Como sombra
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Como sombra
Ni luces sin sombras, ni blanca nieve sin el atroz frío invernal; todo aquello admirable ante la vista humana posee irremediablemente un lado oscuro. La belleza logra opacar lo indeseable para mantener embotado al más preciado de los sentidos del hombre, tornando de ésta forma a la visión como el gran talón de Aquiles que hace caer a las multitudes en el engaño.
La blanca figura, tan pulcra como los ropajes que llevaba puestos, avanzaban lentamente por los pasillos del Fuerte de la Sangre. Sus pasos eran sigilosos como las mismas ánimas que habitaban en el bosque cercano, como si sus tacones se negaran a emitir sonido alguno que pudiese perturbar la armonía que rodeaba al aspecto de la fémina, e incluso, hasta la misma exhalación de su pecho permanecía tan queda que hacía falta prestar atención a la figura completa para clasificar junto a los vivos a aquella mujer de tez clarísima.
Era en aquel ser de bella apariencia donde radicaba la adoración de uno de los nobles más poderosos del Valle, su hija Eideen, joven conocida y admirada por su inmaculada faz en todos los alrededores del sitio que ahora pisaba en compañía de su progenitor. La fémina solía acompañar a su padre a aquellas tediosas reuniones sostenidas en el fuerte por simple recomendación de su madre para hacerse de información… ¿el tipo? … todo aquello relacionado con cosas importantes en la defensa del Valle, la Orden de Aenor o la ubicación de los grandes grupos bárbaros que se conocieran. Su nobleza y el respeto que inspiraba junto con la delicadeza de su apariencia le servían bien para no ser tomada como una amenaza, manteniéndose cerca en lo posible de los datos que le fueran de interés.
La blanca figura, tan pulcra como los ropajes que llevaba puestos, avanzaban lentamente por los pasillos del Fuerte de la Sangre. Sus pasos eran sigilosos como las mismas ánimas que habitaban en el bosque cercano, como si sus tacones se negaran a emitir sonido alguno que pudiese perturbar la armonía que rodeaba al aspecto de la fémina, e incluso, hasta la misma exhalación de su pecho permanecía tan queda que hacía falta prestar atención a la figura completa para clasificar junto a los vivos a aquella mujer de tez clarísima.
Era en aquel ser de bella apariencia donde radicaba la adoración de uno de los nobles más poderosos del Valle, su hija Eideen, joven conocida y admirada por su inmaculada faz en todos los alrededores del sitio que ahora pisaba en compañía de su progenitor. La fémina solía acompañar a su padre a aquellas tediosas reuniones sostenidas en el fuerte por simple recomendación de su madre para hacerse de información… ¿el tipo? … todo aquello relacionado con cosas importantes en la defensa del Valle, la Orden de Aenor o la ubicación de los grandes grupos bárbaros que se conocieran. Su nobleza y el respeto que inspiraba junto con la delicadeza de su apariencia le servían bien para no ser tomada como una amenaza, manteniéndose cerca en lo posible de los datos que le fueran de interés.
Eideen- Fecha de inscripción : 08/03/2012
Información de Personaje
Lugar de Nacimiento : Villa Martel
Títulos :
Renombre : Desconocido.
Re: Como sombra
- Spoiler:
- OFF: No se si quieres hacer una trama sola esperando que yo responda o si esperas a que algún usuario escriba pero... Escribo yo que para algo estoy y si no es necesario borramos luego el post.
El padre de Eideen estaba muy nervioso, aunque lo ocultara, y la fémina lo sabía... Se había pasado casi todo el viaje con una actitud huraña y taciturna, y eso que ya de por si lo era bastante, y el viaje había estado dominado por el más absoluto de los silencios y con alguna que otra conversación incómoda entre padre e hija.
Por todos era sabido que había muerto el antiguo duque de Fuerte de Sangre y que no había un heredero claro... Su padre, como gran señor de la zona, había tenido que acudir para parlamentar, cerrar acuerdos, firmar tratados y todos esos aspectos diplomáticos que hacían que una familia perdurara en el tiempo o que se perdiera en el olvido.
Tras unos días de viaje se encontraron en el Fuerte de Sangre, los había recibido un nuevo castellano que se hacía llamar Althur Maedir, pero nadie preguntó por el antiguo castellano, un viejo hombre que había servido fielmente al antiguo señor de aquel castillo.
