Buscando información

Era una fría mañana en la Gran Villa, aun así, el movimiento de la gente por buscar comida o bien hacer tratos para conseguir algo era el pan de cada día por aquellos lares, lloviera o nevara todo estaba en constante movimiento, ya que visto lo visto, cuando no te movías prácticamente podías estar un día sin comer ni beber. La ley de la supervivencia por llamarlo de algún modo era la que reinaba en aquellas calles mientras sus pobres ciudadanos rezaban cada día para poder llevarse como mínimo un trozo de pan a la boca y disfrutar de la poca agua que consiguieran recorrer su garganta para saciar aquella sed y sequedad de sus bocas. No obstante, los niños no parecían sufrir esto, corrían y reían mientras jugaban desconociendo en la situación que vivían, aun que quizás no tanto y esa forma de ser fuera un modo para poder sobrevivir regalando sonrisas y risas a los demás. Aun así había un lugar donde siempre había muchísimo bullicio, la posada, infinidad de personas de diferentes pintas habitaban en aquel lugar donde bebían y comían hasta terminar gordos y saciados. Entre alcohol y comida siempre flotaba en el lugar infinidad de historias sobre sus aventuras, presas o conquistas de tierras o damiselas.

Entre la multitud, un joven que vestía una larga capa azulada de cuello alta, bastante desgastada se abría paso como podía entre la gente, siempre evitando dar algún golpe brusco que pudiera desencadenar una pelea innecesaria por no decir estúpida por los aires de superioridad que se las daban la mayoría. Al llegar a la barra, el joven exhalo un largo suspiro mientras el dueño del local se acercaba a el mirándole con curiosidad para saber que clase de persona era - ¿Que va a ser joven? ¿Vino, Jabalí, cerdo...? - Pregunto el dueño acostumbrado a los típicos manjares que le exigían aquella multitud de mercenarios - No, gracias, solo un poco de pan y agua, también me gustaría ojear las ofertas de mercenarios a ser posible por favor - Dijo el joven con tranquilidad sorprendiendo al mismo dueño, el cual negó ligeramente con la cabeza dejando sobre el un montón de pergaminos de la infinidad de ofertas que podía encontrar, ojeando una por una con paciencia. Cuando el posadero le trajo el pan y el agua, el joven correspondió con la paga de 3 monedas de cobre, lo cual el hombre acepto sin decir nada mas dejando a aquel mercenario joven y aparentemente inofensivo ojear los pergaminos, mientras mordía un pequeño trozo de pan con lentitud, saboreando su sabor mientras buscaba algo en toda aquella información que le llamase la atención, descartando al momento los de asesinar o formar parte del ejercito, mirando con mayor interés las ofertas que no eran de gran importancia al igual que su paga, por ejemplo de escoltar, buscar o bien rastrear.

Spoiler:

Las noticias corrían por doquier y por todos era ya sabido que en el norte habría pronto una guerra, el Fuerte de la Sangre había perdido a su señor y no había un heredero claro y aunque aun no había bandos ni una guerra declarada estaba claro que los nobles no tardarían en alzarse en armas por la posesión de ese lugar (uno de los castillos más grandes del mundo).

Ahora muchos hablaban de ese conflicto, Zane aun no se había metido en ninguna conversación por lo que tampoco sabía gran cosa pero estaba claro que muchos caballeros y mercenarios iban hacia el norte para buscar algo de suerte bajo los estandartes de algún noble poderoso.

Zane, por otro lado, sabía que habían llegado algunos caballeros de la Orden de Aenor, los guerreros de los dioses, a la ciudad... Algunos decían que pretendían ocupar la ciudad, otros que buscaban a un criminal, otros que estaban de paso para ir al norte pero nadie tenía claro lo que ocurría.

Los pergaminos que Zane removía mostraban trabajos poco o mal pagados y con muchos riesgos... Últimamente, por los vientos de la guerra, los caminos no eran seguros y en la mayor parte esos trabajos giraban en torno a escoltar a una caravana o a un grupo de viajeros hasta tierra mas seguras en la costa o en el sur.

