Zona Oeste: La primera ofensiva de los zombies

- Dos arqueros y Ocho hombres con acero por grupo....- Susurró el capitán al teniente y a los pocos hombres que se acababan de acercar, agazapados contra el suelo, a la posición en vanguardia del capitán, quien permanecia igual de agazapado, resguardado por un muro derruido;

Más de un centenar de hombres permanecian ocultos tras muros, ruinas y tumulos de rocas; Habian avanzado rapido, pero al notar la presencia de los zombis, habian reducido la marcha, por orden del capitán, y avanzado hasta posicionarse frente a los zombis, a unos pocos cien metros, y esperar a su llegada.

- No podemos luchar como unidad, no con tanto obstaculo, por eso nos batiremos a decenas, fraccionando tambien a las masas zombis...- Y respecto de las masas zombis, entre los susurros nocturnos del Capitán a sus hombres sonaba una musica de fondo, primero suave, luego más arraigada, más cercana; Resoplidos, gruñidos, chillidos y otros sonidos aislados, y aterradores, de aquella masa que, ignorante, avanzaba directamente hacia los hombres escondidos.

- Nos reagruparemos solo si nos desbordan, y cuento con que no ocurrirá, somos muchos y mejores; Basta con cortar la cabeza de la serpiente, abatir a sus caudillos, para desbandar a los zombis...Ansían nuestra carne, hemos de obligarles a que el temor a nuestro acero sea superior a su hambre... - sonrio funesto el capitán habiendo zanjado sus ordenes y quedando solo en el lugar - mientras los suyos se volvian a extender la palabra en toda la linea - a la espera de que llegasen los hombres que estarian en su grupo; la vanguardia, el primero de los grupos de choque.

Tragico, el capitán sabia de lo vacio que era su anterior comentario; En los zombis ell Hambre es un sentimiento absoluto, el Miedo es un sentimiento que no existe.

La noche era fría y seca, y la luz de la luna llena iluminaba tenuemente lo que quedaba del que había sido antiguamente el Distrito Oeste de Irien; ahora sólo era un amasijo de ruinas, piedra y muerte, pero aun así su valor se había mantenido intacto a lo largo de los años. Controlar aquella zona bien valía ahora varias decenas de vidas... O de no-vidas, depende de cómo se mirase el asunto. Fuera como fuese, aquella noche las calles iban a teñirse de sangre.

Kaelos, que había avanzado entre las sombras durante todo el trayecto, oculto como un espectro a quien fuesen incapaces de detectar los soldados que junto a él marchaban, se distanció finalmente del regimiento de Zitarrosa cuando vió como echaban cuerpo a tierra, ocultos tras muros, piedras y en demás barreras "naturales". Hayai, que volaba a considerable altura, descendió a gran distancia de donde se encontraban, para luego aterrizar volando bajo, y posarse en el antebrazo de su dueño.

-Doscientos. -murmuró el montaraz, como pensando en voz alta.

Había examinado durante el viaje a la tropa de humanos, que apenas llegaban a ciento cincuenta. Aunque sabía (o más bien, esperaba) que los vivos serían más diestros que los muertos, no iba a ser una batalla fácil. Además, algo no encajaba... Dónde estaba el resto de las monstruosas huestes que había avistado hacía solo horas?

Caminando silenciosamente entre las ruinas se posicionó en el flanco izquierdo del disperso regimiento, envuelto en su capa que lo volvía prácticamente invisible, oculto tras un muro. Entonces, metió la mano en su faltriquera y extrajo un pequeño frasco, que despedía reflejos violáceos a la luz de la luna.

-Drûzna... -susurró, sonriendo.

Unas ruinas laberínticas, un mal lugar para tener que enfrentarse a una hambrienta horda de engendros no-muertos. Iba a ser una guerra de guerrillas, grupos fraccionados atacando desde esquinas, escondites... en definitiva, aprovechar los números y el terreno, que en principio parecía estar a favor de los zombies. Normalmente, la caballería caía sobre las filas de condenados como la lluvia cae sobre el suelo... pero esa vez no podía ser, y lo mejor de todo era que no podían perder la zona bajo ningún concepto.

La batalla que descansaba sobre los hombros de los soldados presentes en aquel día era muy diferente a un típico asalto frontal. Habilidad... contra números, y el teniente no tenía duda alguna de que la habilidad se alzaría con la victoria; pero incluso así... habían hechos que le confundían o le engendraban preguntas.

- Señor... -susurró cerca de Zitarrosa, casi tendido sobre el suelo, cuando este ya había impartido sus órdenes- ¿Podremos aguantarlos? Según el elfo, sus números nos superan con creces. Algo no me encaja...

Ralexion no sonó temeroso o titubeante, de hecho cualquier habría cabido esperar que este no se sorprendiera al escuchar un claro y descorazonador "no, no podremos con ellos y no piensan mandar refuerzos", sin embargo y no obstante, al joven, desde siempre, le había gustado saber y compartir opiniones, y por ende le presentaba esa dudosa cuestión a su superior.

