Algo que encontrar...

Tras unas semanas de viaje a traves del Valle desde el Castillo Negro el joven caballero Nerian había pasado sin muchos contratiempos, se detuvó un minuto cuando vio bajo una colina el campamento que buscaba, tras observar su apariencia descendió y se detuvo ante la puerta de la empalizada, los guardias le dejaron pasar al ver su insignia.

Desmontó de su corcel cuando llegó frente a la tienda del oficial al mando del campamento, la guerra había acabado pero la Orden mantenía algunos puestos de vigilancia que tenían tratos de paz con los barbaros, nadie atacaba a nadie, o ese era el plan.

El joven caballero dejo su montura a cargo de un soldado, entró en la tienda y le puso la carta de permiso de sus superiores para entrar al bosque con o sin escolta, tenía el plan de buscar algo que perteneciera a su familia cuando hubiera indagado lo que tuviera que hacer.

- Buen día capitan ¿Como estan las cosas aquí? -. El caballero miró al capitan, era un oficial de alguna ciudad cercana, quizas incluso de su ciudad natal, no aparentaba ser mercenario, ropas más tipicas de alguien con el sueldo de un militar.

Esperó a que el oficial le dijera lo que fuera al terminar de leer la carta de permiso.

El susodicho campamento estaba en mitad de la espesura del Bosque Antiguo, muy cerca de los caminos, pero muy cercano a los lindes de ese bosque por lo que no estaba realmente muy internado en el bosque. Según sus informaciones los bárbaros habían cesado sus ataques contra el Valle pero había grupos de bandidos actuando con plena libertad por los bosques, caminos y pueblos que encontraban a su paso. Era muy dificil poner orden entre estos y por ello este campamento intentaría que esta situación caótica terminara.

El campamento podría albergar, según contó por encima Nerian, mas de cien soldados, casi todos mercenarios, aunque había algunos caballeros andantes y otros tantos de las tierras del sur del Gran Bastión. Mientras se dirigía hacia la tienda del capitán vio una con los colores y los pendones de la Orden de Aenor, probablemente de algún grupo de caballeros destinados a ese campamento.

No había empalizada en el campamento pero si un pequeño foso con algunas estacas, lo más elemental que podía haber, y se encontraban en mitad de un pequeño claro del bosque.

El capitán de aquel grupo era, por lo que parecía, un curtido mercenario de las ciudades libres enviado para cumplir el cometido de acabar con el grupo de salvajes y bandidos que aun actuaban en el bosque. No eran, estos últimos, unos paganos y unos bárbaros realmente porque no pertenecían a ninguna tribu y no actuaban bajo ningún pendón ni estandarte de algún jefe tribal. Sabían, eso si, que tenían un bandido que hacía de jefe para ellos, se llamaba Baltersen y estaba siendo una gran molestia para los recaudadores de impuestos, caravanas y viajeros.

Ese capitán era un hombre veterano de muchas batallas, habían pasado ya varias semanas en los bosques y ello se notaba en la barba de varios días de aquel hombre que pasaba ya los treinta. Llevaba puesta la cota de malla y un tabardo blanco blanco y azul. Su pelo, ondulado y castaño, caía hasta sus hombros y sus ojos oscuros no dejaban de mirar una y otra vez aquella carta de la Orden de Aenor. Tenía una cicatriz en la frente que había dejado una buena marca.


-Vaya, vaya... ¿Así que la Orden me manda a otro caballerito? Me ordenan darte todo el apoyo que necesites pero yo también tengo mi misión muchacho así que si quieres volver a tu casa no te pases con la confianza- era obvio que a aquel hombre no le gustaban mucho los caballeros de Aenor- La orden quiere que encuentres un objeto arcano, una espada de filo azul y con la empuñadura de un halcón. Tendrás que internarte en el bosque y buscar la tumba del maestre que la portaba, si quieres mas detalles ve al grano y déjame tranquilo pronto. Mañana nos internaremos en el bosque a matar a esos bandidos y no se tú pero las espadas no se afilan solas.

Tras su obtener los detalles de la misión con el capitan recogió su permiso y dijo:

- Gracias por su hospitalidad, pediré los detalles mañana, me gustaría saber antes de irme con que unidades contaremos, si me hace el favor... -.

El joven caballero sabía que no debía pedir mucho a ese tipo de personas pero desde luego no iría al bosque donde mataron a su familia con dos mercenarios andrajosos, deseaba al menos un par de exploradores y lo menos diez o doce soldados de distintas especialidades.

Esperó pacientemente la respuesta del capitan mientras este pensaba que decir, al parecer le había pillado desprevenido y no tenía claro que decir, Nerian se apoyó en la mesa para meterle algo de prisa, llevaba mucho tiempo de viaje y le apetecía comer algo y descansar aunque decició leer por si mismo la carta de la Orden mientras esperaba...