Había también puestos en la guardia de la Gran Villa, la ciudad en la que Zane se encontraba, pues al parecer se necesitaban hombres para mantener el orden en el asentamiento. La Gran Villa no tenía un ejercito como tal pero si una especie de cuerpo de seguridad que mantenía el orden, cobraba impuestos y, en definitiva, hacía que la ley reinara en aquellas tierras.

Si Zane aceptaba ese trabajo, en vez de escolta, tendría que ir al centro mismo de la ciudad a informarse pues, en aquel pergamino, apenas había datos.

Cogiera el trabajo que escogiera sería peligroso pues, por otro lado, cada vez había mas grupos de bárbaros que, desde los bosques y las montañas del sur, ascendían hasta las ricas tierras del Valle para saquear y robar todo lo que encontraran a su paso en pequeños grupos de bandidaje.

Si bien aquellos trozos de pan y el agua era una comida de pobres, para el joven guerrero era mas que un manjar y eso se le notaba en la cara cuando bocado a bocado una gran sonrisa de alegría se dibujaba en su cara, no había nada mejor que tener el estomago lleno con lo que fuera, mientras seguía mirando los pergaminos sin entender ni jota, por lo que este exhalo un largo suspiro cerrando sus ojos, lamentándose para sus adentros que no aprendiera a leer ni a escribir años atrás, ahora le haría bastante falta, por lo que al ver la situación del joven el tabernero se acerco a el - ¿Te puedo ayudar joven? - Pregunto muy amablemente al ver las dificultades que tenia Zane para poder leer o mas bien, intentar entender algo - Pues... Estoy buscando un trabajo de escolta, no se si sabrá de alguno - Dijo el guerrero antes de dar un leve sorbo al agua mientras observaba al dueño de la posada cruzarse de brazos mirando al techo pensativo - De hecho hay un par que conozco, uno de ellos es de escolta de bastantes días y bastante distancia, el otro no tanto, pero aun así ambos tienen sus peligros ya sabes, abundan los ladrones y bárbaros últimamente - El dueño del local hablaba mientras observaba a todos los demás mercenarios comer como perros hambrientos poniéndose como cerdos, lo cual agradeció para sus adentros que aquel joven no fuera como ellos, aun que no llamara particularmente la atención - Ya veo... ¿Y donde podría ir a informarme sobre esas misiones? - Pregunto bastante interesado mientras observaba atento a aquel hombre.

- Pues... No tiene perdida, sales de aquí y te vas al norte, pasando el gran pasaje, cuando llegues a una intersección que se divide en cuatro caminos, coge el del noreste y al cruzar unas pequeña murallas a la izquierda veras el ayuntamiento, una vez allí podrás informarte mejor sobre esos trabajos, que tengas mucha suerte muchacho - El tabernero había cogido cierto aprecio al joven por ser diferente a los demás, Zane esbozo una leve sonrisa inclinando su cabeza levemente a modo de agradecimiento para luego abandonar el local siguiendo las indicaciones de aquel hombre.

El mercenario no tardo mucho en llegar hasta el ayuntamiento de la ciudad, también conocido como el Palacio de la Villa, y era relativamente temprano pues el sol aun no había alcanzado su cenit. Las nubes apenas se veían y aunque el calor comenzaba a ser sofocante se podía decir que aquella mañana era tranquila y agradable, aunque la situación podría cambiar a partir del mediodía por las elevadas temperaturas.

El edificio, de marmolea estructura rectangular, poseía varías plantas con una azotea en lo alto y un tejado a dos aguas de tejas rojas. La entrada estaba custodiada por dos guardias y las grandes puertas de roble macizo estaban abiertas, el mercenario sabía que tenía que entrar y una vez dentro se encontraría en mitad de un gran salón.

Dicho salón, decorado con ricos tapices de motivos naturales, poseía una gran chimenea en el fondo, ahora apagada, y unas grandes escaleras en forma de T a la diestra. A la siniestra había varias puertas, todas cerradas, pero en mitad de la sala había gentes de todo tipo y clase social, era un lugar de reunión al que acudía cualquiera que buscara un trabajo o alguien que ofreciera uno.

El mercenario podría preguntar a cualquiera de los presentes, que se paseaban por la zona dialogando entre ellos, a ver si alguno podía darle un trabajo. Había, entre los presentes, algún soldado ataviado con espadas, armadura y demás pertrechos militares (buscando un posible comerciante que quisiera comprar sus servicios) y había también varios hombres vestidos con caros trajes de terciopelo, paseándose por el lugar con copas de vino tinto o sentados en algún sillón.

Ante tales lujos que veía con sus ojos, Zane no pudo evitar maravillarse por lo que observaba, todo eran lujos y había bastante gente curiosa y mezclada entre nobles, caballeros y mercenarios, pero no todo lo bueno relucía, el problema era que no sabia bien como publicitar sus servicios para que alguien le contratara, por lo que era algo mas problemático de lo que se había imaginado, por lo que decidió quedarse por los alrededores haciendo lo que todos hacían, esperar, sin darse cuenta de que se había colocado al lado del caballero que vestía su armadura y galardones de militar. Cuando el joven se percato de aquel caballero, observo todo lo que llevaba y no pudo evitar exhalar un largo suspiro negando con la cabeza, muchos galardones que presumía para seguramente impresionar a los nobles dada su experiencia este tipo de gente no eran mas que un lastre presuntuoso en el ejercito, lo cual no le extrañaría nada que fuera expulsado del que perteneciera, mucho que presumir con tan poca fuerza.

Aun que el al lado de aquel hombre no era muy llamativo y quizás no inspirara tanta confianza como lo haría el otro con sus galardones de militar, aun que tenia la esperanza de que no fuera así y que algún noble el cual muy dudosamente no se dejara guiar por las apariencias, imaginando que no tendría mucho que hacer si todos los que buscaban lo mismo que el no hacían nada en especial, aun que normalmente si no te auto-ofreces por llamarlo de algún modo, muchos pasarían de ti olímpicamente.

Dada la situación solo podría hacer una cosa, por lo que adelantándose ante todos los demás guerreros, inspiro profundamente aire y lo soltó en grito - ¡Me ofrezco para ser escolta de algún mercader o noble sin importar el peligro y la recompensa! - Dijo a grito limpio sabiendo que seguramente eso no hiciera mas que provocar las risas de los demás guerreros y algún que otro noble, pero su propuesta a diferencia de los demás ya había sido lanzada.

El grito limpió de Zane provocó sorpresa entre todos los presentes: mercenarios, caballeros, nobles, comerciantes y sirvientes. No era nada común ni normal que alguien se presentara de aquella manera y ello, como había pensado el propio Zane, provocó alguna risa, un tanto oculta, de alguno de los presentes mas ostentosos.

-Ve al mercado de los barrios bajos... Allí seguro que te dan trabajo de verdulera- dijo un caballero joven, con un marcado tono sarcástico muy burlón, que no tenía ni un solo galardón ni símbolo ostentoso pero si una lustrosa y pulcra armadura, una bonita y cara espada ricamente ornamentada con oro y un símbolo heráldico que lo delataba como un noble, posiblemente alguien de buena familia pero Zane desconocía cual podría ser porque no era experto en esos símbolos y, realmente, tampoco le prestó demasiada atención.

Ese comentario generó un estallido de risas entre casi todos los presentes, que siguieron replicando con bromas de ese estilo... Palabras como novato, aficionado y plebeyo fueron a los oídos del curtido mercenario y, casi todas las que escuchó, vinieron de aquel joven.

