Negocios...

El comerciante estaba en su escritorio terminando de escribir unos informes de contabilidad, tendría que comprar en poco tiempo varias fanegas de grano del campo para llenar sus graneros y aun estaba que le informaran de la producción de sus telares... No estaba muy preocupado por sus locales de placer dado que estos, en raras ocasiones, sufrían pérdidas.

No sabía donde estaba su hijo, tampoco le importaba mucho, ya tenía edad para cuidarse por si mismo pero su hija seguía en su casa cumpliendo con sus obligaciones.

Empezaba a anochecer y por ello ya empezaba a sentir el cosquilleo que le avisaba de que empezaba a ser la hora de la cena pero, antes, gustaba de tomar un buen vino por lo que, acercándose a un pequeño armario que tenía, tomó un buen vino tinto, un crianza, del 45. Era de una cosecha del interior del Valle, de un viñedo de la Línea Fértil, no conocía la zona pero los vinos hechos en la zona de Bastión eran famosos por su calidad y, realmente, no estaba decepcionado.

Tras servirse una buena copa de vino se sentó de nuevo en el sillón y, con una pequeña luz a su lado de una lampara de aceite, terminó de rellenar los formularios para relajarse en su sillón... Aun quedaba un tiempo para la cena, un tiempo precioso que deseaba que nada ni nadie interrumpiera por nada en este mundo.

Tirada con un dado de 10 caras.

El miembro 'Marcus Harlem' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de Dados

'Dado de diez caras ' : 7

El hombre estaba sentado en su tranquilamente, mientras por las ventanas entraban los últimos rayos de luz. La noche se acercaba poco a poco y el vino sabía bien. No hacía frio. La verdad nada parecía ir mal, ni cerca de mal. Pero es en esos momentos casi perfectos cuando cosas malas suelen pasar. En la puerta de la habitación, el ancino hombre sintió el golpeteo ligero, típico de los sirvientes antes de entrar. Entró un chicoo bajo, pelirrojo y bien vestido. Nada más un criado de la casa. Se veía un poco alterado.

-Se...¿señor? Con su permiso... Lord Randbeg está aqui señor, pide hablar con usted de...- El chico se vió interrumpido cuando un hombre, gordo y muy bien vestido entró con 2 guardias armados hasta los dientes. El hombre apartó con lam ano de un empujón al chico. Tenían espadas del tamaño de sus piernas y eran, por no decir menos, bastante altos y corpulentos. El hombre entró con un olor a alcohol y comida muy notorios y su bolsa, enorme, colgaba tintineante en su cinto. Tenía el cabello rubio y corto y una papada que le colgaba del cuello. Su piel era arrugada y algo morena, debido a sus viajes constantes de negocios a todos lados del Valle. Sus ojos azules denotaban lo que el mismo llamaba "sus excelentes genes". Usaba a lo menos un anillo por dedo, todos de oro y con distintas piedras preciosas. Usaba 3 collares de oro muy brillantes y las ropas más finas que el dinero pudiese comprar. Las botas, pesadas, hacían sonar fuertemente sus pisadas y tenía un aire de ser alguien se sabe hacerse escuchar. Aquel hombre se acercó hasta la mesa donde Harlem tomaba tranquilamente su vino.

Entrar así era un obvio insulto para cualquiera, pero antes e que Marcus pudiese decir nada, el hombre habló con una voz muy profunda, aunque suave:

-Ahhh pescador. Tanto tiempo evadiendome. ¿Como han estado tus negocios?.- Los negocios de Randbeg eran muy parecidos a los de Marcus. Era su competidor principal y la verdad, a nadie le agrabada Randbeg debido a su prepotencia y narcisismo, además de ser simplemente un ser desagradable. Siempre hablaba de sí, de sus negocios y de su noble ascendencia, que se remontaba hasta siglos atrás. Era un noble puro y duro y un tiburón para los negocios...

La llegada Randbeg no pudo haber sido más inoportuna, odiaba que interrumpieran sus momentos de descanso tras el largo día de trabajo y si encima estos eran estropeados por su mayor enemigo no veía peor manera de ganarse su malestar. Pero era un viejo comerciante harto de la política y con el tiempo había aprendido a ocultar, al menos en parte, sus pensamientos y sus sentimientos por lo que, con una leve sonrisa de cordialidad, se levantó y con gran efusividad dijo:

-¡Vaya! Mi querido amigo Randbeg- omitió la parte de Lord a posta- ¿A que se debe la visita del más grande de los comerciantes de Irien?- dijo grande, obviamente, con un tono muy sarcástico ya que no se refería sin duda a sus buenas artes de comerciante sino a su gran volumen- Los negocios, bueno, ya sabéis, siempre hay algún tiburón que pesca en las mismas aguas.

No podría, o eso creía, ocultar del todo su malestar por que lo llamaran pescador, es algo que odiaba con toda su alma y, aunque en persona nunca perdería la compostura, no tardaría en pensar en la forma de acabar con la vida de aquel gordo intolerable y seboso.

Después de la marcha de aquel hombre hablaría con sus sirvientes, odiaba que fuera importunado pero más aun que lo hubieran dejado entrar con tanta facilidad en su casa...¿Si hubiera enviado a un asesino que habría pasado? Sin duda no podía confiar en que sus empleados hicieran bien su trabajo... Si quería algo bien hecho tendría que hacerlo él mismo.

El hombre, con su gran robustez, se acercó al comerciante al cual siempre llamaba despectivamente “pescador”. Sabía que eso le molestaba y sabía que a él le molestaba ese tono y la palabra “grande”. El hombre estaba tan solo a un par de pasos, aunque con su gran volumen, parecían menos.
-Y es odioso cuando hay pescadores que le roban sus presas a los tiburones…- Dijo con aire de superioridad y celo. -De hecho, he venido a decirte algo. Uno de tus hombres me ha robado!!.- Dijo elevando la voz en la palabra “robado” como si fuese el mayor pecado en el mundo. Otros 2 guardias aparecieron detrás, con un hombre que al parecer no tenía daño alguno, pero sus ropas estaban algo rajadas. Marcus lo reconocería de inmediato. Era Rodrick, el encargado de cuidar y salvaguardar el barco de Marcus mientras este no lo usaba. Randbeg se acercó al hombre y con uno de sus enormes puños, lo golpeó en el estómago. Luego sacó un cuchillo de entre sus ropas y le cortó la bolsa que tenía en la cadera. Tenía 7 piezas de oro, más de lo que ganaba.
-Esto es lo que ha ganado vendiendo el pescado de alta calidad que me ha robado!.- Dijo, guardándose la bolsa entre la ropa.
-No puedo permitir cosas como esta, controla a tus empleados o no seré tan benevolente la próxima vez…- Dijo con ira obvia, aunque cierto... agrado y felicidad. El hombre hizo un pequeño ademán con la mano y se retiró. Los guardias dejaron tirado al hombre en el suelo de la sala y se retiraron también. Rodrick se arrodillo en el piso, no podía levantarse por el dolor en el estómago, pero aún así logro hablar…
-Mi señor, no es cierto, por favor… créame.- Tosió un poco y manchó la alfombra con un poco de sangre. Era mentira que no tenía daño alguno. Bajo su rota camisa, se notaban los cardenales de una paliza anterior, solo dirigida a su estómago.
Todo aquello era muy arriesgado en los negocios, pero no había mensaje más claro. Prácticamente le gritó: “Deja mi negocio en paz”. Era una grave afrenta, pero que Harlem debería manejar si quería mantener bien sus negocios.

El comerciante ni se molestó en levantarse al ver como su amigo se marchaba de la sala. Una vez estuvo fuera le indicó a sus criados, con un gesto descuidado de su mano, que lo dejaran a él y a Rodrick a solas para hablar tranquilamente.

Sirviéndose una nueva copa de vino, pues la necesitaba urgentemente, decidió dar un nuevo trago y hablar con su empleado. No le gustaba la incompetencia pero quería escuchar las excusas que le daba su hombre:

-Cuéntame Rodrik...¿Que te ha pasado? - sabía de antemano que no había hecho nada malo y en el fondo no había podido evitar que su amigo llegara con matones para apresarlo... Ese tipo de comportamientos iban en contra de la ley, el orden y de la autoridad de un parlamentario.