El escuadrón de Mishka avanzaba tras el del Capitán Zitarrosa que comandaba la ofensiva. Silenciosos todos los reclutas iban tomando puestos escondidos entre columnas y muros a medio derruir que había por la zona, camuflándose entre las ruinas de la que fue la gloriosa capital de Irien. Sentados, tumbados otros de pie mantenían con vigor y fuerza sus espadas, hachas e incluso mazos esperando con nerviosismo la llegada a la zona de los zombies.

Entonces llego a voces la orden del capitán que mando a todos realizar grupos de unas 10 personas para intentar dividir a las tropas de poseídos. Entre los restos, los grupos de hombres se iban movilizando poco a poco, sin apenas generar algún ruido o movimiento para no ser descubiertos y desde la panorámica azimutal se podía apreciar como la formación inicial densificada, se iba disgregando a varias zonas distintas en las que esperaban las patrullas humanas.

Por proximidad, el grupo de Erik lo formaban: la capitana Mishka, los gemelos Tsamük, el fortachón de Tüomi, que medía más de 2 metros y parecía más un gigante o un ogro que un humano debido a su gran corpulencia, un par de arqueros que permanecían resguardados observando la llegada y con sus respectivos arcos armados para disparar en cualquier momento, Tholy, Hansur y Strum. El joven Erik se escondía detrás de un muro que parecía ser de alguna vivienda antigua que sobrevivió al asalto sufrido por la ciudad antaño. De pie, con su espada agarrada firmemente con su diestra, dejando leer la inscripción de ésta "Gloria in Valim", su mirada en el plateado y brillante acero del arma le hizo evocar recuerdos de su pasado, recordando al viejo Hamsük, su padre adoptivo asesinado posiblemente por poseídos por lo que un sentimiento de furia empezó a emanar en el recluta.

- Si la relación es dos a uno,.... - susurro el capitán al teniente - Confio en nuestras probabilidades....

- Además - explico - los poseidos quieren la plaza, no es secreto, más el acceso a ella no es esta seca rivera, es el puente al este de aqui; seran ellos los que reciban el mayor golpe, más es nuestra obligación ganar aqui pues sino estos serán un refuerzo para la horda que asalta la plaza; Que todo el refuerzo que les llegue, a los Poseidos de alli, seamos nosotros y nuestros aceros... - explico Zitarrosa de una situación mucho más elaborada que el pequeño campo de batalla frente a ellos, en una planificación a futuro que se adelantaba bastante, pero que sin duda no carecia de logica y razón.

El capitán observo como todos se posicionaban y escondian, con sus grupos, detras de algun muro, unos guijarros y él mismo, con la casi una decena de hombres que se acercaron, tomo refugio en lo que alguna vez habria sido un edificio, un almacen tal vez; Cuatro paredes, una completamente derruida, las otras en pleno proceso, el cual les permitia ocultarse completamente a la vista de los zombis que avanzaban, y ya estaban tan cerca, y atacarles por la espalda a aquellos que hubieran pasado junto a la habitación.

Arkanos se ocultó tras un pequeño muro que, por lo que podía apreciar, antiguamente había sido una vivienda bastante espaciosa.

El dolor de cabeza había remitido y en su lugar ahora se atrincheraban en el interior de Arkanos un nerviosismo y anhelo por la lucha de los que quería librarse cuanto antes. Apretó la empuñadura de su espada y apretó el escudo contra si, sus dos compañeros de batalla mas fieles.

Todo lo que le rodeaba se la antojó extramente familiar, el olor a azufre, sangre y muerte... las ruinas y las estelas de polvo que formaban retorcidas figuras en las casuales brisas que recorrían la zona... El sonido de cientos de pasos acercarse en todas direcciones; había olvidado lo que era Irien y ahora comenzaba a recordar.

Echó de menos sentir contra su espalda la de Yaiza, ella lo hacía sentirme mas seguro, sabía que si ella estaba alli no tendria que vigilar su espalda; ahora sin embargo, no tenía a nadie en que apoyarse, ahora tenía que cuidar de si mismo, porque estaba solo...

Una nueva punzada de dolor le golpeó la sien, apartando los pensamientos pesimistas, estaban en guerra, ahora lo importante era sobrevivir a toda costa, ya habria tiempo de autocompadecerse mas tarde, aferró con mas seguridad su espada y cerró los ojos, la oscuridad lo envolvia todo, ahora sus ojos ya no servían.

Tambien pensó en el capitan con pintas de fantoche, probablemente pensara que era un crio, un novato que no sabía lo que era la guerra, pero lo que desconocía es que el tambien había luchado en Irien durante muchos años, el tambien era un guerrero y para desmotrarselo sobreviviría; una idea comenzó a formarse en al cabeza de Arkanos y este no pudo evitar sonreir, si, cuando esta batalla acabase la llevaría acabo.

El Capitán levanto el brazo derecho, sus intenciones eran dos, primero dar una orden - y los aludidos lo sabian, pues reaccionaron; Dos jovenes de su grupo, con silenciosos y cuidadosos movimientos, levantaron sus arcos y comenzaron a tensar las cuerdas. Y segundo, actuar él mismo, pues este brazo derecho esgrimia una daga, pequeña y ligera, pero afilada, arrojadiza; Y cumpliria su proposito.