Se hallaban en una gran sala rectangular de piedra rojiza, había una gran mesa de roble rojo del bosque sangriento ricamente tallada y decorada con escenas bélicas de matanzas de dragones y de seres míticos y al fondo de dicha sala había una gran chimenea. Frente a esa chimenea se encontraba, sentado y presidiendo la mesa, un hombre que para Eideen era desconocido.
Sobre aquella chimenea descansaba un escudo de metal que tenía pintado el símbolo heráldico de aquel hombre que se hacía llamar el gran Señor del Fuerte de Sangre y duque de todas las tierras de los lindes del Bosque Sangriento. Dicho escudo era rojo y en su centro, sobre un campo verde, descansaba un castillo que tenía, en su torre más alta, un gran dragón.
Aquel escudo era nuevo, similar al del antiguo señor pero diferente, pues aquel hombre era un bastardo, el hijo ilegítimo del antiguo señor y que, contra todo pronóstico, se había hecho con los apoyos suficientes y con el poder necesario para tomar el castillo por su propia mano.
Joven, de recio carácter e impulsivo pero de sobrada inteligencia, no le faltaba labia y era duro y cruel cuando era necesario, como las gentes que poblaban las tierras que lindaban con el bosque. Tenía una pequeña perilla muy recortada, al igual que su pelo castaño, y una mandíbula cuadrangular muy dura. Sus ojos castaños tenían un brillo verdusco que delataba sus ambiciosas intenciones y era, además, alto aunque no corpulento. Había sido entrenado para el combate y, como todo bastardo que vivía en un castillo, cultivado en letras, artes y demás saberes.
Vestía de forma sobria, con capas de lana verde y ropajes de cuero negro o marrón (cuando no llevaba armadura) y siempre portaba, al menos, una espada (la de su padre por supuesto). Era un hombre de grandes controversias, respetado por muchos y cuestionado por muchos otros pero aquel que creía en las viejas tradiciones veía en él una buena figura a seguir.
- Spoiler:
No había muchos más señores en la sala, solo cuatro (al menos en aquella reunión) y no fueron los primeros en hablar pues no serían ellos quien rompieran el hielo:
-Mis saludos mas respetuosos mis estimados amigos- dijo, sentándose, el bastardo- mi nombre es Einarr, Einarr Hersir- continuó nombrando el apellido de su padre- y les he llamado a mi castillo en estos tiempos tan difíciles para saber si puedo o no contar con sus lealtades... -esto último, curiosamente, lo dijo mirando a Eideen- pues como bien saben los extranjeros desean hacerse con este gran baluarte y es para mi un deber sacro impedir que pongan sus sucias manos en la morada de mis ancestros.
Por todos era sabido que en el norte, en la ciudad de Wylerd, había un rico comerciante que anhelaba tomar las tierras del Bosque para sí y tenía mucho poder... Por otro lado los señores del sur también querían extender sus influencias al norte y había otros candidatos, disgregados, que no tardarían en hacerse notar.
-Soy y seré siempre un leal señor de aquellos que sean y sigan siendo amigos de nuestra familia... Y se recompensar bien a lo que sepan cumplir con sus juramentos.
- Spoiler:
- OFF: Tengo que pasarte el mapa de este castillo, está en proceso pero cuando lo termine te lo enviaré.
Creador- Fecha de inscripción : 09/01/2010
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Lugar de Nacimiento : soy eterno, no nací.
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Renombre : Desconocido.
Re: Como sombra
Para continuar con una jornada que había comenzado con un viaje sumamente incómodo con su padre todo parecía peor. No era debido a la compañía que el ambiente en torno a los nobles de la Villa Martel se volvía demasiado austero, su progenitor se había visto sumamente tenso durante todo el camino debido a la importancia de los tratados que debía atender dentro del Fuerte de la Sangre y Eideen lo sabía. Las amplias paredes rojas del lugar le hacían imaginar inmensos calabozos subterráneos donde durante años gran número de presos habían sufrido de inmensas torturas, mutilaciones y hasta muertes horrendas que serían necesarias para proveer del colorido actual a las piedras de la edificación.
Todo era rojo: los muros, la gran mesa de la estancia principal, y a la dama le parecía que incluso ese podía ser el color de las intenciones de su anfitrión. La dura mirada de el hombre que se presentó como Einarr Hersir advertía que era alguien de quien debía cuidarse, y solo faltaba un poco de atención hacia aquellos ojos de brillo verduzco para hacerse una idea de el tipo de persona con la que iban a tratar.