Nerian no había visto nunca esa espera pero había oído hablar de ella, se trataba de Filo Celestial y era una de las espadas de los maestres de la Orden, un objeto valioso que valía su peso en oro, plata y en todos los metales preciosos que el joven caballero pudiera imaginar. Su antigüedad se remontaba a los ancestrales tiempos de los dioses y contaban que había sido cedida por el mismísimo Aenor a la Orden para que con ella la verdad y la justicia prevalecieran en el Valle. Un objeto así no podía caer en las manos de los bárbaros...

-¿Hombres? Cuantos menos mejor... Yo tengo que cumplir con mis obligaciones y, que sorpresa, no son las mismas que las tuyas, ser. Toma a todos los caballeros de tu orden si quieres y márchate pero a mi me paga el señor del Bastión y no el maestre de tu Orden.

Dicho esto le indicó con dejadez que se marchara con su mano, no estaba de muy buen humor y Nerian sabía que si se quedaba este no mejoraría nada en absoluto. Había visto una tienda de los caballeros de Aenor al entrar en el campamento así que podría probar suerte en ella, quizás allí fueran más cordiales y educados que aquí pero empezaba a pensar que había tenido que pasar algo... Y algo muy malo.

Los caballeros de Aenor eran bien recibidos en todas partes pero en ocasiones tienen problemas como este, gentes que no veían con buenos ojos la voluntad de los caballeros, pero el desconcierto que podía sentir ahora podría ser abrumador.

Por lo que sabía estos mercenarios tenían la misión de acabar con Baltersen y con los bandidos del bosque. Este primero era su cabecilla y este mismo Baltersen había sido el que había estado rondando, saqueando y robando a todos los que se encontraban por aquellas tierras. Era mas que posible que fuera el que tuviera la espada pero... Aquel bosque tenía fama de maldito, de salvaje y de pagano, era un lugar peligroso que escondía muchos secretos.

También podía insistir al capitán de esos mercenarios...

Tras pensarlo detenidamene decició no inmiscuirse más de lo necesario en los asuntos de aquellos mercenarios, salió de la tienda tras agradecer al oficial su información (aunque fuera poca) y buscó insistentemente la tienda de los miembros de la orden, vio a varios mercenarios de aspecto rudo y con armas y armaduras viejas e incluso algo oxidadas, descubrió que se trataba de una pequeña zona de apenas tres o cuatro tiendas que habían preparado para ellos, la condición de las mismas era lamentable, realmente el joven caballero esperaba más, aunque no sabía si la orden tenía además alguna zona externa al campamento, entró en la tiendas en mejor estado confiando que en ella hubiera algún oficial y preguntó.

- Que Aenor este con vosotros compañeros ¿Donde puedo encontrar al caballero al mando? -.

El campamento de los mercenarios no era gigantesco pero tenía tiendas suficientes para que al menos unos 100 soldados pudieran descansar y dormir. A eso había que sumarle los parapetos necesarios para todo campamento- un comedor y una zona de entrenamientos, por ejemplo- pero en el fondo todo estaba bastante descuidado. Nerian empezaba a entender parte del mal humor del capitán de aquellos hombres aunque ello no justificaba para bien su comportamiento hacia un miembro de la Orden.

La tienda de los caballeros de la Orden de Aenor era blanca, como las demás, pero en la entrada tenía un gran pendón azul con el águila blanca de los caballeros de la Orden. Estaba entre la entrada y el centro del campamento, no era un puesto de deshonor pero tampoco uno muy ostentoso, aquello empezaba a resultarle extraño al recién llegado.

El interior era simple y humilde, unas literas y una pequeña mesa era todo lo que había en el interior de aquel lugar. Podría haber unos ocho caballeros y todos ellos estaban en mitad de labores tan diversas como el limpiar una armadura, hacer la comida- en el caso de un escudero- revisar mapas, descansando, etc.

-Yo señor, mi nombre es ser Arthur Malliard, a vuestro servicio- dijo uno de los caballeros que estaba afilando su arma. Todos parecían estar frescos y descansados, listos para partir a cualquier orden pero tan solo necesitaban el motivo. Todos los presentes parecían mas educados y corteses que el anterior capitán aunque, en el fondo, no era muy complicado.

Arthur Malliard era el hombre más veterano de los presentes, tenía un amplio y ancho bigote que le daba un aire de caballero muy destacado. Su mirada era cortes y sincera y tenía varias marcas de la edad en el rostro. No era especialmente alto ni ágil pero parecía estar en buena forma, llevaba la sobrevesta de la orden encima de una cota de mallas y el rostro complemente al descubierto aunque, a sus pies, había un yelmo simple de caballero. Llevada el pelo corto, casi al cero, pero parecía que se lo estaba volviendo a dejar crecer.

Al inspeccionar al oficial Nerian se sintió en casa, desde lo de su familia había descubierto que adoraba estar entre los suyos, llevó al oficial a un lugar apartado, la zona de reuniones de la tienda, y se sentó en un taburete tras el consentimiento del oficial y le dio la carta con las ordenes, tras dejar que la leyera Nerian se acercó a la mesa donde recibían a los caballeros y no se ando con rodeos, le contó a su colega lo que pensaba hacer para ver si le parecía correcto.

- Ser Arthur, me gustaría pedirle cortesmente que me dejara organizar una partida de búsqueda con todo tipo de unidades para recuperar dicho artefacto, pude oír que un grupo de bandidos anda por aquí... quizás podríamos aspirar a averiguar si el líder, un tal Baltersen, sabe donde encontrar dicha arma, aunque antes de ir a por nadie en concreto quizás fuera buena idea inspeccionar el campamento donde tuvo lugar la masacre por si se dio el casual de que el portador del arma la escondiera en alguna parte que podamos localizar, por supuesto solo usted decide lo que hacer -.

Mientras el oficial pensaba en las opciones de Nerian este se levantó y salió de la sala tras una pequeña reverencia para que Ser Arthur pensara con claridad, tras ver que tardaba en obtener su respuesta decidió comenzar a buscar su sitio, se acercó a otro caballero y le preguntó:

- ¿Donde podría establecerme? Compañero, pasaré aquí un tiempo -.

El caballero leyó, tranquilamente, las órdenes pertinentes y, aunque su rostro parecía inmutable, Nerian pudo ver una pequeña mueca de desagrado en su rostro pero, en ningún momento, se mostró descortés o molesto con el recién llegado.

-Baltersen- dijo con aire pensativo tras tomar asiento- es un hombre muy peligroso. Controla gran parte de estos bosques, saquea a placer las tierras del Valle y no duda en matar a mujeres, niños y desvalidos. No podemos tratar con él, lamentablemente, y creo que es el causante de aquella masacre.

Dicho esto el caballero buscó con la mirada a alguien hasta que al final, cuando lo localizó, dijo con autoridad:

-¡Escudero! Trae vino para mí y para nuestro amigo- dicho esto a los pocos segundos un chico de unos catorce años, de rostro marcado por los granos, trajo una jarra de cerámica y varios vasos del mismo material para servir a sus señores- No es de gran calidad pero es bueno para abrir el apetito, entrar en calor en la montaña y para tener agradables conversaciones.

No le habían preguntado si quería vino pero era una obligación servir algo a los recién llegados y podía ser un insulto no aceptar lo ofrecido.

-Este campamento...-dijo mientras aun saboreaba el vino tinto- esta plagado de mercenarios de poco honor y mucho hambre de oro. Nuestros señores del Gran Bastión han pagado a estos hombres de armas para acabar con Baltersen, su poder empieza a ser excesivo. Traen mas de cien hombres, perros de caza, armas y suministros pero recuerda que no han venido por los designios de la Orden sino por los de los nobles. La Orden nos ha enviado a nosotros, sus caballeros, para acompañarlos y recuperar esa reliquia, somos una veintena repartidos entre varias tiendas, aquí estaremos los hombres de alta alcurnia y los caballeros de renombre. No os fiéis de esos mercenarios, ser.

El caballero, en ese momento, volvió a observar el pergamino y lo releyó de nuevo para, finalmente, sentenciar lo siguiente:

-Dado que vos, y no nos, deberéis llevar la reliquia al Castillo Negro, descansaréis con nos.

Nerian agradeció el vino, había hecho un largo viaje y le placía que su compañero fuera tan hospitalario, cuando escuchó lo que este le dijo repasó muchas veces en su cabeza dicha información, se puso la mano en la barbilla y miró un par de veces el techo de la tienda.

- Hay un par de asuntos que me parecen ciertamente extraños y no me cuadran todo lo bien que deberían, para empezar no termino de entender que hace aquí tal grupo de bandidos, en esta zona apenas hay aldeas y aun menos tienen estas para saquear... aunque quizás pueda suceder que tengan su campamento base en estas montañas y no se atrevan a atacar ningún punto importante para evitar que sus rivales les sigan y descubran sus hogares... el otro asunto que me escama es el hecho de que se atreva a estar aquí... si están vivos es porque guardan algún tipo de tregua con los bárbaros, y estos no tienen muchas razones para tener una... alguno de estas dos facciones, bandidos y bárbaros ha ofrecido a la otra alguna cosa para pactar tregua e incluso alianza -.

Nerian miró al oficial al mando y vio en su cara cierta expresión de sorpresa, realmente no lo había pensado debido seguramente a que tenía cosas más importantes en mente.

- Decidme Ser Arthur ¿Que opináis al respecto? -.

Acabó su copa de vino y la dejo sobre la mesa.

- Realmente delicioso -.

Ser Arthur parecía muy complacido, a la vez que sorprendido, por las deducciones del joven caballero, con un leve gesto de la mano le indicó a su escudero que le echara mas vino al recién llegado, si este lo deseaba, y con voz tranquila añadió:

-Me alegro de que te guste el vino ¿Algo de comer? - dicho esto hizo una pausa para meditar- Lo que insinúas es muy perturbador, sabemos de muy buena tinta que Baltersen es un bárbaro exiliado de las montañas que hace fortuna como un vil bellaco pero... ¿Aliado con los salvajes del otro lado?- dijo haciendo alusión a los que vivían en las tierras montañosas y del más allá- explicaría muchas cosas pero no dejaría de ser temible.

Aun no tenían pruebas, simplemente indicios, pues no podían asegurar lo que Nerian había dicho pero si estaba en lo cierto, si los bárbaros y los bandidos estaban unidos, podían estar en un grave aprieto.

-Sabemos que estos bandidos viven en el Bosque Antiguo y en las laderas montañosas mas próximas al Valle, son ideales para esconderse y atacar las rutas mas cercanas pero tenemos constancia de que muchas veces se internan durante semanas en el Valle... Cada mes que pasa son mas y en un tiempo podrían ser un grave problema.

Nerian miró de nuevo al oficial y volvió a pensar un momento, bebió un buche de vino y habló.

- Tengo un plan para descubrir que trama pero necesitaré dos hombres de confianza y una distracción, planeó infiltrarme entre las filas de los bandidos... a ser posible te pediría que llevaras una avanzadilla de al menos diez hombres, en el centro iremos ''apresados'' los dos hombres y yo, vestidos de bandidos y si vienen a rescatar a los suyos nos infiltraremos, ni que decir tengo que en cuanto empiece el ataque deis apenas dos o tres golpes y huyáis, no es plan de causar bajas ¿Le parece? -.

Mientras el oficial pensaba en el plan expuesto Nerian se levantó y negó más vino, hizo una reverencia con la cabeza a su compañero y dijo:

- Quizás os he dado en que pensar, perdonadme pero el viaje a sido muy largo y necesito descansar para tener las ideas claras, mañana hacedme llamar y vendré a oír su respuesta o algún otro plan -.

El oficial de la Orden de Aenor, y superior de Nerian, se quedó pensativo mientras este hablaba y con una leve inclinación de su cabeza agradeció que le dejaran una noche entera para pensar sobre lo que podrían hacer él y los suyos.

A la mañana siguiente, tras dormir Nerian cómodamente en un pequeño catre tras largos días de travesía, se fueron levantando todos los caballeros con la salida del astro rey. Era una buena mañana de verano, el fresco de la noche anterior permanecía en el ambiente y la claridad del cielo azul pronosticaba que iba a ser un día estupendo.

No había mucho que hacer en esos momentos, los siervos del lugar empezaron a preparar un desayuno ligero para sus señores y Nerian, como caballero, estuvo invitado. La mesa de los comensales estaba fuera de la tienda donde había dormido y comerían unos quince hombres mas, entre caballeros de esa tienda y de otras, y tomarían algo de vino y agua para refrescarse, alguna fruta el que quisiera y huevos y algo de embutido calentado al fuego.

Era un desayuno que a ojos de muchos podría parecer muy fuerte pero había que tener en cuenta que estos hombres iban a pasar un duro día de trabajo y aquella comida, para algunos, podría ser la única.

El jefe de los caballeros de la Orden de Aenor estaba sentado pero, por el momento, no probaba bocado pues parecía que esperaba a que todos los hombres estuvieran presentes para comenzar...

Nerian despertó con los ojos llenos de legañas, había un cuenco con agua de la noche anterior sobre una rudimentaria mesa, allí se lavó la cara y se secó con una pieza de tela limpia que había al lado, se puso las calzas y el tabardo, dejo la armadura al lado de la mesita para ponérsela luego si hacia falta, salió de la tienda no sin antes colgarse su espada del cinto, la guerra que había vivido le había enseñado a ir siempre armado, recorrió el campamento y vio a unos vasallos preparando el desayuno, se apoyó en el poste de un estandarte y no pudo evitar relamerse cuando vio los manjares que estaban sirviendo, cuando acabaron de prepararlo se sentó no sin antes esperar a su anfitrión, el cual no probó bocado hasta que se sentaron todos, cuando comenzaron a comer los caballeros charlaban alegremente, al parecer el tiempo les afectaba tanto como a Nerian que se permitió el lujo de sonreír un poco mientras comía, cuando acabaron de desayunar Nerian se limpió y se acercó al oficial antes de que ninguno más se levantara.

- Ser ¿ Tenéis la respuesta? -.