Los zombis, varios de ellos, se detuvieron, pues escucharon el tensar de unos arcos, y el tintinear de algunas armaduras, más cuando percibieron esto, ya era tarde; Los tres proyectiles volaban hacia sus espaldas, incrustandose el primero, la daga arrojadiza, en la nuca de uno de estos, cercanando el control de su cabeza sobre su cuerpo; las dos flechas volaron detras buscando victimizar a otros dos zombis.

Y así empezaba aquella fiesta, aquel baile de aceros, flechas, sangre y muerte, cuando el resto de los zombis se giraron para encarar a los atacantes, estos estaban ya con sus aceros desenfundados y con el impetu de lanzarse a la carga; El capitán no sofrenaria a sus jovenes, de hecho, les guiaría.

Zitarrosa corrio hacia la masa de zombis, esgrimiendo su espada ropera con la diestra y la daga vizcaina con la siniestra, buscando cuellos y cabezas, las partes más vulnerables de los zombis.

Sólo debíamos esperar, esas eran las claras consignas, y ante el clamor que se empezó a oír en la ruinas, el espectáculo había comenzado, a ver cuánto tiempo conseguirían aguantar los hombres delanteros o mejor dicho cuánto tiempo tardarían los zombies en llegar a esas posiciones traseras. El joven buscó con su mirada a sus compañeros, ¿estarían ansiosos como él para empezar la contienda? El mayor de ellos, el gigantón aguardaba con una extraña sonrisa demoníaca en su rostro, cosa que contradecía las expresiones del resto de reclutas que divisaban en el horizonte una polvareda y unos gritos que les atemorizaban, el ruido del acero motivaba al 'monstruo' al menos eso parecía.

Por su parte la Capitana Mishka aguardaba en la delantera del grupo, esperando el momento adecuado para dar las órdenes pertinentes si llegaban los poseídos por la zona. Su expresión era tensa, se la veía involucrada en la contienda, como si realmente sintiera cada golpe que recibía un humano y con rabia devolviese cada uno recibido por un zombie. Eso refortaleció al joven que se acercó a su derecha con sigilo para prepararse para la llegada. Mishka notó los movimientos de Erik y mirándolo con una leve sonrisa, para después dirigirse al grupo:

- Son más pero nosotros mejores, son seres sin sentimiento pero nosotros tampoco tendremos miramentos, sé que teméis a la muerte pero nuestra raza se caracteriza por tener el valor necesario en las situaciones más extremas, nuestra unión les debilitará, nuestras espadas les destrozaran, nuestros filos les darán lo que tanto ansían: la muerte! - la arenga pareció motivar a los presentes, sería el tono de la capitana que fue en aumento o la confianza con la que pronunció el discurso, pero todos los presentes agarraban ahora con más fuerza sus armas, sus rostros no eran tan pesimistas y se notaba su furia en las miradas.

Arkanos comenzó como los primeros zombies hacien su aparición. Cinco lastimeros cuerpos desollados se dirigian hacia el con paso calmado, al parecer ninguno de ellos tenían prisa, lastima... el si la tenía.

Soltó un largo suspiro y le lanzó una sonrisa a los zombies.

-Sencillamente perfecto... cinco zombies para mi solo-

Susurró para si e inició la carga, no tenía ningun plan, simplemente estaba improvisando.

Arkanos corrió hacia el grupo de zombies con determinación y, justo antes de chocar contra loz zombies, lanzó una estocada adelantando la pierna derecha y lanzando la hoja hacía delante paralela a esta dejando el el brazo izquierdo con el escudo atras. La espada se undío en el pecho del zombie sin mucha dificultad.
Entonces, Arkanos flexionó la pierna derecha y levantó la izquierda, girando sobre si mismo y describiendo un circulo completo con espada y escudo hasta acabar denuevo en la posición inicial; el objetivo de este movimiento era, en primer lugar, derribar al zombie de su izquierda con el escudo y tajar al de su derecha con la espada, y en segundo, alejar lo suficiente a los zombies como para poder replegarse un par de pasos.

Los zombies se acercaban, la batalla no tardaría en tomar inicio. El teniente mantenía su calmada y aparentemente fiable actitud de siempre, aspirando e inspirando el cargado aire de la zona, todo ello con lentitud, para calmar el espíritu y la mente. Su mirada estaba perdida, pero el gesto de Zitarrosa entró dentro de su entendimiento, como demostró al llevar con presta ligereza la mano sobre la empuñadura de su histórica espada.

Podría haberse sumado al ataque a distancia, pero Ralexion prefirió guardarse las flechas para cuando las necesitara realmente, ya que el grupo contaba por defecto con la cantidad de arqueros que el capitán deseaba. Los proyectiles volaron; era hora de que hablaran las armas.

Sus ojos recobraron el brillo en un solo segundo, como una reacción refleja y natural. Se irguió a la par que desenfundaba la hoja que componía su arma, de considerable longitud. Siguiendo la estela de su superior, se lanzó de cara a la batalla, sosteniendo la reliquia de los Kidbudd con ambas manos, y descargando precisos golpes sobre los zombies, que no eran más que inútiles sacos de carne si se enfrentaban a un soldado experimentado.

