La supervivencia del honor en Tyriel.

Ya se había ido Sombra, y se encontraba solo con Henry en el callejón donde estaba la posada en el lugar que, desgraciadamente había llamado la atención de rateros y ladrones la armadura andante.-Vayámonos de aquí, será lo más sensato.- Dijo el caballero con un ápice de inteligencia viendo como todos los transeúntes se quedaban mirando a su rostro y armadura, maravillados o malpensando; le traía indiferente. "No llamar la atención" se le había grabado bien en la cabeza, así que empezaron a andar en la dirección que Sombra le había referido...

...Al llegar, parecía un callejón de mala muerte, aún no había encontrado la posada, pero seguro que se trataba de ésa calle; no tenía pérdida después de todo. El suelo empedrado pero no demasiado cuidado se extendía por aquel camino recto, con algunas piedras sobresalidas por le calor de los veranos, dilatadas, y resquebrajaduras propias de las inclemencias del tiempo. sin embargo, tenía algo bastante civilizado, aunque le daba un aspecto más tétrico. Cada 10 metros, un farolillo colgado en las fachadas de las casas, y uno de ellos era el que iluminaba el cartel de la posada.

Cuando llegó a la posada, parecía estar cerrada al público como primera impresión, todo en su interior estaba calmado, para con respecto a la otra posada de donde había salido,al menos en ruido; corrió la puerta, ya que estaba abierta. Pocos candiles iluminaban el lugar, y las mesas que los portaban se distribuían redondas para cuatro personas; la recepción o Barra se extendía en el local con forma de L desde la entrada visto, y las mesas rellenaban el sitio restante. Al fondo, una escalera que llevaba a las plantas superiores, pero, no veía ni rastro de aquel al que debía pedir ayuda, que se suponía que iba a velar por la vida del caballero.

-¿Cómo dijo que se llamaba el tipo al que debíamos darle la referencia?- Le dijo a Henry en un tono casi susurrante, pero de haber alguien allí, la cota de malla y las placas de la armadura al andar lo habrían delatado.-Hmmm...- Se quedó pensativo Henry por unos instantes...-Sven, estoy casi seguro.- Éste no le respondió en un susurro, sino que habló normal, y su voz retumbó por toda la vacía estancia.

Spoiler:

Era cierto que no había nadie en la gran sala de la posada pero cuando Henry habló, tras cerrar la puerta al entrar, un hombre abrió una puerta que había al otro lado de la barra, posiblemente para salir de una despensa o bodega.

No era especialmente alto, ni era musculoso pero poseía una buena curva de la felicidad y en sus manos y su rostro se dejaban ver lo signos de la edad. Llevaba corto su pelo oscuro y ondulado pero de su rostro lo que resaltaba era un espléndido y vigoroso bigote.

Mirando a los dos recién llegados y limpiándose las manos sobre un delantal blanco pero manchado con restos de salsas, aceite, algo de sangre, etc.

-¡Buenas noches señores! ¿En que puedo servirles? - su voz rozaba la euforia y ya empezaba a entrecruzar sus manos ante la idea de que cayeran unas monedas en su bolsa- aun no es horario de apertura pero... Siempre podemos hacer una excepción a cambio de la debida gratitud.

-Hmmm ¿Señor...Sven?- Espetó el caballero no demasiado seguro de sus palabras. Si éste afirmaba ante ésa llamada, seguiría con la charla, sino, insistiría, para que le dijeran donde podía encontrarlo y decirle: -Me envía Sombra Travieza.- Remarcó la Zeta de la frase por si se tratase de algún guiño personal a su mote, Después de escuchar que había honor entre ladrones, ya podría sospechar de los tablones de madera de los que pisaba.

Cuando se sintió algo más seguro, se quitó la armadura, la cota de maya y el camisote de lino, para invertir el orden y pasar más desapercibido. Primero la cota de maya, rozando la piel; a fin de cuentas era corta, no impedía demasiado el movimiento ni hacía demasiado daño; ahora, estaba más fría que la diosa de la muerte en contacto con su piel. Luego se colocaba el camisote de lino, que era ancho y negro, luego se lo aseguró con el cinturón, y dejó la armadura en el suelo, se soltó los bombachos de las botas, en vez de remeter la tela del pantalón en las botas.

Los caballos obviamente -Dato importante.- Los había cogido Henry dese la otra posada tras la conversación con Sombra y los había traido hasta la puerta de aquella posada; Antes de que Amroth comenzara con la parafernalia de la cota de malla, le dio permiso a Henry para que hablase por él, ya que no estaría listo para hablar con elocuencia al menos en un par de frases.

-Sombra travieza nos dijo que aquí podíamos estar seguros, nos dio su palabra.- Quizás mintió, pero Amroth entre el chirriar de las placas y las anillas de la cota, no se enteró de absolutamente nada, es más, el muchacho añadió. -Y le prometió pagarle por acogernos.- Y así librarse del gran cargo monetario para solo pagar los añadidos de los que Sven se intentaría aprovechar. Tras ello, Henry comenzó a explicar lo acontecido en la otra posada con bastante detalle, pero solo contando lo que interesaba para que aquel posadero uniese cabos -no completamente verdaderos.- y aceptase, usando su astucia e inteligencia para ello.

Lo que duró la explicación, Amroth ya estaba listo para conversar, o más bien, por el silencio con el que se encontró por parte de henry, al que oía murmurar entre chirridos de cota de malla, esperar una respuesta por parte de Sven.

