¿Con o sin maestro?

Continuación:

Spoiler:

El escudero y aspirante a caballero cabalgó, a trote lento, hasta llegar al Templo de Aenor en la Gan Villa. Hogar de la Orden de Aenor estaba en lo alto de una colina, en el lugar mas elevado de la urbe, por lo que podía verse desde cualquier lugar. Junto al templo estaba la Torre del Homenaje de la Gran Villa, único gran lugar defensivo de la ciudad, y ambos estaban en una gran plaza con una fuente que tenía una representación del gran Aenor sentado en su trono.

El templo, de mármol, era muy grande y ostentoso, tenía grandes puertas de madera (de más de cinco metros) recubiertas por un acero dorado con pan de oro. El edificio estaba sobre un gran podio de piedra, que tenía unas escaleras, y el acceso estaba cubierto por cuatro caballeros de la orden y unas columnas de mármol.

Los caballeros observaban al frente, impasibles, con su mano diestra sujetando la empuñadura de sus espadas y la siniestra sosteniendo el escudo con el emblema de la Orden (un halcón blanco sobre un fondo azul).

El sol estaba ya en su cenit y la entrada al centro sagrado estaba abierta, pues siempre era hora de culto, pero el acceso a los lugares privados de la orden no estaban, por lo que veía, a simple vista. Tendría que preguntar a uno de los caballeros o mirar en el interior del templo aunque, ya desde ahí, olía el olor a incienso.

Justo al final de la escalinata había dos grandes fuegos, que simbolizaban la luz que los dioses habían traído al mundo, y en lo alto del tejado (que era plano) había un gran pendón con el símbolo de la Orden. A los lados del inicio de la escalinata había varias estatuas con representaciones de los dioses en mármol.

Spoiler:

Stark se quedaba maravillado ante el impresionante templo, con sus imponentes adornos y majestuosidad. Su objetivo era claro, intentar que algún caballero le enseñara alguna técnica para la justa, sino tampoco pasaría nada, estaba preparado pero prefería conocer lo que un experto tuviera que decirle.
Se acercó al guardia mas cercano. "Disculpe señor, si me permite preguntarle querría saber si conoce a un caballero instruido en el arte de la justa, como sabe dentro de una semana es la competición y estaría muy agradecido si me ayudara; por cierto me llamo Aman, Adam Stark".

Se quedó ahí esperando a que aquel guardia o al menos alguno de los que estaba cerca escucharan la conversación y conocieran a alguien.

Los caballeros de la entrada, que portaban relucientes armaduras plateadas, se quedaron mirando al joven aspirante a caballero. Parecían sorprendidos por sus palabras y aunque se comportaron, pues parecía que aquel muchacho era noble, sin duda no salían de su asombro. Uno de ellos, que parecía ser el más veterano aunque fuera dificil saberlo pues ambos llevaban el rostro cubierto por su yelmo, le dirigió tranquilamente la palabra Stark diciendo:

-Señor Stark, esto es el templo de nuestro señor Aenor y un campo de justas. Si lo desea puede elevar sus oraciones para que los Dioses le den suerte en la justa y, si insiste, puede hablar con el maestre de la Orden destinado a la Gan Villa.

Dicho esto el caballero se giró para indicarle una puerta que había junto a la gran nave central del templo, dicha puerta era pequeña - comparada con la magnanimidad del edificio- pero también estaba custodiada por dos hombres.

Stark empezaba a intuir que encontrar a alguien que quisiera instruirlo, al menos en la Orden, iba a resultar largo y tedioso... Por otro lado también vio a muchas personas orando de rodillas frente a la estatua del gran Aenor. Había muchos mas de los que se pensaba y entre los niños, los hombres, las mujeres y los ancianos vio a algún que otro caballero orante.

Stark notó extrañados a los guardias por su pregunta, o algo perecido, pero no le importó en absoluto.
De acuerdo, muchas gracias señor y no se preocupes sigo las doctrinas de nuestro creador. - Dicho esto se dirigió con tranquilidad a la puerta que le habían indicado.
Al ver a toda esa gente pensó que alguno de esos caballeros también podrían saber algo, incluso algún anciano.
Una vez en la puerta allí habló con los guardias. Saludos caballeros, me llamo Adam, venía a hablar con el maestre, si no está ocupado me gustaría tratar un asunto con él. - Tenía en la mano derecha las riendas del caballo, que debería dejar atadas en el lugar indicado si le hacían pasar.

El caballero Stark dejó atada su montura fuera del templo y dado que aquella zona de la ciudad era muy segura y apacible no tuvo miedo de que alguien pudiera robarle su caballo. Ingresó en el interior del templo y caminó por el sacro lugar mientras oída el eco de sus pasos en la inmensidad y majestuosidad del edificio. Vio gentes orando, frente a la estatua de Aenor- que era de mármol y en la que se veía al Dios sentado en un gigantesco trono y junto a un gran Halcón de oro macizo- de rodillas y de vez en cuando pasaba algún paje de la Orden con un incensario.