Las extremidades y la sangre volaban; el joven hacía todo lo posible por mantener su férrea concentración de batalla arriba, atento a todo lo que sus ojos podían ver.

Los ojos claros del montaraz seguían fijos en algun punto de las ruinas que se extendían ante él, entre las cuales decenas de sombras se movían silenciosa e inexorablemente; desperdicios y vísceras podridas a los cuales se les había concedido la capacidad de moverse, y alimentarse.

Ni mucho menos merecían ser tachados de rivales, no. Mientras veía como la ingente masa de no-muertos penetraba en el perímetro donde los soldados se habían desplegado, ocultos, cerró aquel frasco de color púrpura y lo guardó de nuevo en su faltriquera. Ahora estaba realmente preparado para la batalla, pues disponía del favor de los Tinehtelë. Drûzna era el nombre de un tipo de serpiente que sólo podía encontrarse en las profundidades del Bosque Negro, una variedad característica por sus escamas de color blanco... y su veneno paralizante.

El silvido de las flechas volando y clavandose en la carne muerta, el rechinar de los aceros desnudándose, los gritos y los golpes, anunciaron al joven montaraz que era hora de actuar. Desde su privilegiada posición observó como el grupo del Capitán, en el que también estaba su segundo al mando, entablaba combate contra un puñado de zombis. Nada problemático para Zitarrosa, se dijo el elfo, que se concentró en quien de verdad le importaba.

De un salto, trepó encima de la pared de ruinas que le servía de cobertura, oteando el laberíntico campo de batalla; buscaba ávidamente al paladín enemigo, un rival mucho más digno que sus descerebrados sirvientes...

Y es que los Tinehtelë eran guardabosques y eruditos... Pero también asesinos entrenados desde su más tierna juventud.

El capitán, poco intimidado por los Zombis, levanto ambos sus brazos y los extendio, y mientras giraba en su sitio, marcaba un lento pero letal radio de acción; una circunsferencia de casi dos metros, entre el largo de la ropera y el brazo del capitán, triste destino para el zombi que superase el area de acción del capitán; Más este sabia que tampoco ellos estarian intimidados por el capitán.

Y sin esperar a comprobar si los no-muertos se atreverian a penetrar el area o no, el Capitán ataco; Bajo su brazo siniestro, con el cual, sin soltar la vizcaina, tomo uno de los bordes de su capa para luego, en un rapido movimiento, girarse 180º grados mientras levantaba esta, usandola como pantalla contra dos de los zombis que tendrian su rango de visión entorpecido por la pesada capa mientras, en el mismo impulso del giro, el capitán dirigia su acero más largo contra el tercer zombi; Buscando decapitarle con la ropera y deshaciendose así de uno de sus oponentes.

El objetivo, ademas de decapitar al bastardo, era romper el circulo y enfrentar a los oponentes desde un solo frente; Y con el exito de un primer tajo el Capitán pudo escapar de tal posicionandose donde antes estaba el zombi; Y desde alli Enfrentar a ambos zombis con elegantes y asesinos tajos y estocadas de ambos aceros...

Lamentablemente, aún, no podia ganarse un respiro para observar la situación y ver la situación general, más ya se preguntaba cuando las tropas de Mishka asaltarian a los Zombis en un revitalizado contraataque, con el cual alivianarían a las fuerzas del Capitán.

El teniente impactó a una de las criaturas, dándole fin a su herética existencia; un acto de misericordia a ojos de Ralexion. Sus entrañas se esparcieron por el ruinoso suelo, y la hoja del guerrero quedó manchada con su sangre. El zombie cayó como un pesado saco privado de un laborioso que cargara con él, pero todavía quedaban engendros con los que combatir.

Sus "hermanos" de festín querían abalanzarse sobre el segundo al mando, pero este no estaba dispuesto a dejar que aquellas hediondas cáscaras de lo que antaño fueron le tocaran. Mantuvo en alto su espada, y llevó a cabo un implacable tajo horizontal; todo zombie que no lo esquivara terminaría casi partido por la mitad por la altura de la cintura, y el que hiciera se vería obligado a mantener las distancias entre él y el humano, o al menos esa era la idea.

- Vamos, malditos sacos de carne... queréis comerme, y yo quiero destriparos... ¿váis a mover ficha?

-Maldito cobarde... -maldijo entre dientes el montaraz cuando, por más que buscó, no halló en lugar alguno al paladín enemigo.

Aquel saco de hojalata, que de seguro estaría embutido en una gruesa armadura, práctica común entre los torpes guerreros poseídos, no parecía confiar siquiera en la protección de ésta y prefería no mostrarse. Kaelos chasqueó la lengua, molesto. El sonido de la inminente batalla se acrecentaba a su alrededor, y allí, subido en la pared medio derruida, pudo ver como los zombis iban ganando terreno. Zitarrosa y sus soldados estaban cada vez más dispersos, el regimiento de la retaguardia se mantenía impasible y el solitario humano del escudo estaba siendo apabullado por tres no-muertos. Un escalofrío le recorrió el espinazo al mirar a aquel hombre... Había algo, algo malo en él, que no inspiraba confianza alguna en Kaelos...