El posadero asintió al escucha el nombre de su amigo, la Sombra Travieza pero no pudo evitar añadir lo siguiente:

-Sombra Traviesa, no Travieza, pero me sorprende que dijera que el corría con los gastos... Nunca me ha dejado una propina- esto último lo dijo con un cargado tono de sarcasmo pero, en el fondo, lo decía totalmente enserio. Aun así, con un suspiro, dejó caer una llave sobre la barra y levantando tres dedos le indicó, de esa manera, que le cedía la habitación número tres.

Las habitaciones estaban, como solían estar, en lo alto ya que había que subir una escalera pero cuando Amroth tomara la llave Sven añadiría:

-La comida y bebida las pagaréis a medida que consumáis, el tema de la habitación lo hablaremos con Sombra cuando venga pero decidme: ¿En que lío anda metido ahora? ¿De que lo conocéis? ¿Terminó bien su trabajo?- aquellas preguntas, pronunciadas con total desinterés mientras limpiaba con un paño una jarra de cerveza, tenía un claro segundo sentido que Henry pillaría al instante pero que Amroth, realmente, no vería.

Según la respuesta que dieran se llevarían o no la confianza de aquel hombre.

-Sí, la comida y bebida la pagaremos nosotros.- Dijo Amroth enterándose ya de la conversación y luego prosiguió con la inocencia y bocaza que le caracterizaban en algunas situaciones relajadas. -Ya que cuando su vida estaba en peligro, su mente trabajaba un poco más racional.- -Pues ahora está metido en algo en lo que necesitaba una daga. No nos ha dicho más, pero dijo que quería terminar un trabajo pronto.- Terminó de colocarse los correajes de las armas en la misma disposición. La espada larga a su espalda, la corta a su cadera derecha y la vaina vacía de la daga en su cadera zurda.

Henry cogió la llave y se la entregó en mano a su señor mientras terminaba de añadir.- El trabajo cometido por Sombra le librará de todas las deudas de la ciudad.- Supuso el escudero. Acto seguido ambos se dispusieron a cargar con sus bártulos más importantes a la habitación que le había indicado el posadero, a no ser que éste les detuviese por algo. Pero de todo lo que le había dicho Sombra, es todo cuanto podían sacar; lo demás serían especulaciones sin fundamento alguno. Insistió finalmente en el tema de los caballos y su protección a Sven para que tuviera en cuenta éstas dos cosas..

Mientras subían, dijo en un tono poco audible a Henry mientras éste llevaba la armadura de su Sire.- Dormiremos por turnos; de aquí al amanecer hay unas cinco horas. Descansa tú primero tres horas, luego yo descansaré dos horas, y te daré una lista de las cosas que has de comprarme en el mercado,ya que a ti no te buscan.-

Las horas pasaron y al cabo de las horas acabó amaneciendo aunque no se podía decir que ambos hubieran pasado una buena noche. La cama, bastante dura, no tenía piojos ni chinches pero hacía meses que no cambiaban la paja por lo que el caballero sintió que se había recostado en el mismo suelo.

Había dos camas en la habitación pero, al querer hacer rondas, habían dormido muy poco durante la noche pero, obviamente, podían aguantar en pie con el descanso que habían tenido aunque una siesta sería bien recibida a media tarde.

Los primeros rayos de luz entraron por la pequeña ventana de la habitación en el amanecer y fu entonces cuando Amroth supo que el momento había llegado. Debían esperar a Amroth y comprar todo aquello que necesitaran en el susodicho mercado.

Henry, como escudero del caballero del Castillo del Cuervo, marchó en busca de aquellos objetos con la esperanza de que en el mercado pudiera encontrar todo lo que les hiciera falta pero, obviamente, el pícaro escudero tenía ya en mente lo que haría y se mostraba bastante confiado.

Spoiler:

Pasaron un par de horas y el caballero empezó a preocuparse dado que resultaba raro que su hombre se entretuviera tanto. El posadero, Sven, no se había molestado en subir durante aquellas horas, posiblemente porque ya estaría muy metido en sus tareas o porque prefería dejar a esos hombres a solas. pero lo cierto era que Amroth ya empezaba a impacientarse...

-Señor... Amigo de Sombra- dijo la reconocible voz de Sven al otro lado de la puerta y sin decir su nombre dado que no se había presentado- alguien quiere verle. Le espera en la planta baja pero nada de problemas...

Si el caballero aceptaba bajar a la plata baja de aquella posada sería llevado por el propio Sven hasta una mesa. Dicha mesa estaría situada en una esquina de la sala, en la que había cierta intimidad al estar algo alejada del resto, en la que hombre tomaba un buen vaso de vino y unos chorizos pasados por la satén y pan.

El hombre, bastante enjuto, comía tranquilamente, sin molestar a nadie, pero su siniestro rostro al ver como Amroth se acercaba- esto, recuerdo, si decide bajar- esbozó una abierta sonrisa macabra que permitía ver como le faltaban varios dientes de su amarillenta dentadura. Su barba, de varios días, y su grasiento pelo negro, así como su oscura mirada, le daban un aspecto bastante amenazador pero no parecía estar armado.

Portaba un simple pantalón de cuero, una camisa simple que en algún momento del pasado habría sido blanca y un chaleco marrón bastante desgastado.

-Porr favorr, tome asiento, señorrr... - sus erres marcadas indicaban que no eran de aquel lugar, quizás de algún lugar del norte aunque el caballero no sabía discernirlo con claridad.

Spoiler: