El gran día
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El gran día
Por fin había llegado el momento de presentarse en la mansión de aquel comerciante que le había regalado uno de los días más fructíferos de su vida. El joven que se encontraba ante la puerta de la mansión ahora era bastante diferente del que ayer tocaba en la plaza. No llevaba sombrero, sino un cabello negro que pese a su corta longitud llevaba bien repeinado. Sus harapientos ropajes habían quedado atrás al menos sólo por hoy, vistiendo ahora una casaca verde y un elegante pantalón blanco como la nieve; ambos acompañados por unas botas de color oscuro. A su espalda llevaba colgado y guardado en su funda su apreciado laúd; y en una pequeña bolsa que colgaba de su hombro diestro llevaba la flauta travesera y la ocarina.
- ¿Puedes avisar al señor de este lugar de que he llegado? - Le preguntó al guardia que se mostraba clavado como una estatua en la entrada y que al verle le miró por encima del hombre, debido a su enorme tamaño, con algo de altanería. No comprendió a que se debía aquel gesto de superioridad viniendo de un hombre que se apalancaba frente a la puerta de un hogar como un simple perro guardián, pero en fin, idiotas debía de haber en todos lados. No obstante las buenas formas y la educación no debían ser perdidas ni con el más zarrapastroso - Sino es mucha molestia, claro.
- ¿Puedes avisar al señor de este lugar de que he llegado? - Le preguntó al guardia que se mostraba clavado como una estatua en la entrada y que al verle le miró por encima del hombre, debido a su enorme tamaño, con algo de altanería. No comprendió a que se debía aquel gesto de superioridad viniendo de un hombre que se apalancaba frente a la puerta de un hogar como un simple perro guardián, pero en fin, idiotas debía de haber en todos lados. No obstante las buenas formas y la educación no debían ser perdidas ni con el más zarrapastroso - Sino es mucha molestia, claro.
Re: El gran día
El gigantón de la puerta siguió mirando durante unos segundos al escuálido trovador, escuálido para la perspectiva de un soldado que casi llegaba a los dos metros, y tras hacerse de rogar un poco dio un grito para que otro compañero suyo, apostado en el interior, avisara a los señores de la mansión.
-Espera un segundo- dijo, con poca delicadeza y con un tono rudo, sin permitir la entrada de Teyron hasta que, minutos mas tarde, apareció un hombre ataviado con lujosas ropas de un color azul claro muy vivo.
-¿Sois vos el trovador?- dijo con un tono educado pero cargado por la desconfianza, sin duda no habría sido la primera vez que alguien se intentaba colar en el interior de aquella mansión, una de las mayores de toda la Gran Villa.
La mansión, de gran tamaño, estaba rodeada por un gran muro de casi tres metros de sillares y en su entrada tenía una gran verja de hierro. Tras esta había un pequeño jardín, con alguna fuente y algún banco de piedra, así como árboles y algún que otro seto, y tras este se encontraba la mansión misma. Tres plantas de altura, más los torreones, de piedra maciza, sillares, mármol y ladrillos. Tejados a dos aguas de teja roja, amplios balcones con enredaderas y ventanas amplias con ese extraño material que a los ricos les gustaba poner en sus hogares y que llamaban vidrio.
Había visto copas, vasos y varias piezas más de vajilla fabricadas con ese material pero poder poner todas las ventanas así debía costar una fortuna, y ya no hablemos de las piedras macizas y todo lo demás...
-Espera un segundo- dijo, con poca delicadeza y con un tono rudo, sin permitir la entrada de Teyron hasta que, minutos mas tarde, apareció un hombre ataviado con lujosas ropas de un color azul claro muy vivo.
-¿Sois vos el trovador?- dijo con un tono educado pero cargado por la desconfianza, sin duda no habría sido la primera vez que alguien se intentaba colar en el interior de aquella mansión, una de las mayores de toda la Gran Villa.
La mansión, de gran tamaño, estaba rodeada por un gran muro de casi tres metros de sillares y en su entrada tenía una gran verja de hierro. Tras esta había un pequeño jardín, con alguna fuente y algún banco de piedra, así como árboles y algún que otro seto, y tras este se encontraba la mansión misma. Tres plantas de altura, más los torreones, de piedra maciza, sillares, mármol y ladrillos. Tejados a dos aguas de teja roja, amplios balcones con enredaderas y ventanas amplias con ese extraño material que a los ricos les gustaba poner en sus hogares y que llamaban vidrio.
Había visto copas, vasos y varias piezas más de vajilla fabricadas con ese material pero poder poner todas las ventanas así debía costar una fortuna, y ya no hablemos de las piedras macizas y todo lo demás...
Creador- Fecha de inscripción : 09/01/2010
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Lugar de Nacimiento : soy eterno, no nací.
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Renombre : Desconocido.
Re: El gran día
Trovador, bardo, juglar... He me aquí con muchos sobrenombres, mi señor. Podéis elegir el que más os guste. - Enunció el joven muchacho mientras realizaba una elegante reverencia, desacorde a su estatus social. Desconocía quién era este nuevo hombre que había salido a su encuentro, dudaba de que fuera un sirviente como el perro de la puerta por su lujoso atuendo, más tampoco era aquel hombre que le había escuchado tocar en la plaza... ¿Acaso el dueño de esta mansión era un hombre adinerado con otros hombres adinerados bajo su mandato? La cosa prometía, un hombre así podía convertirse en un buen negocio, y en el mejor de los casos, en el mejor de los mecenas.
Mi nombre es Teyron Wirgrem, hijo de Thylos. Más no dudo que para alguien como vos es irrelevante mi nombre. No obstante, me parecía una falta de respeto no presentarme como es debido. - Terminó por decir al mismo tiempo que finalizaba la reverencia y se incorporaba con la espalda erguida de nuevo.
Mi nombre es Teyron Wirgrem, hijo de Thylos. Más no dudo que para alguien como vos es irrelevante mi nombre. No obstante, me parecía una falta de respeto no presentarme como es debido. - Terminó por decir al mismo tiempo que finalizaba la reverencia y se incorporaba con la espalda erguida de nuevo.
Re: El gran día
El hombre ataviado con lujosas ropas al principio se mostraba desconfiado y muy poco afable pero al ver los modales del muchacho pareció complacido y, devolviendo el saludo con una leve inclinación de cabeza, respondió:
-Veo que al menos sabes un mínimo de etiqueta, eso es bueno... Allí dentro por muy bien que toques no duras mucho si no tratas a tus superiores con la debida pleitesía pero dicho esto, por favor, hacedme el favor de acompañarme- el mayordomo, pues ese parecía ser su cometido en aquella mansión, guió al muchacho por el jardín para llegar directamente al interior de la mansión por una entrada secundaria situada en el lateral, para el servicio.
Una vez dentro vio que lo habían llevado hasta lo que parecían ser unas gigantescas cocinas, no deparó mucho en los detalles de esta pero parecía que estaban preparando un suculento banquete y antes de que pudiera decir algo el mayordomo siguió hablando:
-Hoy hay una fiesta, en honor a la prometida de mi señor, compórtate y volverás a pisar este lugar, deslúmbrales con tu música y puede que te ganes algún mecenas... Hoy está aquí lo más selecto de la Gran Villa pero no estás solo, tienes competidores, así que espero que tengas algo grande guardado en esa caja- dijo refiriéndose al estuche donde guardaba su laúd aunque a Teyron empezó a extrañarle la cordialidad con la que era tratado por aquel hombre desconocido, sus motivos tendría pero le resultaban, por el momento, ajenos.
Dicho todo esto lo llevaron hasta una pequeña mesa en la que había mucha comida y bebida. Una sopa, pescado, pan, queso y una botella de vino. Nada era de gran calidad pero para Teyron aquello era todo un banquete.
-Mi señor no quiere que ninguno de los músicos toque con hambre, comed bien pero no os empachéis pues debéis estar con todas vuestras capacidades para la fiesta. Si necesitáis algo decidselo a uno de los siervos de aquí- dijo en referencia a todas las personas que trabajaban en el banquete de la mansión- y luego id por ese pasillo hasta la habitación del fondo, allí podréis practicar y afinar vuestro instrumento. ¡Ah! y, se me olvidaba, las letrinas del servicio están en la segunda habitación, a la derecha.
Dicho esto el mayordomo se marchó por la puerta del otro lado de la cocina para atender las necesidades que requerían una fiesta de ese calibre, no parecía nada estresado y hasta parecía que le gustaba hacer aquellos preparativos pero, antes de dejarlo, le dio un último aviso a Teyron:
-Si gustáis podréis pasar el resto de la velada con mis señores y sus amigos... Suerte y buen provecho.
-Veo que al menos sabes un mínimo de etiqueta, eso es bueno... Allí dentro por muy bien que toques no duras mucho si no tratas a tus superiores con la debida pleitesía pero dicho esto, por favor, hacedme el favor de acompañarme- el mayordomo, pues ese parecía ser su cometido en aquella mansión, guió al muchacho por el jardín para llegar directamente al interior de la mansión por una entrada secundaria situada en el lateral, para el servicio.
Una vez dentro vio que lo habían llevado hasta lo que parecían ser unas gigantescas cocinas, no deparó mucho en los detalles de esta pero parecía que estaban preparando un suculento banquete y antes de que pudiera decir algo el mayordomo siguió hablando:
-Hoy hay una fiesta, en honor a la prometida de mi señor, compórtate y volverás a pisar este lugar, deslúmbrales con tu música y puede que te ganes algún mecenas... Hoy está aquí lo más selecto de la Gran Villa pero no estás solo, tienes competidores, así que espero que tengas algo grande guardado en esa caja- dijo refiriéndose al estuche donde guardaba su laúd aunque a Teyron empezó a extrañarle la cordialidad con la que era tratado por aquel hombre desconocido, sus motivos tendría pero le resultaban, por el momento, ajenos.
Dicho todo esto lo llevaron hasta una pequeña mesa en la que había mucha comida y bebida. Una sopa, pescado, pan, queso y una botella de vino. Nada era de gran calidad pero para Teyron aquello era todo un banquete.
-Mi señor no quiere que ninguno de los músicos toque con hambre, comed bien pero no os empachéis pues debéis estar con todas vuestras capacidades para la fiesta. Si necesitáis algo decidselo a uno de los siervos de aquí- dijo en referencia a todas las personas que trabajaban en el banquete de la mansión- y luego id por ese pasillo hasta la habitación del fondo, allí podréis practicar y afinar vuestro instrumento. ¡Ah! y, se me olvidaba, las letrinas del servicio están en la segunda habitación, a la derecha.
Dicho esto el mayordomo se marchó por la puerta del otro lado de la cocina para atender las necesidades que requerían una fiesta de ese calibre, no parecía nada estresado y hasta parecía que le gustaba hacer aquellos preparativos pero, antes de dejarlo, le dio un último aviso a Teyron:
-Si gustáis podréis pasar el resto de la velada con mis señores y sus amigos... Suerte y buen provecho.
Creador- Fecha de inscripción : 09/01/2010
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Re: El gran día
Una sala llena de manjares y vino para un almuerzo digno... Casi se le saltaron las lágrimas al muchacho, pues aún cuando su padre vivía nunca tuvo semejante belleza a la mesa, y menos siendo todo para él. En cuanto el mayordomo se marchó no tardó en tomar asiento y comenzar a saborear uno por uno cada manjar que alcanzaba su vista. Cierto era que no debía emparcharse, como le había sugerido aquel hombrecillo que le atendió, más si pensaba darse la comilona que merecía después de tantos años comiendo pan rancio y embutidos de calidad obviable.
Esto debe ser la comida de los dioses. - Enunciaba maravillado a cada rato el músico mientras saboreaba aquello con un placer desorbitado. Para cuando terminó de llenarse bien la tripa, sus orbes de color aguamarina se posaron en la puerta que daba al pasillo que debería seguir a continuación. No podía pasar más tiempo del debido ganduleando, si quería dejarlos atónitos con su música debía prepararse bien, y aunque antes de ir allí se había encargado de afinar bien su laúd no se arriesgaría, si tenía que revisarlo antes de la actuación sería mejor que lo hiciera con tiempo.
Así pues, tras abandonar la sala y recorrer el pasillo llegó a la sala que le indicó anteriormente el mayordomo y tomó asiento, comenzando a afinar y acariciar la suave madera de su laúd con el mimo que sólo se le da a una dama.
Esto debe ser la comida de los dioses. - Enunciaba maravillado a cada rato el músico mientras saboreaba aquello con un placer desorbitado. Para cuando terminó de llenarse bien la tripa, sus orbes de color aguamarina se posaron en la puerta que daba al pasillo que debería seguir a continuación. No podía pasar más tiempo del debido ganduleando, si quería dejarlos atónitos con su música debía prepararse bien, y aunque antes de ir allí se había encargado de afinar bien su laúd no se arriesgaría, si tenía que revisarlo antes de la actuación sería mejor que lo hiciera con tiempo.