Pero tenía que decidir; y rápido. Ayudar a Zitarrosa, con el cual estaba en deuda, al humano solitario, o seguir en su empeño de asesinar al paladín enemigo. Difícil elección se le planteaba.


Con un chirriante graznido, que reverberó entre los callejones de aquel laberinto de ruinas y destrozos, el halcón plateado batió con fuerza sus alas y se elevó a toda velocidad. Planeó un momento, y luego despareció en el cielo nocturno. Él se encargaría, en lugar de su amo, de buscar al comandante poseído.

El agudo sonido emitido por el pájaro fue secundado por un silvido mucho más leve e imperceptible, pues una flecha, blanca como un lucero, acababa de ser disparada directa a la espalda de uno de los no-muertos que acosaban a Zitarrosa y su Segundo. El origen de ésta podría dificilmente ser reconocido, mas no la posición de su emisor, que nada más dispara la saeta, se había movido sigilosamente entre las sombras para posicionarse agazapado en otro escondite. Una vez allí, Kaelos dispararía otro nuevo proyectil a un segundo zombi, repitiendo la maniobra cuantas veces fuera capaz.

Arkanos se vió afectado en, lo que el creia que era, un subidón de adrenalina durante la carrera, se sentía vigoroso y vital, la espada y el escudo, quizá por la costumbre o quizá por la exitación de la batalla se le antojaban muy livianos.

Casi sin darse cuenta se encontró con la espada incrustada dos palmos en el pecho del maltrecho zombie, no recordaba la carrera ni haber llegado hasta el combate pero no se detuvo en divagaciones inutiles; se preparó para su siguiente golpe, sin embargo no alcanzó a ver como un zombie se lanzaba contra el, sintió unos frios dedos asirle el brazo y un punzante dolor cuando los podridos dientes del zombie se le clavaban en el brazo.

Profirió un gruñido de dolor y giró la cabeza para ver al ser aferrado a su brazo. Sin pensarlo muy detenidamente, levantó su brazo izquierdo y tiró del zombie hacia si con el derecho, descargando un brutal golpe con el escudo contra la cabeza del zombie.
Este soltó el brazo de Arkanos dando un paso hacia atras, el escudo había abierto una brecha en la cabeza del pobre desdichado y Arkanos había podido comprobar lo blando y fragiles que se habían vuelto sus huesos, la cabeza del zombie se había hundido parcialmente por un lado dejando al aire un colgajo de carne rojizo.

-¿Te a gustado?, Pues ten, ¡Aqui tienes el postre!-

Gritó Arkanos al zombie al tiempo que le lanzaba un tajo a la cabeza. El tajo cortó en limpio las mejilas, o mas bien lo que quedaba de ellas, del zombie y la mandibula inferior cayó hacia abajo formando un angulo de 90 grados con su craneo. Arkanos podía ver toda la dentadura del zombie, manchada de su propia sangre, al igual que podia ver su garganta hasta la campanilla, nada agradable sin duda.

Arkanos retrocedío unos pasos hasta una distancia segura e inspeccionó la herida, el zombie se las había arreglado para morder entre las ataduras de los protectores... ¿Alfinal los zombies tenían capacidad para aprender?, lo dudaba, seguramente fuese suerte.
El humano contempló su brazo y como dos finas lineas de sangre caían hasta su codo y goteaban dejando pequeños puntos rojizos entre el polvo de las ruinas. Apartó la vista de la herida con un gesto de ascó dirigió su mirada hacia los zombies.

Estos seguían con su lenta pero inexorable carga, la situación requería de un cambio de tactica, si atacaba al centro los zombies lo rodearían, asi pues, lo mas inteligente sería atacar a un flanco y por eso... Arkanos volvió a cargar contra el zombie del centro.
En el ultimo momento había decidido que, atacara donde atacara, los zombies acabarían por rodearlo, asi que sería rapido, y los eliminaría uno a uno.

Arkanos cargó contra el centro de la formación y, aprovechando que los zombies carecian de armas, saltó sobre esta golpeando al zombie del centro con el escudo a fin de apartarlo; su intención era atravesar la ''formación'' de los zombies. Ahora se encontraría en la retaguardia y podria asestar un par de rapida estocadas a las nucas de los zombies.

Aquella blanca flecha no era anonima y el capitán sabia de su portador; Podria haberse ofendido, reclamar el insulto de ser interrumpido y asistido en una acción sin honor pero el Capitán era más maduro, más veterano, que ello, sabia que una muerte era una muerte, un zombi menos era un zombi menos y los conceptos de Orgullo y Honor quedaban fuera del paradigma de la guerra contra el Mal.

Como Capitán era su deber y obligación anteponer la integridad fisica de los suyos antes de la propia, especialmente del mas prometedor de aquellos, su teniente, y aunque diestro y prometedor, estaba en apuros, pudo descubrir el capitán en un vistazo de reojo; Más él mismo estaba en apuros, con la cantidad de zombis que llegaban...

Era hora de actuar, de Contraatacar. Él y los suyos habian resistido a la oleada de Zombis bien, pero ahora restaba que una carga de humanos descansados, las fuerzas de la capitána, irrumpiesen en el combate para abatir a los distraidos Zombis, Zitarrosa tenia que llamar a la Capitana.

Y para tener exito en estas dos empresas, asistir al teniente y llamar a la capitana, el Capitán hizo lo siguiente.

Con un agil salto hacia atras se alejo del rango de acción de los zombis que venian a por él, regalandole unos segundos de acción que utilizo para lanzar su preciada daga vizcaina hacia uno de los Zombis, aquel que estaba aferrado al muslo del Teniente; La vizcaina no era un arma arrojadiza, pero era pequeña y el capitán era diestro, ademas la distancia que le separaba del zombi era minima, atravesarle el corazón no parecia una tarea demasiado epica dado aquello y la Vizcaina volo rauda.

Y entonces quedo solo la Ropera, empuñada con su diestra, firme y peligrosa; Un par de tajos preventivos sobre los Zombis (Que gestarian heridas o amputaciones si estos se lanzaban a por él) le permitio, con su mano libre, buscar en el costado de su cintura para encontrar un familiar y nuevo objeto; El Cuerno del Poseido.

Un cuerno, antes ornamenta de una armadura pero ahora herramienta musical del capitán que serviria para despertar la alarma, despertar a Mishka y los suyos; Cuando tuvo un respiro de los zombis, el Capitán lanzo el cuerno a uno de sus arqueros con obvias intenciones, para luego volverse a su combate.

Mientras Zitarrosa cargaba contra los zombis con su ropera, empuñandola con ambas manos y realizando tajos y estocadas tales que ademas de dañar zombis, le defendieran a él de intentos de mordeduras o apreciones, escucho el seco y potente sonido del cuerno de batalla, que innundo todo el campo.

Sono una vez.

Sono una segunda vez.

Sono una tercera vez.

Y entonces el arquero bajo la herramienta para volver a su arma.

- A mí, Hijos de Irien!!! - Rugio en su carga el capitán, siguiendo el sonido del cuerno, con una clara intención; Atraerles a todos a él, tanto a los hambrientos zombis y poseidos, como a sus propios hombres (Que podian sentirse aludidos con el mote de hijos de irien) quienes debian ahora moverse y reagruparse; El objetivo estaba cumplido, los Zombis habian sido atraidos, toda la horda se habia concentrado en la escasa y debil linea del capitán, si esta linea ahora formaba un circulo y se agrupaba, los Zombis, en su afan de rodearles, descuidarian todos sus francos y por ende, la llegada de la Capitana y los refuerzos.

A pesar de que vió como una de sus flechas, blancas y por tanto inconfundibles, atravesaba el cráneo de un zombi con renovada precisión, Kaelos no sonrió. No dió muestras de júbilo. No tenía tiempo, pues la horda de muertos vivientes se abalanzaba, más voraz que nunca, sobre los soldados que, fragmentados y divididos, trataban desesperadamente de contener su avance.

Respiró hondo una segunda vez, mientras se llevaba el arco, tenso con una nueva flecha tan blanca y pura como la primera. Apuntó directamente al pecho de un no-muerto que se acercaba a Zitarrosa por la espalda, mientras éste trataba de liberar a su segundo al mando, que había caído presa de los monstruosos sirvientes. Exhaló todo el aire de sus pulmones, y con un chasquido, la flecha voló rauda hacia su destino.

Sin esperar al resultado del disparo, el montaraz se echó el arco a la espalda, avanzando con un par de saltos entre los escombros para acercarse a donde se encontraban el capitán y sus hombres. Echó mano a los katares que le colgaban del cinto, empuñándolos con firmeza mientras subía de un salto a un trozo de escombros, para luego propulsarse dando un salto aun mayor. El filo de sus exóticas armas refulgió con un tono dorado un momento, mientras Kaelos trataba de caer sobre otro de los zombis que acosaban a sus "aliados", clavándole ambas armas en el pecho.

Se levantó rápidamente, lanzando furtivas miradas a Zitarrosa y el Teniente, mientras se concentraba en los enemigos que iban rodeándolos. Escuchó entonces un sonido grave, que se extendió con potencia entre las ruinas... Un reclamo, reclamo para los hombres que aun no estaban en batalla.

-Estos condenados no se acaban nunca. -musitó el elfo, mientras se lanzaba a por otro enemigo buscando tajarle la garganta con sus katares.

Iba pasando el tiempo, y los miembros del 27 escuadrón de Thordraim escuchaban atemorizados los gritos de la batalla, la mayor parte eran reclutas, novatos de este mismo año que habían tenido alguna batalla menor contra asaltantes, alguno con suerte habría matado a un maleante o asesino sintiendo el 'placer' de terminar con una vida. Simplemente tenían la experiencia táctica y técnica de 6 duros meses de entrenamientos en el cuartel y alrededores de la gran capital.

Era el caso de Erik, quien sabía toda la teoría, incluso la práctica pero le faltaba la experiencia de una batalla real, donde la vida pende de un hilo que debes mantener siempre agarrado. Los gritos cesaron, durante unos instantes, de oírse, al menos de ser los protagonistas, para pasarle el relevo al sonido del cuerno del Capitán Zitarrosa. Mishka levantó la cabeza, visualizando de donde provenía el sonido, pero al oír las inconfundibles palabras del Capitán, ésta se avalanzó, saliendo de su escondite para gritar a todo el escuadrón un avance de sus filas y realizar la embestida. El ataque debía ser debastador, arrasar todo a su paso, intentando causar el mayor número de bajas al enemigo.

