LLegada a Irien

Continuo caminando por el campamento oscuro durante una media hora aproximadamente hasta que finalmente llegó a la otra punta de este, un lugar bastante alejado y oculto de las curiosas miradas por las rocas de las antiguas ruinas, donde no había nada que destacar salvo una pequeña tienda roída por los vientos del tiempo.

Esta tienda estaba a las afueras del campamento y casi se podía decir que no estaba dentro de este pues la distancia que la separaba de las demás era considerable. Solo un estandarte, roído como todo lo que había en el lugar, indicaba que el sitio estaba "poblado" y atendiendo al mismo instinto que lo había conducido hacia Irien y, mas concretamente, hacia este campamento.

LLegó pues ante la entrada de la tienda y lo que vio no le sorprendio ni le defraudó en absoluto, fue como si en el fondo una parte de el lo hubiera esperado.

En el interior de la tienda, de pie y como si le esperaran, había tres grandes hombres. Uno de ellos era claramente un orco de las lejanas tierras del sur y portaba consigo dos grandes hachas de guerra que descansaban sobre sus hombros, el segundo era un humano que portaba una espada larga y fina pero de afilado filo resplandeciente y el tercero era un corpulento hombre armado con un pesado mandoble.

Los dos primeros se arrodillaron ante su presenciay el tercero dio un paso al frente dando tras esto una leve inclinación de cabeza para decir con una grave y sonora voz:

-Saludos mi señor, tu fama y tu nombre han llegado hasta nuestros oídos y vemos que nuestro llamado ha sido escuchado pues has acudido ante nuestra presencia. Mi nombre es Hortz, este ser de respetables hachas es Murkul y este de aquí es Saphireth. Todos somos jovenes poseídos dispuestos a luchar y a morir a tu servicio ha cambio de alcanzar la gloria eterna y para demostrarte nuestra lealtad...

Y cuando quiso darse cuenta se percató, al girarse tras escuchar un leve crujido, como una pequeña horda de zombis había aparecido de la nada junto ante la tienda.

Las ideas que pasaron por su mente fueron muchas y muy variadas pero de entre ellas surgio una voz, una voz que casi se había fusionado con la suya pero que aun tenía cosas que decir que habló en su mente:

-Este es el primer paso hacia la gloria.

-¿Podemos confiar en ellos?

-Si nos ganamos su respeto, si no los defraudamos y si alcanzamos la gloria, si.

-Pero...¿Podemos estar seguros?

-No estamos seguros de nada en esta vida... salvo que solo los fuertes alcanzan la gloria y que en cambio los débiles perecen.

-Sea así.

Girandose de nuevo hacia los paladines dio un paso hacia el frente y mirando fijamente a los ojos a Hortz con una mirada que podría medrar la voluntad de hasta el mas fuerte de corazón dijo:

-La sangre, la muerte, el caos y la destrucción nos esperan tras esas ruinas... La gloria esta al alcanze de nuestras manos y solo debemos alzarnos un poco para tomarla entre nuestras manos y alabar nuestras plegarias de sangre hacia los oscurecidos cielos ¿Deseais luchar conmigo? No habrá descanso, no habra piedad, no habrá misericordia, todo el fin justificará el medio y nada nos detendrá...

Con una sonrisa los paladines respondieron a su nuevo señor y este, al ver como todos estaban conformes, alzó su hacha hacia los cielos y formando ante las líneas de zombis comenzó a caminar hacia su nuevo destino siguiendo su anterior instinto.

¿Su objetivo? Ni el mismo lo conocía aunque...¿Realmente hacía falta?

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Krom se despertó en sobre un desgastado y duro catre de una polvorienta y desgastada tienda que parecía haber estado semanas, sino meses o años, abandonado. Sus heridas habían sido graves y estas aun le causaban un gran dolor pero lo único que podía recordar eran pequeñas escenas y momentos de su última lucha.

Sabía que había sido derrotado, sabía que fracasado en su primer intento de tomar el antiguo templo, y sabía que no sería la última vez que se enfrentaría con ese capitán humano.

Alzandose de nuevo sintio como el peso de su yelmo había descendido, ahora era mas ligero y preguntandose el motivo de este motivo se llevó su mano siniestra hacia este y al tocarlo se dio cuenta de que le faltaba uno de sus cuernos... LLeno de ira, de rabia y de odio al descubrir el precio de su derrota Krom alzó un poderoso rugido que heló la sangre de todo ser que hubiera en la zona.

-¡¡ARGGGG!!

Tra un largo tiempo que dedico a destruir, destrozar y romper cualquier objeto que encontró a su paso con sus propias manos logró recdobar su cociencia y meditó durantes unos instantes...

Se había dejado llevar por sus impulsos y había fracasado, se había dejado llevar por la ira y el odio y había sido derrotado... Tendría que aprender de sus errores para despedazar a ese mortal, ese traicionero mortal que lo había derrotado con extrañas artimañas y trampas inusitadas y de cuestionable honoridad.

Salía entonces de su tienda, portando su arma y con la marca de la derrota para buscar a sus hombres, unos hombres que estarían a punto de amotinarse con casi toda seguridad.