Sentándose al lado de su padre como ya era costumbre, la fémina prestó atención al motivo de la convocatoria del nuevo señor del Fuerte de la Sangre, fijando sus pupilas en el hombre mientras hablaba y dirigiendo miradas furtivas en dirección al Conde Drachenblut. La fuerte personalidad de Eideen siempre quedaba tan oculta como sus intenciones, no obstante en sus ojos se delataban ocasionalmente sus ambiciones y deseos. Dejando al lado la costumbre que compartían algunas mujeres de “buena casa” y que consistía en bajar los ojos frente a los varones poderosos, la dama no se inmutó al sentir la vista del bastardo sobre ella, comportamiento que muchos creían radicaba en el gran peso que daba su padre a las opiniones de su hija.
Ella era uno de los grandes tesoros de su familia, una mujer a cuyas opiniones tenían peso importante en los varones fuera por su belleza o por sus virtudes, sin embargo, ese era un momento en el no podía externar demasiado a su progenitor. Quien les había convocado ya había terminado de solicitar a los presentes sus lealtades y la fémina no pudo hacer más que mirar al Conde, dirigiéndole con un leve movimiento afirmatorio de cabeza que debía aceptar el realizar una alianza con el bastardo. Fuese temporal o no ya dependería de lo que dictasen los dioses en el futuro, pero de momento parecía ser la opción más sensata.
Todo era rojo: los muros, la gran mesa de la estancia principal, y a la dama le parecía que incluso ese podía ser el color de las intenciones de su anfitrión. La dura mirada de el hombre que se presentó como Einarr Hersir advertía que era alguien de quien debía cuidarse, y solo faltaba un poco de atención hacia aquellos ojos de brillo verduzco para hacerse una idea de el tipo de persona con la que iban a tratar.
Sentándose al lado de su padre como ya era costumbre, la fémina prestó atención al motivo de la convocatoria del nuevo señor del Fuerte de la Sangre, fijando sus pupilas en el hombre mientras hablaba y dirigiendo miradas furtivas en dirección al Conde Drachenblut. La fuerte personalidad de Eideen siempre quedaba tan oculta como sus intenciones, no obstante en sus ojos se delataban ocasionalmente sus ambiciones y deseos. Dejando al lado la costumbre que compartían algunas mujeres de “buena casa” y que consistía en bajar los ojos frente a los varones poderosos, la dama no se inmutó al sentir la vista del bastardo sobre ella, comportamiento que muchos creían radicaba en el gran peso que daba su padre a las opiniones de su hija.
Ella era uno de los grandes tesoros de su familia, una mujer a cuyas opiniones tenían peso importante en los varones fuera por su belleza o por sus virtudes, sin embargo, ese era un momento en el no podía externar demasiado a su progenitor. Quien les había convocado ya había terminado de solicitar a los presentes sus lealtades y la fémina no pudo hacer más que mirar al Conde, dirigiéndole con un leve movimiento afirmatorio de cabeza que debía aceptar el realizar una alianza con el bastardo. Fuese temporal o no ya dependería de lo que dictasen los dioses en el futuro, pero de momento parecía ser la opción más sensata.
Eideen- Fecha de inscripción : 08/03/2012
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Lugar de Nacimiento : Villa Martel
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Renombre : Desconocido.
Re: Como sombra
La situación era muy tensa, nadie se atrevía a hablar primero y su padre, amable y adorador de su dulce hija, no era conocido por su fuerte personalidad en los actos públicos. Algunos incluso se reían de él, a espaldas claro, por la fama que tenía por ser dominado por las mujeres de su casa (esposa e hija aunque, últimamente, más la hija). Era también un hombre viejo, rico y poderoso aunque no tanto como tantos otros señores pero a sus años ya no tenía el vigor de la juventud y prefería la paz y la tranquilidad por lo que, sin duda alguna, tener que ir hasta aquel castillo no le había gustado nada en absoluto.
-¿Que pensáis hacer con Baisus, señor?- hablo, con educación y cargada cortesía, un joven señor de las fronteras del Linde del Bosque Sangriento, Eideen no conocía su nombre pero si el de su casa y sus emblemas (un dragón azul surcando un fondo amarillo) pues eran los Egmont- Esa maldita bestia ha atacado mis aldeas y quemado mis campos, hemos perdido casi la mitad de la cosecha- Los dragones eran típicos en los símbolos heráldicos de las tierras del norte. Cuentan que al principio las casas más antiguas se ponían en su escudo un dragón por cada bestia que mataban pero, con el paso del tiempo, todos se ponían uno o más dragones para demostrar su pureza de sangre y valía, fuera o no cierto esto.
Los Egmont, por lo que sabía Eideen, eran una casa poderosa pero no muy rica, vivían de las cosechas y solían haber luchar en muchas guerras y conflictos pero en las últimas generaciones habían preferido vivir de las rentas y en paz que de la sangre y la espada.
-Lo mataré con esto- dijo el joven bastardo poniendo sobre la mesa una espada, la de su padre, que era sin lugar a dudas un arma preciosa, digna de todo un gran señor. Aquella espada tenía un filo rojizo, como todo en aquel castillo, pero brillante pues parecía tener luz propia. Tenía inscripciones en la hoja, muy antiguas, que la noble no entendía y la empuñadura parecía de una extraña mezcla de hierro y hueso, unidos, formando en su pomo la testa de un gran dragón- os presento a Matadragones mis señores, antigua espada de mi casa y el orgullo de nuestro linaje.
Eideen no sabía mucho de armas, nunca le habían llamado especialmente la atención pero desde niña siempre había escuchado historia de nobles caballeros que se enfrentaban a grandes dragones por el amor de una dama y que portaban espadas mágicas con las que mataban a la bestia y rescataban a la dama. Esas espadas solían ser conocidas como Espadas de Aenor y había muy pocas, algunos hasta creían que eran objetos de leyenda pero, sin duda alguna, esa era una de las pocas espadas de ese antiguo dios.
Esa espada, larga, manejable tanto con una como dos manos, era todo un símbolo del poder de aquel bastardo. Los símbolos eran importantes pues otros candidatos podían ser herederos legítimos con sangre o con papeles pero el bastardo tenía el castillo y la espada de la familia, tenía el poder y para los piadosos ese era un símbolo que marcaba su propio derecho a gobernar.
-Nos uniremos a su causa- dijo el padre de Eideen, mostrando aun ciertas dudas pero con cierta confianza, siguiendo el consejo de su hija y la visión de aquella espada, que parecía haber convencido a todos los presentes que, uno a uno, comenzaron a mostrar su lealtad.
Los nobles tenían mucho simbolismo por lo que aquellos que estaban mas convencidos en la causa de este joven señor se levantaron para inclinar su rodilla ante él y el resto, simplemente, mostraron sus respetos y sumisión con cortesía.
-¿Que pensáis hacer con Baisus, señor?- hablo, con educación y cargada cortesía, un joven señor de las fronteras del Linde del Bosque Sangriento, Eideen no conocía su nombre pero si el de su casa y sus emblemas (un dragón azul surcando un fondo amarillo) pues eran los Egmont- Esa maldita bestia ha atacado mis aldeas y quemado mis campos, hemos perdido casi la mitad de la cosecha- Los dragones eran típicos en los símbolos heráldicos de las tierras del norte. Cuentan que al principio las casas más antiguas se ponían en su escudo un dragón por cada bestia que mataban pero, con el paso del tiempo, todos se ponían uno o más dragones para demostrar su pureza de sangre y valía, fuera o no cierto esto.
Los Egmont, por lo que sabía Eideen, eran una casa poderosa pero no muy rica, vivían de las cosechas y solían haber luchar en muchas guerras y conflictos pero en las últimas generaciones habían preferido vivir de las rentas y en paz que de la sangre y la espada.
-Lo mataré con esto- dijo el joven bastardo poniendo sobre la mesa una espada, la de su padre, que era sin lugar a dudas un arma preciosa, digna de todo un gran señor. Aquella espada tenía un filo rojizo, como todo en aquel castillo, pero brillante pues parecía tener luz propia. Tenía inscripciones en la hoja, muy antiguas, que la noble no entendía y la empuñadura parecía de una extraña mezcla de hierro y hueso, unidos, formando en su pomo la testa de un gran dragón- os presento a Matadragones mis señores, antigua espada de mi casa y el orgullo de nuestro linaje.
Eideen no sabía mucho de armas, nunca le habían llamado especialmente la atención pero desde niña siempre había escuchado historia de nobles caballeros que se enfrentaban a grandes dragones por el amor de una dama y que portaban espadas mágicas con las que mataban a la bestia y rescataban a la dama. Esas espadas solían ser conocidas como Espadas de Aenor y había muy pocas, algunos hasta creían que eran objetos de leyenda pero, sin duda alguna, esa era una de las pocas espadas de ese antiguo dios.