Así pues, tras abandonar la sala y recorrer el pasillo llegó a la sala que le indicó anteriormente el mayordomo y tomó asiento, comenzando a afinar y acariciar la suave madera de su laúd con el mimo que sólo se le da a una dama.
Re: El gran día
Pudo pasar, aproximadamente, una hora desde que Teyron llegó a la solitaria habitación hasta que recibió alguna muestra de atención. Durante ese tiempo afinó su instrumento y practicó su arte como mejor pudo pero cuando menos lo esperó fue interrumpido por el mayordomo que, con total tranquilidad, le dijo:
-Bueno muchacho, ya es hora de que veamos la madera de la que estás hecho, ven conmigo - y tras esto comenzó a caminar por el pasillo, las habitaciones y, en definitiva, por la mansión hasta llegar a una gran salón en el que Teyron pudo ver a una gran cantidad de invitados de alta cuna y pesada bolsa.
Había mucha bebida y comida por doquier aunque, por el momento, no sonaba música alguna pero había toda una banda dedicada, al fondo de aquel salón, a ambientar el lugar. En el centro del salón, de marmóreo suelo, no había ni mesas ni sillas (por si se arrancaba algún baile) y alrededor de este espacio estaban todas las mesas. Dos entradas, una para los invitados y otra, al fondo y semi oculta, para el servicio (por donde había entrado Teyron) eran los únicas salidas del lugar y no había, por lo que el trovador veía, chimenea alguna.
-Bueno, mi señor y su prometida están en esta sala y esperan que den lo mejor de ti...Aquí está lo mejor de la Gran Villa así que no los decepciones como los demás- aquella ultima apreciación le haría pensar al juglar que no era el primero, ni el último, en tocar- pero, por favor, toma asiento allí- dijo el mayordomo indicándole un taburete junto a la banda que tocaba, justo al fondo de la sala y a plena vista de todos.
-Bueno muchacho, ya es hora de que veamos la madera de la que estás hecho, ven conmigo - y tras esto comenzó a caminar por el pasillo, las habitaciones y, en definitiva, por la mansión hasta llegar a una gran salón en el que Teyron pudo ver a una gran cantidad de invitados de alta cuna y pesada bolsa.
Había mucha bebida y comida por doquier aunque, por el momento, no sonaba música alguna pero había toda una banda dedicada, al fondo de aquel salón, a ambientar el lugar. En el centro del salón, de marmóreo suelo, no había ni mesas ni sillas (por si se arrancaba algún baile) y alrededor de este espacio estaban todas las mesas. Dos entradas, una para los invitados y otra, al fondo y semi oculta, para el servicio (por donde había entrado Teyron) eran los únicas salidas del lugar y no había, por lo que el trovador veía, chimenea alguna.
-Bueno, mi señor y su prometida están en esta sala y esperan que den lo mejor de ti...Aquí está lo mejor de la Gran Villa así que no los decepciones como los demás- aquella ultima apreciación le haría pensar al juglar que no era el primero, ni el último, en tocar- pero, por favor, toma asiento allí- dijo el mayordomo indicándole un taburete junto a la banda que tocaba, justo al fondo de la sala y a plena vista de todos.
Creador- Fecha de inscripción : 09/01/2010
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Re: El gran día
El músico asintió a las palabras del mayordomo, dedicándole una alegre sonrisa para luego dirigirse al taburete que le había señalado. Cuanto tomó asiento empezó a extraer del estuche su laúd y a acariciar con mucho mimo su suave aunque desgastada madera. Por lo visto tendría que esperar a que le dieran la señal para tocar, ya que aquella banda que armonizaba la velada no detenía su melodía ambiental.
Acomodó su ropa y su posición sobre el asiento de forma que tuviera facilidad para llevar sus manos a los otros dos instrumentos que guardaba entre su repertorio personal, la flauta travesera y la ocarina. Mientras esperaba a la que le dieran la señal, se dedicó a hacer pequeños calentamientos con la voz y los dedos. Ambos debían ser ágiles, debían ser certeros, debían ser perfectos.