Quería ver que le decía su empleado, ver como había velado por sus intereses y así determinar si había fallado a su deber o no. Si había mantenido la compostura sería recompensado y si no pues despedido...

Aun así la mente de Marcus ya empezaba a idear un plan para evitar que sus bienes y su negocio se vieran perjudicados en el futuro... Conocía a Randbeg y sabía que este esperaba que actuara en consecuencia a su provocación para así tener un motivo para expulsarlo del parlamento y hacerlo caer en desgracia pero no se dejaría llevar por la pasión y no perdería esta pequeña guerra.

El hombre, aún tirado e el suelo cuan perro insolente, inspiró y exhalo aire lentamente para intentar controlar sus nervios. El hombre estaba muy herido en su parte estomacal, lleno de moretones y cardenales que solo desde esa posicion quedaban a a vista.

-Estaba cuidando del barco, cuando de pronto llega un hombre un anciano que me dijo que era la última pesca del día y que no tenía como llevarla a casa. Estaba cansado y me puso un precio increíble. Lo compré y y lo revendí en el mercado durante la tarde. Al volver a mi puesto, tenía mucho más dinero del que podría haber imaginado. Era pescado de calidad sin duda... luego llegaron sus hombres. Fui tan estúpido, lo siento mucho señor.- Dijo el hombre con voz quebrada.

Había cometido una gran irresponsabilidad, se había dedicado a cosas que no eran consistentes con su trabajo. Rodrick había abandonado su puesto apra vender y ganar dinero, lo cual dejó el barco expuesto. Harlem sabía lo que significaba... podrían haberle roba cosas al barco o quizá que más. Todo por la avaricia de un joven hombre y su incredulidad. Era razón para estar molesto. Rodrick se levantó a duras penas y se apoyó contra la pared. Sus labios temblaban. Miraba al hombre, anciano y seco, sentado, mientras bebía su vino.

-Señor, por favor no me despida. Recuperaré el dinero, trabajaré extra. Este trabajo es todo lo que tengo para mi esposa y mi hijo. Por favor.- Dijo el hombre, rogante, casi cayendo pues no se podía el peso de sus propias piernas. Todo era ahora decisión de Marcus.

Al viejo comerciante no le gustaba nada la incompetencia, no toleraba el error y su hombre le había fallado pero, al menos, le era fiel y aunque era un incompetente podría resultarle útil. Tras sacar, sin decir nada, un libro de cuentas que tenía en un cajón y tras tomar la pluma y la tinta, tachó su nombre de la lista de capataces y lo redujo en la escala jerárquica para decir con total seriedad:

-Has cometido una serie de errores imperdonables pero aprecio tu lealtad así que te daré una última oportunidad. Serás el primero en estar en tu puesto de trabajo y el último en irte, pagarás todas las pérdidas que tus decisiones me hallan ocasionado y serás relevado al ayudante del capataz. Cuando demuestres tus capacidades podrás volver a recuperar tu puesto...

Con un gesto de la mano derecha le indicó que se marchara, sabía que había sido indulgente pero quería tener cerca y vigilado a Rodrik. Podría llegar a resultarle útil y si lo vigilaba quizás encontraba más de lo que le había dicho.

Terminó su copa de vino y con un llamado hizo que viniera uno de sus sirvientes, una vez llegara le diría lo siguiente:

-Emmanuel, quiero un listado de los productos que hay en mi barco y de cualquier objeto que haya podido ser sustraído y el coste total que tendremos por los desperfectos. Deseo que, una vez reparados, marchen con un cargamento de telas y, sobretodo, de grano hacia Wylerd, en el norte las cosas se están poniendo feas y estarán comprando suministros. Contrata a diez mercenarios, con la paga normal, y hazlos trabajar como simples marineros, si hubiera problemas ya saben que hacer. Una vez parta el barco servirán en la guarnición del navío frente a los piratas... Ah y envía esta carta a Martin Farrel y dale a Rupert una bolsa con plata y que busque en los mentideros toda la información posible sobre nuestro amigo.