- Spoiler:
- OFF: Para más información acuda a
https://mundosparalelos.activoforo.com/t199-los-artefactos-arcanos
Esa espada, larga, manejable tanto con una como dos manos, era todo un símbolo del poder de aquel bastardo. Los símbolos eran importantes pues otros candidatos podían ser herederos legítimos con sangre o con papeles pero el bastardo tenía el castillo y la espada de la familia, tenía el poder y para los piadosos ese era un símbolo que marcaba su propio derecho a gobernar.
-Nos uniremos a su causa- dijo el padre de Eideen, mostrando aun ciertas dudas pero con cierta confianza, siguiendo el consejo de su hija y la visión de aquella espada, que parecía haber convencido a todos los presentes que, uno a uno, comenzaron a mostrar su lealtad.
Los nobles tenían mucho simbolismo por lo que aquellos que estaban mas convencidos en la causa de este joven señor se levantaron para inclinar su rodilla ante él y el resto, simplemente, mostraron sus respetos y sumisión con cortesía.
Creador- Fecha de inscripción : 09/01/2010
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Re: Como sombra
Con cierto disimulo la dama observó la espada de su anfitrión, dirigiendo sus pupilas hacia los presentes y luego pasándolas sobre el valioso artículo. Ni siquiera el nombre de la bestia que estaba horrorizando en las fronteras del bosque sangriento le había interesado tanto, y no por la falta de importancia, si no que para una mujer como ella, cualquier cosa que no le afecte en forma directa no merece inversión del tiempo alguna. Los simbolismos que denotan la grandeza de una casa o persona siempre suelen impresionar, y la visión de aquella magnífica espada no pasaría desapercibida para lo joven que aunque no era buena para las armas había sido bendecida por los dioses paganos de su madre por una notable inteligencia, una que elaboraba planes entre los cuales tal vez podría valerse de esa espada a futuro.
La grandeza era el destino de la dama, ella estaba convencida de eso, un camino largo o corto a dependencia de los recursos de los que fuera haciéndose a medida que avanzaba a su ambiciosa meta inicial, y parte de esos recursos eran, sin duda alguna, los aliados. No se había equivocado al sugerir a su padre una alianza con aquel sujeto, el brillo de aquel artículo arcano parecía confirmárselo cada vez que ella lo miraba en forma furtiva. Eideen se levantó un momento para presentar sus respetos como algunos lo hacían, sin embargo, su orgullo era tan férreo como para arrodillarse como otros.
La noble inclinó respetuosamente la cabeza, colocándose la mano diestra sobre el pecho en un ademán digno de su condición, esperando que todo pronto terminara para que el resto de los presentes fueran retirándose del sitio para así tener oportunidad de hablar un poco más con el señor de la fortaleza. Su padre de ninguna manera sería un impedimento pues bastaría recomendarle hacer buen uso de la ocasión para hablar de comercio con otros señores; su cosecha había sido muy próspera según le había dicho, y una vez que él se ocupara de sus asuntos ella se acercaría a Einarr a quien ya le estaba dedicando algunas sonrisas.
La grandeza era el destino de la dama, ella estaba convencida de eso, un camino largo o corto a dependencia de los recursos de los que fuera haciéndose a medida que avanzaba a su ambiciosa meta inicial, y parte de esos recursos eran, sin duda alguna, los aliados. No se había equivocado al sugerir a su padre una alianza con aquel sujeto, el brillo de aquel artículo arcano parecía confirmárselo cada vez que ella lo miraba en forma furtiva. Eideen se levantó un momento para presentar sus respetos como algunos lo hacían, sin embargo, su orgullo era tan férreo como para arrodillarse como otros.
La noble inclinó respetuosamente la cabeza, colocándose la mano diestra sobre el pecho en un ademán digno de su condición, esperando que todo pronto terminara para que el resto de los presentes fueran retirándose del sitio para así tener oportunidad de hablar un poco más con el señor de la fortaleza. Su padre de ninguna manera sería un impedimento pues bastaría recomendarle hacer buen uso de la ocasión para hablar de comercio con otros señores; su cosecha había sido muy próspera según le había dicho, y una vez que él se ocupara de sus asuntos ella se acercaría a Einarr a quien ya le estaba dedicando algunas sonrisas.