-Hoy día le ofrecen la entrada a este lugar a cualquiera...- continuó diciendo el caballero pero a un comerciante que había junto a él y sin preocuparse en absoluto de bajar el tono de su voz- No perdáis el tiempo con él, como bien sabéis mi noble familia siempre ha cumplido con sus deberes de forma muy piadosa y yo no seré menos. Demostrad que las viejas costumbres no se han perdido y no lo lamentaréis.

En efecto había llamado la atención pero únicamente para ser objeto de burla, lo cual no altero lo mas mínimo a Zane, lo cual esperaba que pasara, pero por los comentarios que hacia aquel hombre que ya de buenas a primeras hizo ademán de su labia, el joven permaneció en silencio durante todo lo que el hablaba, ignorando las risas y los comentarios que volaban en el aire ante tal magnitud de publicidad. Las palabras de aquel noble fueron de clara señal de soberbia y atrevimiento ante todos los que estaban allí buscando un trabajo, por lo que Zane esbozo una sarcástica sonrisa cerrando sus ojos al escuchar sus palabras

- ¿Y un guerrero como tu con esa espada de adorno que seguro que te ha costado un dineral puede ser un arma para proteger? Cierto, mantened las tradiciones de contratar a un farsante que a la primera de cambio os dejara morir y os robara el dinero, si fueras tan famosa tu familia como alegas, no estarías aquí esperando a que te contraten, ya tendrías la fama necesaria para ser buscado y no lo contrario ya que estas aquí buscando lo que todos buscamos... ¿Verdad? - Dijo Zane con puro tono sarcástico y firme mientras observaba de reojo a aquel noble el cual era obvio que ignoraba que lo fuera de hay a su modo de dirigirse hacia esa persona, para luego esbozar una sonrisa burlona dedicada a aquel guerrero - No eres mas que un farsante y un charlatán, cualquiera de aquí podría derrotarte y humillarte aquí mismo, es mas... Hasta un niño bien entrenado se bastaría solo para dejarte en ridículo.

El joven caballero se puso rojo de la irá y la rabia que comenzó a arder en su interior antes las acusadoras y denigrantes palabras del desconocido mercenario. Llevando su mano diestra a su guante siniestro se quitó este y lo lanzó contra el rostro del mercenario para decir con un tono iracundo:

-Veamos si eres tan diestro como dices, luchemos pues en la entrada de este lugar... No desearía manchar el suelo con tu sangre- dicho esto y sin mediar mayor palabra comenzó a caminar hacia la entrada del ayuntamiento bajo la atenta mirada de todos los presentes.

Tirar el guante, como bien sabía Zane, era un signo de total desprecio y toda una declaración de intenciones, si no aceptaba el duelo su reputación estaría en grave entredicho pero si perdía aquel noble demostraría que, en el fondo, aquel desconocido no valía para nada (lo cual podía ser cierto o totalmente erróneo).

Los presentes, ante esta situación, comenzaron a murmurar y a mirar al mercenario para ver como reaccionaba. Muchos comenzaban ya a salir al exterior del ayuntamiento y a formar un corro alrededor del joven noble.

Tal como esperaba, Zane había hecho enfurecer a aquel noble, lo cual hizo mas evidente las sospechas que tenia en el, el joven guerrero alzo su mano diestra atrapando el guante que le había tirado para luego suspirar negando con la cabeza al escuchar sus palabras observando como se dirigía hacia afuera. Los murmullos no tardaron en hacerse notar en la sala, por lo que exhalando un suspiro se encamino hacia las puertas, no deseaba tener que luchar pero estaba claro que no tendría otro remedio. Al llegar afuera, observo el circulo de personas que se había creado y como el noble esperaba expectante ante la puerta, por la que salio Zane con paso lento deteniéndose a varios metros de su rival, clavando sus ojos sobre los de el - Acepto el desafió... - Dijo mientras le lanzaba el guante a la cara a aquel noble.

no hizo ademan de moverse ni ponerse en guardia, simplemente se quedo inmóvil sin descubrir sus ropajes ni abrirse la capa que cubría su cuerpo por lo que el no daría el primer movimiento ya que si su rival era un farsante se dejaría guiar por la ira y atacaría primero sin pensarlo dos veces, por lo que por el momento el guerrero permanecería expectante a lo que hiciera su rival.