Acomodó su ropa y su posición sobre el asiento de forma que tuviera facilidad para llevar sus manos a los otros dos instrumentos que guardaba entre su repertorio personal, la flauta travesera y la ocarina. Mientras esperaba a la que le dieran la señal, se dedicó a hacer pequeños calentamientos con la voz y los dedos. Ambos debían ser ágiles, debían ser certeros, debían ser perfectos.
Re: El gran día
La banda musical, al ver sentado a Teyron y notar que finalizaba sus ejercicios de preparación, dejó de tocar. Había que esperar a la señal del anfitrión para comenzar con una nueva obra musical y esta no tardó en llegar.
-Bienvenido muchacho, espero que no me dejes en mal lugar... Yo y mi prometida defendemos tu maestría con los instrumentos así que no nos dejes en mal lugar el día de su cumpleaños que ya nos decepcionaron varios- dijo, el señor de aquella mansión, alzando una copa y con un tono de voz seguro y autoritario. No estaba en mitad de la sala pero su presencia, al hablar, se hizo notar y todo el mundo pudo verle, escucharle y nadie se atrevió a hablar a la vez que él.
Ahora todos observaban a Teyron en completo silencio, esperando a que comenzara a actuar y realmente aquel podría ser el momento más tenso y complicado de su vida ya que todo su futuro podía estar determinado por el resultado de aquella actuación, su caída su gloría serían escritas a partir de aquella noche.
-Bienvenido muchacho, espero que no me dejes en mal lugar... Yo y mi prometida defendemos tu maestría con los instrumentos así que no nos dejes en mal lugar el día de su cumpleaños que ya nos decepcionaron varios- dijo, el señor de aquella mansión, alzando una copa y con un tono de voz seguro y autoritario. No estaba en mitad de la sala pero su presencia, al hablar, se hizo notar y todo el mundo pudo verle, escucharle y nadie se atrevió a hablar a la vez que él.
Ahora todos observaban a Teyron en completo silencio, esperando a que comenzara a actuar y realmente aquel podría ser el momento más tenso y complicado de su vida ya que todo su futuro podía estar determinado por el resultado de aquella actuación, su caída su gloría serían escritas a partir de aquella noche.
Creador- Fecha de inscripción : 09/01/2010
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Re: El gran día
Milord, sólo sentiría pesar en mi corazón si mi música no os complaciera. - Enunció elegantemente el muchacho de ojos verdemar para luego observar como toda la estancia quedaba en silencio. Había llegado su momento, y se aseguraría de que todo fuera magnífico.
Así pues, la melodía empezó a inundar el lugar cuando los dedos del músico rasgaron con suavidad y determinación las cuerdas del laúd. La primera melodía hablaba sobre las legendarias batallas de Aenor en los tiempos en lo que este gobernaba en el gran valle. El sonido del laúd con los solos de ocarina armonizaban a la perfección, su voz de barítono rasgaba los corazones de los presentes mientras su canción ensartaba sus almas como la espada más afilada del gran creador. Poco a poco el público fue aprendiendo la pegadiza melodía y traqueteando aveces sobre la mesa al son de esta, aún siendo sólo con los dedos. En todos sus rostros se esbozaba una sonrisa amplia y distendida, no había mayor placer para un músico.
Debía sorprenderlos, en todos los sentidos debía ser superior a los músicos que antes hubieran conocido si es que quería obtener algo más que una buena comida y un portazo en la cara. Antes de que el público pudiera aplaudir a la primera melodía ya se le unía una segunda, esta sin embargo era una serenata romántica en la que una mujer lloraba y lamentaba la pérdida de su amado en la guerra. Expresaba cada sentimiento y pensamiento con su letra y entonaba esta vez su voz con un crescendo bajo y sosegado, una voz calmada y serena en vez de la voz fuerte y audaz que entonó en la primera canción. Quiso demostrarles con esto que no sólo podía adecuar sus instrumentos, sino que también su voz escondía registros muy variados y acordes a la obra artística que interpretara.
Cuando terminó la segunda melodía, el muchacho dejó descansar el laúd sobre uno de sus muslos y entreabrió lentamente los ojos, mirando al público con una sonrisa y esperando una reacción.