La carta que enviaría diría lo siguiente

Estimado Farrel

Le envío esta carta con motivo de felicitación y alegría por la evolución de sus negocios. Deseo transmitirle, aun así, que este complicado y díficil mercado de Irien está plagado de tiburones que no dudarán en cebarse con usted. La vida del comerciante sin privilegios no es nada fácil... ¿Quien sino yo podría entenderlo? Tampoco puedo decir que los motivos de esta carta sean total y unánimemente altruistas pues deseo hacerle una propuesta. Yo poseo una buena posición en el consejo de Irien y unos prósperos negocios pero deseo ampliar mi mercado y es ahí donde podemos sacar beneficios.

Mi propuesta es que fundemos talleres de telas por todo Irien, uniendo nuestros capitales, de tal manera que los beneficios sean repartidos en base a la proporción de la inversión realizada ¿Que ventajas tenemos con esto? Para empezar uniremos fuerza frente a los negocios nobiliarios que llevan monopolizando durante siglos estos negocios, tendremos mayor peso en la ciudad y haremos más riqueza a largo plazo.

No espero que me de una respuesta ahora pero si le interesa podríamos reunirnos para plantear las condiciones de esta unión.

Marcus Harlem

Un saludo.

Tras dar la carta se levantaría y se dispondría a cenar tranquilamente, por hoy dejaría los negocios, tendría que esperar para poder vengarse de lo sucedido hoy pero si algo tenía Marcus era la paciencia.

Rodrick dio las gracias a su señor y se retiró cojeando a su hogar. Marcus comenzó su tranquila cena mientras sus mandatos se hacían velozmente por sus criados.

A la mañana siguiente llegarían las respuestas de susa acciones. Entraría a sus aposentos el mismo criado que le avisó la noche anterior de la llegada de Randbeg, con las noticias de sus negocios.

-Mi señor Harlem, le traigo nocitias.- Dijo el joven con voz baja y tranquila. –En efecto, se sustrajeron elementos del barco. Los elementos sutraídos del barco son los siguientes: 20 cajas de tela fina y 15 cajas de peces de la mayor calidad. Los costos de recuperacion bordean las 170 piezas de oro.- Dijo el joven. Las noticias no agradarían nada a Marcus, porque a pesar de que tenía el capital, eran perdidas importantes. El joven continuó… -También nos ha llegado una respuesta del señor Farrel.- El joven se acercó al viejo hombre entregándole dos cartas. –Y también la información de su… amigo. No hemos recibido noticias del navío ni de los mercenarios aún. ¿Necesita algo más?.- El joven hizo una reverencia, esperando las ordenes de su señor. Las cartas de Marcus decían
lo siguiente:

Carta de Farrel:

Querido Lord Harlem, su propuesta la tendré en consideración. Me gustaría reunirme con usted, mañana al medio día, cerca del Palacio del Consejo de Irien pala seguir hablando del tema.

Atte. Martin Farrel.

Carta de Información:

-Nombre completo: Lord Jurgen Randbeg III, Heredero del palacio de Riften, al sur del Gran Bastión.

-Posición y cargos: Comerciante, Noble, Parte del Consejo de Irien, parte del Gremio Interciudadano del Valle (El gremio de comerciantes más reconocido).

-Rubros de comercio: Pesca, Telas, Miel y Cerveza. Es el mayor exportador de cerveza del Valle,su rubro principal. La pesca y a tela los dedica en Irien, donde Marcs Harlem es su mayor competidor.

-Otros datos descubiertos: Posee 4 bacos de gran tamaño en Irien, defendidos ferreamente por mercenarios, que transportan cerveza principalmente a Tyriel y Wylerd, los mayores compradores.

ace poco le llegó lo que parece ser un cargamento de armas y armaduras desde Tyriel. No se sabe cual es su proposito. También ha estado haciendo negocios con una serie de mercenarios del sur. Sus exportaciones de
cerveza han mejorado muchisimo en los ultimos meses. Ha comprado 2 pequeños puertos en Irien. Tiene bastante apego al parecer con un tal Lord Sfarland, mercader de especias. Es todo lo que se ha podido descubrir, tiene demasiados espías como para ahondar más en el tema. Perdimos 3 hombres durante la obtención de esta información.

Después de leer las cartas, Marcus decidiría que hacer. Sus negocios eran muy importantes obviamente, como para perderlos frente a alguien así. Obviamente Randbeg no era cualquier fulano.