Eideen- Fecha de inscripción : 08/03/2012
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Renombre : Desconocido.
Re: Como sombra
Uno a uno los nobles de la sala, unos diez, se fueron presentando ante el Bastardo de Sangre- apodo por el que se le comenzaba a conocer a Einarr aunque a él no le gustaba demasiado- para mostrar sus respetos y sumisión. Su propio padre, al aceptar el señorío de Hensir, hincó la rodilla en el suelo e inclinó su cabeza, con cierta dificultad por su edad, para mostrar su devoción hacia él.
Habían sido de los últimos en presentarse ante él pero el gesto de Eideen no pasó desapercibido por su padre que, rápidamente, intentó disculpar a su hija diciendo:
-Perdonad a mi hija señor... Su juventud hace que no vea con claridad las cosas- dijo para intentar que su señor no se molestara ante la falta de tratamiento que esta había mostrado.
Einarr, con un simple gesto de su mano, disculpó al viejo señor y con otra leve inclinación de cabeza, con su mano derecha abierta hacia la joven, la invitó a acompañarle diciendo:
-Por favor, señor Drachenblut ¿ tengo su permiso para dar un paseo con su hija por el castillo?- su voz sonaba clara y suave, convincente y educada pero a la vez cargada con un aire señorial imposible de rebatir.
-Cla...claro, señor, pero me gustaría cenar con ella esta noche...
-No se preocupe, se la traeré.
Estas situaciones, que no le gustaban nada a Eideen, eran muy incómodas pues los nobles tendían a hablar con ella en su presencia como si no estuviera pero en el fondo había ganado lo que había buscado, tenía el interés de Einarr.
Su espada, bella y valiosa, descansaba ya en su cinto y, curiosamente, siempre tenía una mano apoyada en su empuñadura, como si estuviera siempre atento, siempre alerta, incluso en su propio castillo.
Si Eideen no podía alguna pega, en contra de los deseos de su padre, iría con el joven señor a dar un paseo por el castillo y así podrían hablar de muchas cosas...en la intimidad.
Su señor padre, mientras tanto, se dirigía ya hacia con el resto de los nobles para hablar de asuntos de dinero... Cosechas, seguridad de camino, tasas y demás temas que se le daban de maravilla pues toda la falta de autoridad de cara al publico y de cara a su casa la compensaba con un instinto para los negocios descomunal. Un instinto que había hecho que los Drachenblut duplicaran su patrimonio durante el gobierno de su padre.
Habían sido de los últimos en presentarse ante él pero el gesto de Eideen no pasó desapercibido por su padre que, rápidamente, intentó disculpar a su hija diciendo:
-Perdonad a mi hija señor... Su juventud hace que no vea con claridad las cosas- dijo para intentar que su señor no se molestara ante la falta de tratamiento que esta había mostrado.
Einarr, con un simple gesto de su mano, disculpó al viejo señor y con otra leve inclinación de cabeza, con su mano derecha abierta hacia la joven, la invitó a acompañarle diciendo:
-Por favor, señor Drachenblut ¿ tengo su permiso para dar un paseo con su hija por el castillo?- su voz sonaba clara y suave, convincente y educada pero a la vez cargada con un aire señorial imposible de rebatir.
-Cla...claro, señor, pero me gustaría cenar con ella esta noche...
-No se preocupe, se la traeré.
Estas situaciones, que no le gustaban nada a Eideen, eran muy incómodas pues los nobles tendían a hablar con ella en su presencia como si no estuviera pero en el fondo había ganado lo que había buscado, tenía el interés de Einarr.
Su espada, bella y valiosa, descansaba ya en su cinto y, curiosamente, siempre tenía una mano apoyada en su empuñadura, como si estuviera siempre atento, siempre alerta, incluso en su propio castillo.
Si Eideen no podía alguna pega, en contra de los deseos de su padre, iría con el joven señor a dar un paseo por el castillo y así podrían hablar de muchas cosas...en la intimidad.
Su señor padre, mientras tanto, se dirigía ya hacia con el resto de los nobles para hablar de asuntos de dinero... Cosechas, seguridad de camino, tasas y demás temas que se le daban de maravilla pues toda la falta de autoridad de cara al publico y de cara a su casa la compensaba con un instinto para los negocios descomunal. Un instinto que había hecho que los Drachenblut duplicaran su patrimonio durante el gobierno de su padre.
Creador- Fecha de inscripción : 09/01/2010
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