El noble seguía manteniendo una mirada iracunda y su tez aun seguía roja por la rabia que ardía en su interior. Al escuchar como Zane aceptaba el duelo se inclinó, levemente, hacia adelante y con una voz que intentaba sonar educada y con cierta mesura pero que no ocultaba su odio dijo:

-Mi nombre es Malthus Sartrois, demando este duelo a primera sangre - hasta que uno de los contendientes resulte herido (off: esta práctica es más usual en la época moderna pero la aplicaremos a este rol para determinar unas reglas básicas en el combate que son socialmente aceptadas)- pelearemos bajo las normas que dictan el honor así que, dado que yo solo tengo una espada, lucharemos con un arma blanca de mano, en igualdad de condiciones ¿Aceptas estos términos? Puedes elegir un padrino, si lo deseas, para que vele por que todo sea correcto.

Aquellas normas eran las normales para un duelo de aquella clase, un insulto solía acabar con un duelo a primera sangre si el insultado era un noble aunque esa reacción tampoco era muy típica ya que, en muchos casos, el noble podía usar sus privilegios para que el acusador acabara en la palestra si era un plebeyo.

La distancia normal podían ser unos cinco pasos aunque en el fondo ello no era un factor determinante en la lucha de espadas de esa clase.

El joven observo toda la escena en silencio escuchando cada una de las palabras de aquel noble, el cual se presento como Malthus Sartrois, demandando así el duelo a primera sangre, pura burocracia y costumbre de los nobles los cuales aborrecían a Zane, el solo quería un trabajo para marcharse de allí y ganar un dinero, por lo que el tal Malthus se estaba convirtiendo ya en una verdadera molestia para el.

- Mi nombre es Zane - Dijo únicamente a la par que alzaba su brazo diestro para luego cerrar su mano en torno a la empuñadura de su espada, la cual reposaba envaina a su espalda en diagonal, la cual coloco el plano de la hoja sobre su hombro posando sus ojos sobre los de aquel noble, adoptando estos una mirada tétrica y fría como si de un asesino estuviera observando a su victima, concentrado completamente en el combate - Terminemos ya con este patético duelo - Sentencio el joven de forma tajante y como no, desafiante dirigiendo esas palabras como cuchillas de hielo a los oídos del noble.

Ambos combatientes estaban a unos cinco pasos de distancia, alrededor de ambos había un espacio de otros cinco pasos y, formando un círculo casi perfecto, la gente los observaba. Aquella lucha se había convertido en todo un evento multitudinario, los mercaderes y nobles acudían a ver al mejor luchador y las personas mas humildes acudían también para ver el resultado de aquella lucha y divertirse mientras tanto.

El caballero joven había desenvainado su espada, justo tras Zane, y no portaba ningún otro tipo de arma, que se viera, pero llevaba lujosas vestiduras y, con un simple movimiento de su mano siniestra, se desabrochó su elegante capa de terciopelo carmesí.

No llevaba armadura alguna, pues no tenía en mente ir a la guerra, pero llevaba una cadena de oro y ropajes tan elegantes como su capa, y además a juego.

-Ahora te tragarás tus palabras- dicho esto alzó su espada con la mano diestra para señalar al mercenario con su punta- adelante.

Bajando levemente su espada, para que su punta mirara hacia el suelo y su filo hacia Zane, comenzó a trotar hacia el mercenario, dando un total de tres pasos (están a unos dos pasos, aproximadamente), para lanzar un tajo ascendente. Dicho tajo iría desde la izquierda hasta la derecha del mercenario y buscando alcanzar su pecho a la altura de sus costillas, de forma superficial porque no quería matarlo, para seguir en diagonal hasta llegar al hombro diestro del mercenario.

Spoiler:

El noble era joven pero luchaba a la manera tradicional, en los duelos se luchaba siempre con las espadas (o al menos eso era lo común) pero claro, siempre había excepciones para esas reglas no escritas en ninguna parte pero que todos seguían fervientemente.

Zane era una de esas excepciones, paró con su rápido movimiento de su espada el tajo que el noble le había lanzado. La fuerza del choque entre ambas armas fue similar y ninguno de los dos logró que el otro retrocediera pero Zane, mientras transcurría ese forcejeo, hizo un rápido movimiento con su mano izquierda para agarrar el cuello del joven soberbio.

Consiguió agarrar el cuello de aquel noble con su mano y apretar fuertemente para cortar su respiración. Este, al notar la ausencia de aire, echó un paso hacia atrás e intentó retrasar su pierna izquierda mientras agarraba su espada con las dos manos para ganar mayor fuerza.

Al agarrar su espada con las dos manos intentó que esta, aun trabada con la espada de Zane, se deslizara por la hoja de este hacia la punta, pero sin llegar a esta, y que la hoja del mercenario se trabara con la guarda para, así, con un simple movimiento de muñecas, pudiera cortar el brazo de Zane en un movimiento circular que iría de arriba a bajo (pues la espada del noble estaba debajo de la de Zane ya que su tajo anterior había sido ascendente).

El mercenario, con cierta dificultad, se deslizó por el lado del noble hasta situarse tras de él, esquivando así el ataque de su espada, para así dar un duro tajo con la parte roma de la espada que portaba. Aquel golpe, obviamente, no le haría daño alguno pero la velocidad y la fuerza de Zane fue tal que lo desequilibró y este tuvo que dar cuatro pasos hacia el frente y dar media vuelta para volver a encararse con el mercenario.

-Lucháis sin honor... - el noble se refería sin duda alguna al intento de estrangulación que el mercenario había llevado a cabo. Era algo impropio, indigno de caballeros y le daba al mercenario una fama poco honrosa aunque tampoco en exceso pues había cosas mucho peores como matar al adversario, usar armas ilegales, etc.

El duelo terminaría cuando se derramara sangre, debía ser una herida superficial y nada sangre pero hasta que no se viera, o hasta que uno de los contendientes se rindiera, la lucha seguiría en curso.

El noble colocó su espada formando una guardia baja, sujetando la espada con las dos manos y dirigiendo su punta hacia su lado diestro. Hecho esto cargó contra su oponente para, en el último instante, lanzar un tajo ascendente, de la diestra a la siniestra del noble, para cortar al mercería a la altura de su pecho.

El mercenario había logrado su objetivo, golpear la espalda de su rival con la parte roma de su espada desequilibrandole y así hacerle retroceder, en el ambiente se podría apreciar varios gemidos de sorpresa ante el movimiento del mercenario, mas para el propio Zane, ese ridículo combate ya había terminado en ese instante. Mantuvo su expresión seria y sombría cual asesino observando al noble y escuchando sus palabras, para luego simplemente dar un largo paso hacia atrás con su diestra seguido de su izquierda ladeando ligeramente su cuerpo haciendo que ese tajo que iba dirigido a su pecho tajara simplemente el aire.

- Se termino el combate - Dijo de forma tajante Zane con voz severa clavando sus ojos marrones sobre los del noble - Habláis de honor como si fuera algo que marcara a la persona... Escuchadme bien... El honor no se rige por normas, el verdadero y puro honor es saber cuando tu rival es superior a ti y aceptar la derrota mostrando tu respeto hacia el que te ha vencido y de hecho... En este momento si hubiera querido ya os habría derrotado con mi anterior movimiento - Siguió hablando con seriedad y severidad lanzando sus palabras como si fueran cuchillas de hielo - Y vos... Lamentablemente no estáis a mi altura, os respeto como persona y como rival, pero no os he cortado para que vos mismo vierais que no me podréis ganar y comprobarais vuestro limite ante mi... Lo siento, pero sois rival para mi, quizás en un futuro me gustaría volver a luchar contra vos en otro duelo cuando ya no seáis tan arrogante y apreciéis mas el significado del honor - Finalizo esa frase con una fría y en parte amable sonrisa en sus labios a la par que giraba sobre sus pasos.

El Mercenario caminaba con paso lento dándole la espalda al noble mientras se encaminaba hacia la multitud de gente la cual abría el circulo en una especie de pasillo para dejar paso al mercenario, no obstante, este seguía empuñando su espada, no sabia de que seria capaz aquel noble ya que sus palabras o bien lo enfurecían aun mas o lo hacían recapacitar, por lo que por si las moscas, prefirió mantenerse alerta aun mientras se alejaba lentamente.

El noble volvió a ponerse rojo de ira al escuchar las palabras de Zane pero se quedó parado y no levantó el arma contra el mientras daba su discurso y tampoco lo hizo cuando se dio la espalda... ¿Honor o sensatez? Difícil saberlo con aquel hombre pero lo cierto era que, cuando el mercenario ya estaba abandonando el lugar, aquel muchacho grito a voz tendida:

-No enmascararéis vuestra falta de ética luchando en un duelo con esas vanagloriosas palabras, os habéis ganado a un enemigo, ruin mercenario- vociferó para dar media vuelta y largarse del lugar.

Poco mas tarde, cuando ya se hubo marchado, un viejo comerciante se acercó a Zane. No era de los que vestían con mas lujos pero su rostro marcado por algunas arrugas y su falta de cabellera lo delataban como un hombre veterano en el duro arte de la compra y de la venta.

-Os habéis ganado a un buen enemigo pero bueno ¿He perdido ya con la edad mis modales? Permitid que mi presente, mi nombre es Lucali Harser y soy un humilde mercader del Wylerd que necesita de los servicios de un buen luchador.

La multitud ya no rodeaba al mercenario pero era evidente que aun era observado por muchos curiosos, gentes que en algunos casos lo observaban sin ningún prejuicio mientras que en otros lo hacían con una cargada mirada de discrepancia hacia él y sus actos. Se había convertido, queriéndolo o no, en un hombre relativamente famoso en aquella ciudad y en un hombre de grandes controversias.

Spoiler:

Los pasos de Zane se detuvieron cuando escucharon la voz del noble, manteniendo su posición de espaldas a el mientras exhalaba un largo suspiro cerrando sus ojos mientras alzaba su brazo diestro envainando su espada nuevamente a su espalda. Se disponia a abandonar la ciudad cuando un anciano dirigio unas palabras al mercenario que le llamaron la atencion deteniéndose nuevamente, este esbozo una leve sonrisa ante sus palabras inclinando ligerametne su cabeza a modo de saludo.

- Sera un placer trabajar para vos Lucali Harser, me presentare, mi nombre es Zane, respecto a ese enemigo que me he ganado... Aun que le hubiera derrotado hubiera declarado que es mi enemigo igualmente, asi que vi absurdo seguir el combate - Dijo mientras llevaba su mano diestra a su cabeza revolviendose el pelo ligeramente manteniendo la sonrisa en sus labios ahora cerrando sus ojos. Tras esto, abrio nuevamente sus ojos observando al anciano - ¿En que puedo ayudaros?

El viejo comerciante asintió al escuchar las palabras del mercenario y con gran cordialidad le fue diciendo claramente lo que deseaba de él, sin tapujos ni rodeos ni medias tintas.

-Necesito un escolta más para una de mis caravanas de mercancías, tenemos que llevar una serie de productos a la Villa la Encrucijada y necesitaremos buenas espadas para proteger los productos. Ultimamente hay muchos bandidos y ya no es nada seguro, en estos tiempos, viajar con carros repletos de cosas valiosas.