Así pues, la melodía empezó a inundar el lugar cuando los dedos del músico rasgaron con suavidad y determinación las cuerdas del laúd. La primera melodía hablaba sobre las legendarias batallas de Aenor en los tiempos en lo que este gobernaba en el gran valle. El sonido del laúd con los solos de ocarina armonizaban a la perfección, su voz de barítono rasgaba los corazones de los presentes mientras su canción ensartaba sus almas como la espada más afilada del gran creador. Poco a poco el público fue aprendiendo la pegadiza melodía y traqueteando aveces sobre la mesa al son de esta, aún siendo sólo con los dedos. En todos sus rostros se esbozaba una sonrisa amplia y distendida, no había mayor placer para un músico.
Debía sorprenderlos, en todos los sentidos debía ser superior a los músicos que antes hubieran conocido si es que quería obtener algo más que una buena comida y un portazo en la cara. Antes de que el público pudiera aplaudir a la primera melodía ya se le unía una segunda, esta sin embargo era una serenata romántica en la que una mujer lloraba y lamentaba la pérdida de su amado en la guerra. Expresaba cada sentimiento y pensamiento con su letra y entonaba esta vez su voz con un crescendo bajo y sosegado, una voz calmada y serena en vez de la voz fuerte y audaz que entonó en la primera canción. Quiso demostrarles con esto que no sólo podía adecuar sus instrumentos, sino que también su voz escondía registros muy variados y acordes a la obra artística que interpretara.
Cuando terminó la segunda melodía, el muchacho dejó descansar el laúd sobre uno de sus muslos y entreabrió lentamente los ojos, mirando al público con una sonrisa y esperando una reacción.
Re: El gran día
- Spoiler:
- Voy a llevar yo tu trama individual a partir de ahora para
hacer la repartición de narradores. Espero no te importe,
Gracias.
Tras la última nota de su instrumento, un silencio inundó la sala hasta que la última reverberación del sonido se perdiese en el más efímero pensamiento de los presentes. Diez segundos en los que al músico le dio tiempo de tragar un par de veces haciendo la incertidumbre, pero sorprendentemente, el noble sonrió levemente entrecerrando los ojos y asentó con la cabeza. Simuló la aceptación del músico con ése leve y noble gesto y acto seguido todos aplaudieron, no de una forma descontrolada; no se oían pitidos ni graznidos - ya que en ésta época el exceso del ruido en una presentación artística no daba a entender el entusiasmo del público, sino todo lo contrario.- Había tenido un buen acunamiento los acordes de Teyron, pero aún le faltaba la pubertad, adolescencia y madurez...
Había pasado la prueba de demostrar su talento, ahora, el noble se levantó de su asiento y todos fueron deteniendo sus aplausos de forma paulatina. -Has conmovido nuestros corazones muchacho, y así que ha dejado de ser para mi irrelevante vuestro nombre.- Dio dos palmadas y un sirviente con ropas similares al primero que vio Teyron apareció en pocos segundos en la sala con un manuscrito con un par de lineas, una tablilla y una pluma.- Se decía que ése noble era aficionado a la buena música, y que todos los artistas que les gustaba, los apuntaba en un registro, y por las lineas del manuscrito, Teyron iba a pasar a ser el tercero.-
-Decidme de nuevo, ¿Como os llamais? Y por dios, descansado un poco, bebed de mi vino y volved a tocar pasadas tres horas.- Cabía destacar que entre todos los espectadores, también había bellas jóvenes, aunque contadas; de verdadera hermosura que a un casanova como Teyron pudiesen atraerle cinco jóvenes; Dos en el altillo compartiendo la misma altura y aparente importancia que el noble que le dirigía la palabra, y tres más mezcladas entre veinte invitados. Una de ellas se había ruborizado especialmente con la última historia que contó, se sentaba tras el noble, el cual entre cuchicheos, Teyron podría haber escuchado que se llamaba Ser Petrus. La muchacha era de pelo cual olas de mar bravío, pero sin embargo, tan indómito y ardiente como el fuego, su tez pálida hacía acunar uno de los ojos azul marino profundo más bonitos que jamás pudiese haber visto, y su cuerpo, contados los diecisiete años, no era fácil de evadirle la mirada. Las demás, estaban dentro del canon de belleza trascendental, pero tampoco destacaban por tener exagerados atributos, o al menos es lo que parecía, eclipsados por la pelirroja.
|Narrador|- Fecha de inscripción : 29/05/2012
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