más explícito.- una vez estaba cerca atreviéndose a decir que no tenía el dinero.-Cuanto antes dejes de mentir, mejor.- Dijo refiriéndose a las monedas de la apuesta anterior que hasta ahora no había querido tener en cuenta para no añadir más leña al fuego.-Diez monedas de Bronce, es una bolsa de monedas de bronce, y es lo que estaba pidiendo ahora mismo.-

-No es cuestión de salvar tu vida o no, espero que lo comprendas de una vez.-Dijo a Ahyol pero redirigiendo su rostro hacia el primer tipo amenazado. Ambos amenazados pendían de una simple y leve retracción de su mano, como un violinista que mece el arco por las cuerdas del instrumento, en éste caso, las cuerdas vocales de ambos, ya que en caso de Ahyol por su juventud parecía no haber desarrollado del todo su voz.(No se si sabéis por donde voy.)

-Realmente quiero terminar ya con ésta escena, poned de vuestra parte de una maldita vez, por Aenor.- El caballero comenzaba a cansarse, y éso no era nada bueno, ya que la justicia a la que defendía podía ser interpretada de muchas maneras; y más en Tyriel, donde la justicia era relativa.

No enunció nada ante las palabras de Ahyol de la reunión posterior a la escenita que aún no había terminado.

Aquel caballero podría ser un hombre extranjero y podía creer realmente que lo que hacía era lo correcto pero realmente se había ganado a un gran y peligroso enemigo, al igual que Ahyol, pues tomar una moneda de oro y amenazar luego al que te la otorgó era algo que los ladrones y bandidos de la ciudad no perdonarían nunca.

-De...acuerdo- dijo el hombre que quería justicia en respuesta a las palabras del caballero, no quería luchar contra él y dejo que se llevara la razón y el dinero, al menos por el momento.

Los mercenarios se apartaron y dejaron totalmente libre al ladrón pero este no podría salir hasta que Henry, el escudero de Amroth, abriera la puerta. Ahyol tenía ahora la espada del caballero apuntando a una zona realmente importante de su cuerpo... En sus manos estaba decidir que hacía pues seguía debiendo ese dinero y podía darlo o guardarlo.

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