Era un trabajo típico, no tenía nada en especial pues era muy común que los comerciantes llamaran a los mercenarios para que protegieran sus productos en los trayectos por tierra y por mar. La paga solía ser por días de trabajo y no era muy buena pero el benefactor ponía la comida y la bebida así que, en el fondo, tampoco había muchos gastos aunque si el protector demostraba ser un buen luchador o si tenía cierto renombre la prima, obviamente, podía aumentar.

-Te ofrezco cinco monedas de bronce por día de trabajo y en principio estarás una semana de ida y otra de vuelta- podía negarse a volver, era algo que todos sabían y que podía decir ahora... También podía intentar subir la prima pero era bien sabido que los comerciantes eran duros de pelar en cuanto al recuento de calderilla.

El Mercenario escuchaba atentamente cada palabra de aquel comerciante, la oferta de trabajo era sencilla y la paga no es que fuera elevada, aun así le permitiría comer y beber durante un tiempo hasta que encontrara otro trabajo, solo era una semana de viaje y cierto era que los bandidos abundaban últimamente por lo que no era mala oferta para el.

- Si me lo permite pondré dos clausulas en este contrato queme ofrecéis, la primera es que solo sera de ida, no os confundáis, como bien veis, soy un vagabundo por lo que nunca suelo volver a un mismo lugar y la segunda es.... Quizás sea extraño pero no quiero que se me obligue a quitarle la vida a una persona, aun que sea un bandido, prefiero tenerles presos y inmovilizados para que la justicia de la ciudad o reino que domine la región se encargue de ellos. Si aceptáis esas dos condiciones sera un placer trabajar para vos.

Zane puso sus exigencias sobre el contrato, cierto era que una de ellas era lo mas normal pero la otra no tanto en un mercenario que se ganaba la vida con su espada, pero si bien ya había demostrado, el no era como los mercenarios que abundaban hoy en día.

El anciano comerciante se llevó su mano diestra al mentón al escuchar las condiciones del mercenario, con la primera pareció estar satisfecho pero con la segunda mostró una mueca de desacuerdo en su rostro pero, tras meditarlo unos instantes en sus adentros, concluyó diciendo:

-Bien muchacho, te pagaré por tus servicios en el viaje de ida y si hay algún percance tu te harás cargo de los... prisioneros. No quiero tener que pagar nada por tu misericordia así que todo gasto correrá de tu bolsa... ¿Entendido?

El comerciante había sido claro y preciso... Si no le daban problemas el no tendría problemas con nadie. Así de simple y complejo a la vez y en manos del mercenario Zane quedaba aceptar o no dicha oferta. Realmente tampoco era un buen trabajo, el precio era el normal o, incluso, más bajo si tantos bandidos había por la zona pero sería divertido... ¿No?

Si aceptaba tan solo tendría que estar allí al día siguiente al alba, para tomar con los demás el camino hacía la Villa la Encrucijada.

Las condiciones eran justas y apropiadas para las condiciones que había impuesto Zane, el cual únicamente asintió con un ligero cabeceo, para luego inclinar su cabeza modo de despedida - Así sera, nos veremos mañana entonces, ahora si me disculpa, debo tomar un descanso para estar mañana con fuerzas renovadas - Comento el joven Zane esbozando una sonrisa, para luego inclinar nuevamente su cabeza despidiéndose del ahora su jefe para asi dar media vuelta y alejarse.

Por milagros de la vida, consiguió una habitación en la posada donde había encontrado información donde podía dirigirse para encontrar un trabajo, por lo que la noche antes del trabajo era de agradecer un lugar como para poder descansar. Como si de un reloj biológico se tratara, Zane abrió sus ojos antes de que empezara amanecer, la oscuridad aun reinaba en las calles, ligeramente pero aun había esa oscuridad mañanera cuando este se detuvo en el mismo lugar donde habían estado hablando el y su contratista, esperándole a el o algo que le llamara la atención en aquellas silenciosas y sobretodo sombrías calles de la ciudadela.