- Escuadrón, al frente! Terminad con todos! - finalizadas sus palabras alzaba su espada al viento bien sujeta con firmeza para empezar el embite

Ella encabezaba el grupo, que pasaba de los disgregados círculos, a un homogéneo ejército que avanzaba a medio trotar por las ruinas en dirección al Capitán Zitarrosa, con el objetivo de terminar con todo ser no muerto.

Erik por su parte, siguió al lado de Mishka, a su retaguardia, con su espada agarrada firmemente con su diestra, avanzaban entre columnas y muros derruidos, viendo a pocos metros que empezaban a verse varios zombies disgregados avalanzándose como tontos hacia el sonido del cuerno y las palabras de Zitarrosa, atraídos como un alcohólico a una cerveza. El primer obstáculo cayó a manos de la Capitana que lanzó un tajo velozmente dejando sin cabeza al zombie. Pero otros le proseguían con lo que al divisar uno a su derecha el joven se para observándole y lanzando una fuerte estocada en el torax del no-muerto.

El problema de luchar contra aquellas bestias era su inclemencia a la hora de batallar. No serían más que sacos de carne, pero lo suficientemente insistentes como para recibir golpes o terminar partidos por la mitad hasta que el soldado que se enfrenta a ellos necesita recuperar el aliento unos instantes, momento que aprovechaban para asaltar a Kidbudd como hicieron.

El teniente pudo sentir tanto los mordiscos a sus costados, como la fracasada presa de un tercer zombie a su espalda. El dolor era punzante, aunque nada de lo que un soldado experimentado y fresco debiera de preocuparse. Con gran afán, Ralexion luchó por librarse a base de golpes y empujones, ignorando sus sangrantes heridas.

En cuanto tuvo oportunidad, alzó su espada, usando para esto una única mano, y la enarboló buscando atravesar la cabeza del cadáver que roía su brazo izquierdo. Gracias a la intervención a su favor por parte del capitán, que el teniente ya le agradecería más tarde, solo quedaba el zombie que lo agarraba por la espalda.

Su siniestra buscó la modesta daga que descansaba en el cinto del soldado, junto a la vaina de la hoja familiar. En apenas segundos dió con ella, para acto seguido clavarla con firmeza en el costado del no-muerto, siguiendo el ataque con un potente cabezazo echando su cabeza hacia atrás. Si esto era suficiente como para que su enemigo le soltara, el joven se giraría sobre sus talones con rapidez, para decapitar al monstruo en el proceso con su espada.

Ya libre, el teniente enfundó la daga, y sacó del cadáver de uno de los zombies la ya conocida Vizcanaina de su capitán. Rugió con fuerza, a la par que cargaba en pos de Zitarrosa y su llamada, pero totalmente dispuesto a llevarse por delante a cualquier zombie que se metiera en su camino.

Off: He dado por sentado algunos hechos (como la muerte del zombie que nuestro amado Zitarrosa quería quitarme de encima) al no tener aún veredicto del Creador, que él decida, y no se tome ninguna parte de mi post como dada por sentada porque yo lo valgo xD

Arkanos observó la situación, mantenía su espalda pegada al muro mientras veía como los zombies formaban un semicirculo cada vez mas cerrado.

Sentía la ardiente necesidad de seguir moviendose, pero antes debía reflexionar, debía romper la formación y tomar una posición mas favorable.

-¿Que hago?- Musitó para si, su voz tenia un deje notable de nerviosismo.

La herida del brazo comenzaba a palpitarle, enviando pequeñas punzadas de dolor, soportables, pero desquiciablemente molestas que hacía que le costara mas trabajo decidir donde centrar su ataque.
Entonces fijó su vista en el ultimo zombie de la derecha y se le ocurrió una idea. Cargó contra el zombie de la derecha, sintiendo un pequeño alivio al satisfacer la necesidad de ejercicio, sus musculos habían comenzado a antojarseles pesados y tensos al parar, pero ahora denuevo se sentía ligero, denuevo se sentía vivaz.
Una vez estuvo junto al zombie, como si de una finta se tratase, adelantó su pie izquierdo y giró sobre si mismo, agachandose a fin de evitar el brazo del zombie.
De este modo, situaría en el flanco derecho, formando una linea mas o menos recta entre el y los zombies, pudiendo encararlos de uno en uno, lanzndo tajos buscando el cuello o la cabeza de los zombies.

La valiosa vizcaína del Capitán Zitarrosa se clavó en mitad del pecho de uno de los zombis haciendo que este cayera muerto tras los pies del Capitán, el cual ya corría hacia la posición del teniente Ralexion.

Con un rápido movimiento le lanzó el cuerno del poseído a uno de los arqueros, el cual llamó al resto del batallón, mientras que Zitarrosa se lanzaba para ayudar a su teniente.