Stark separó frente a dos caballeros que custodiaban una puerta del lateral de la gran nave del templo. Estos hombres vieron rápidamente que se trataba de un nombre, lo cual hacía que se ganara sus respetos, y aunque iban igual de ataviados que los anteriores estos mostraron una mayor educación diciendo:

-Disculpe ser pero el maestre está ahora reunido con sus caballeros. Si es tan amable de decirnos que razones le traen al templo de Aenor le diremos, en cuanto termine, que se ponga en contacto con usted aunque, si lo desea, puede esperar aquí.

Aquellos caballeros eran mas educados pero le habían dado la misma respuesta que los anteriores: esperar, hacer tiempo y seguir buscando aunque al menos se comprometían en avisarlo cuando el maestre estuviera libre pero, dado que era un hombre ocupado, eso podía ser un una hora o en una semana.

A medida que Stark se acercaba a la puerta donde se encontraban los guardias, quedaba mas maravillado y no porque no hubiese visto ninguna construcción parecida antes, sino porque ese lugar le trasmitía una gran sensación de paz interior, una sensación difícil de explicar.

Llegando a la puerta y escuchando lo que el guardia tenía que decir, se dispuso a responderle con gran vehemencia - Saludos señor, no quisiera molestar al maestre, vengo, después de hablar algunas personas, a verlo ya que voy buscando un maestro de en la justa y me han recomendado, incluidos miembros de la Orden, que venga a preguntarle a él. Si se encuentra muy ocupado no quisiera molestarle, solo sería una breve conversación, buscaría por otro lado ya que no quiero molestarle si se encuentra tan ocupado. Solo dígame si puedo hablar con el un breve momento, si no me iré por donde he venido, aprovechando a rezar a nuestro creador. Gracias
Dicho esto, espero paciente la respuesta de aquel hombre, al que miraba a los ojos sin cesar.

Los caballeros le indicaron al escudero que se dirigiera a rezar y que cuando pudiera el maestre del templo se reuniría con él. Paso, al menos, media hora de rezos, si al final iba a este lugar, frente a la estatua de Aenor aunque, también, había capillas menores en los laterales dedicadas a Myr o a Ithelien.

Pasado ese tiempo, si se había quedado en el templo, escucharía toser a un hombre detrás suya para llamar su atención. Al girarse vería a un hombre que tez curtida por el sol, que rondaba los cuarenta, te mentón cuadrado y cuerpo curtido. Llevaba una armadura de la Orden de Aenor, con el halcón labrado, y una gran capa azul sobre sus hombros. Sus oscuros ojos marrones observaban detenidamente al caballero de la orden y su mano derecha reposaba tranquilamente en el pomo de su espada.

-Ejem...Lamento interrumpir vuestras oraciones buen señor. Soy el maestre de este templo de nuestros Dioses, ser Ludrin Bartreroth ¿En que puedo serviros?

Haciendo caso a lo que dijeron los guardias se dirigió a la capilla a rezar. El edificio era no era enorme pero era espectacular a ojos de Stark.

Hacía tiempo que no le rezaba tanto a Aenor como hoy, Stark se sumió en una profunda plegaria a sus dioses para pedirles una infinidad de cosas.
La voz de aquel hombre le hizo sobresaltarse ya que estaba bastante concentrado en el rezo. Se levantó y se giró y vio al maestre del templo, cuya apariencia denotaba completamente el cargo poseído. Hizo una última reverencia a Aenor y se acercó al maestre.
Saludos maestre ser Ludrin, antes que nada quería daros las gracias por atenderme, me llamo Adam de la casa Stark. Veréis, por cosas del destino he venido a para aquí, a la villa, y me he encontrado con la justa que se celebrará en una semana. Quiero participar en la justa y busco a un experto que pueda enseñarme nociones avanzadas sobre ella y de tanto preguntar me han indicado que hable con usted y eso he venido a hacer. Espero que no se moleste por esto, pero es importante para mi y por eso estoy aquí. - No fue uno de los mejores discursos de Stark pero pretendía causar buena impresión al maestre, así por lo menos le podría ayudar y ahora esperaba a la respuesta de este que esperaba que fuera satisfactoria.

El maestre del templo escuchó atentamente las palabras del joven aspirante a caballero, no parecía muy molesto por que lo hubieran hecho llamar para aquello pues se mostraba atento y cortés con Stark aunque, también era posible, que ello fuera una fachada. Su tono, por lo tanto, siguió siendo humilde y relajado a la hora de hablar con el recién llegado.

-Son tiempos difíciles los que corren ser Stark y lo serán aun más en el futuro por lo que debo deciros que no podré daros la ayuda que solicitáis de la forma que anheláis pero, si queréis, podréis entrenar en el Patio de Armas con los demás caballeros de la Orden durante una semana. No tendréis un entrenamiento personal pero podréis probar vuestra valía con los nuestros ¿Que me decís?

Dicho esto, si Stark aceptaba, pasaría una semana entera entrenando y luchando contra otros caballeros de la Orden. No aprendería mucho sobre el arte de la espada o de la monta pero conocería a la perfección los términos de la justa y, de cara al futuro, podría plantar la debida cara en la ansiada justa. El alojamiento y la comida correrían cargo de la Orden y no debería pagar nada, se tomaría en consideración el apoyo que desde siglos su familia le había ofrecido a los caballeros.

Llegado el día de la justa el guerrero podría marchar al campo de combate para comenzar con el torneo.

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