Lanzó un primer tajo hacia el cuerpo del zombi que estaba agarrado a la pierna de Ralexion, este golpe lo hirio gravemente pero era tal el ansia del no-muerto por devorar al vivo que logró sobrevivir a la herida para morder al teniente fuertemente en otro punto de su muslo, pero no pudo hacer mucho mas pues fue decapitado instantes mas tarde...

Los llamados a los hijos de Irien se sucedieron en esos momentos.

El zombi de la vizcaína estaba a una bonita y respetable distancia, no grande pero si respetable por lo que cuando Ralexion respondio a los zombis este no sabía siquiera que su Capitán había lanzado una de sus armas.

Respondio, eso si, fieramente al atravesar con su espada a uno de los zombis que aun tenía sus dientes clavados en su fuerte brazo... Y aunque lograron pues matar al zombi de la pierna y al del brazo nada pudieron hacer con el de la presa por lo que este clavó sus colmillos en mitad del hombro diestro del teniente... Caudandole una nueva aunque no muy profunda herida, pero el festín acabó ahí pues un soldado del lugar se lanzó para salvar a su superior tajando al no-muerto por la espalda y acabando con su desdichada existencia de aquella manera.

Ambos oficiales pudieron observar la batalla, la cual era un caos total, y vieron como los soldados habían acudido al llamado pero estaban desorganizados, heridos y debilitados. Los zombis habían superado ampliamente a los guerreros con sus excesivos números y de lo que antes eran decenas ahora eran unidades. Por cada diez hombres habían caído unos tres o cuatro guerreros, una gran pérdida sin duda y el escuadrón, aunque unido junto a Zitarrosa, estaba disperso y la lucha solo había llevado a concentrarse en un punto.

Sin ir mas lejos el propio Kaelos, que había estado oculto y salvo de la lucha, salio de su escondrijo para enfrentarse cuerpo a cuerpo a los zombis logrando no solo que lo vieran sino situarse en mitad de aquella contienda.

No se podía decir que luchara codo con codo con los humanos, pues esa no era su intención, pero luchaba entre estos... Y entre estos estaban los zombis.

Unos zombis que se avalanzaron contra él, cinco en total, a los que respondio con rápidos y fugazes golpes de sus espadas... Logrando abatir a dos pero sin impedir que fuera completamente rodeado...

Zitarrosa y Ralexion vieron entonces, en mitad de aquel caos, como una oscura figura se gráciles movimientos se acercaba hacia ellos acompañado por no menos de cuatro zombis... Era, sin lugar a dudas, un poseído que portaba dos espadas curvas de brillante filo y oculto tras una oscura capucha negra... Ese ser, sin mediar palabra, se avalanzó rapidamente hacia ambos acompañado por sus vasallos.

Spoiler:

----------------------------------------------------

El escuadrón de Erik y de Mishka avanzó acudiendo al llamado del Capitán Zitarrosa. Corrieron por las ruinas de Irien y no tardarón en llegar al campo de batalla... Allí vieron como tenía lugar una lucha abierta total, las tropas de Zitarrosa se habían agrupado en un conjunto de ruinas pero no habían logrado formar en una debida formación y los zombis iban y venían por todos lados.

Los zombis superaban a los humanos de Zitarrosa en un tres contra uno, o mas, pero aquello acabaría con su llegada.

Las tropas de la capitana chocaron contra aquella masa de guerreros que eran tanto amigos como enemigos. No fue por ello una carga arolladora pero si fue determinante para liberar la presión que los zombis ejercían sobre los humanos, no acabaron con los no-muertos pero si abrieron una brecha que permitiría a los mortales organizarse mas debidamente...

Y entre aquella masa de guerreros de la luz estaba Erik, en su primer combate, que se avalanzaba, en mitad de una formación algo desorganizada (por cargar) que admitía la entrada de los hombres de Zitarrosa, contra los zombis. Lanzaba golpes a diestro y siniestro contra los zombis y ya había matado a tres de ellos cuando noto que el avanze del regimiento perdía poder... Y vio que hacía el se avalanzaban tres zombis de frente pero no estaba solo, sus camaradas podrían ayudarle.

-------------------------------------------

Arkanos estaba solo...

Ese era el resumen de su situación pues al actuar pasando olímpicamente del ejercito ahora no podía disponer de su ayuda, lo más cercano a una ayuda era que ahora los zombis estaban mas centrados en Zitarrosa que en él y por ello no acudirían muchos mas "refuerzos" pero su situación comenzaba a ser desesperada.

Se lanzó contra un zombi, el de la derecha, para intentar romper su formación y para matarlos uno por uno.

Al primer zombi lo decapitó con suma facilidad.

Al segundo zombi le corto la cabeza a la altura de la nariz.

El tercer zombi, aprovechando la distracción causada por el segundo, se lanzó hacia para agarrarle la cabeza pero Arkanos, en el último momento, logró atravesar su cabeza con una rápida estocada...

Con el cuarto no tuvo tanta suerte y se le tiro encima, con un placaje, tirandolo al suelo y poniendose encima de este... El zombi le mordio en el cuello causandole una grave herida que dificilmente pararía de sangrar y que, si sobrevivía, le causaría una bonita cicatriz.