Acampando en el Oasis

Hacía poco que habían levantado el campamento orco en el oasis, un conjunto de pequeñas tiendas de fieltro se extendía entorno a las escasas palmeras y los pozos de agua del oasis en busca de sombra y agua con la que refrescarse. Era un campamento destartalado, pero alegre de una de las tantas tribus orcas que rapiñaban a las caravanas del desierto.

Los orcos hacian un corrillo grande vitoreando y apostando lo que habían rapiñado en la última batalla, también había humanos mercaderes o ladrones no se sabía muy bien , pero más lejos de lo que fuera que estaban animando los orcos que eran demasiado fuertes y los humanos demasiado prudentes para molestar a aquella turba, los gritos de los guerreros resonaban por el campamento. Tan altos y fuertes que al final acabaron despertando de la siesta al jefe, sonó un rugido en la tienda más grande, la que estaba bajo la palmera y la figura del lider salió entre blasfemias y gruñidos

No le costó demasiado abrirse paso entre los orcos que o se apartaban o eran empujados por Ulkar, cuando llegó a observar: Encontró una pelea entre dos orcos que estaban abrazados en el suelo soltandose puñetazos en las costillas y cabezazos. Ulkar respiró profundamente intentando acaparar el aire como si estuviera cansado, seguramente fuera a parar aquello como un buen lider que evita las peleas entre sus hombres y dijo...

Spoiler:

Despues de un rato de golpe y risotadas de los demás orcos, la pelea terminó quedando los dos orcos llenos de moratones y golpes, había sido un buen entretenimiento para los chikoz y Ulkar aunque había perdido el gordo por el que había apostado no había perdido dinero por ser el líder y por ser el más berraco de los orcos de la tribu.

Al final todo se calmó y los orcos volvieron a sus cosas, ya habían pasado las horas de más calor en el desierto y era hora de ponerse en marcha tal vez hubiera alguna caravana a la que saquear o algo que hacer, Ulkar hizo tocar el tambor de reunión y uno de los orcos aporreó el tambor con brío haciendolo retumbar por todo el campamento mientras que los orcos se armaban y preparaban detrás del tamborilero y el portaestandarte, un estandarte de color rojo sangre con runas y glifos grabados en el y hecho con la piel de un humano

La procesión de orcos recogió el campamento y cargó las cosas a sus espaldas, en cabeza Ulkar con el tambor y el portaestandarte a su lado, le gustaba el sonido de los tambores, si por el fuera todos sus orcos marcharían con un tambor haciendolo sonar, más ruido, más ruido como una batalla algo ruidoso y caótico de verdad

-!Vámonoz, zeguramente habrá algo que hacer por aquí cerca!

Los orcos se pusieron en movimiento entre gruñidos y blasfemias, la mayoría dirigidas hacia el calor que seguía haciendo en aquel maldito desierto, pero estaban felices de ir en busca de algo de diversión, ver manporros no es lo mismo que darlos, darlos es más divertido

Ulkar vió correr a sus orcos hacia el oasis con rapidez, corriendo por entre las dunas, es lo que tiene comandar orcos, que nunca sale como uno quiere, no era la primera vez que corriendo hacia un oasis eran emboscados por un grupo de bandidos y perdía a unos cuantos de los chikoz, todo por esa mania de "!!Maricón el último!!" de la tribu(Ulkar solía ser uno de los primeros en decirlo y llegar) una vez echan a correr es dificil pararlos a todos y reagruparlos, Ulkar tenía que pensar algo...

Los demás orcos aún no estaban lejos, el caudillo vió a uno de los orcos que se había estado peleando por la mañana tal vez sirviera

-Sabez que ha dicho eze de ti?- Señalando para el otro pugil mañanero

Al orco se le inyectaron los ojos en sangre y comenzó a echar espumarajos por la boca

-¿!!Que?!!

Ulkar puso su mano cerca de su boca como para contar un secreto pero diciendolo a voces

-!!Que no tienes webos a volver a pelearte con el!!

La reacción del orco no se hizo esperar, los dos orcos chocaron el uno con el otro, los petates cayeron rodando por la duna y los dos orcos comenzaron a gritar y a golpearse, dandose patadas, puñetazos, codazos en la boca

-!!!PELEA!!!VENIZ CHAVALEZ!!!

Los orcos comenzaron a correr de vuelta hacia donde se encontraba su lider, mientras que los dos orcos se peleaban, Ulkar sonreía satisfecho mostrando sus enormes colmillos, mientras sus muchachos venían corriendo hacia "el" o bueno mejor dicho hacia donde el estaba

"¿Trompetaz para llamar a la tropa?Eztoz Humanoz que cozaz tienen..."- Pensó Ulkar mientras reorganizaba a sus muchachos

Ulkar escupió un espumarajo verde a la arena que humedeció la arena, un salivazo de los que sentirse orgulloso por su grandeza y asquerosidad. Acto seguido miró la batalla, sus guerreros estaban organizados más o menos en lineas, suerte había tenido al organizar a los chicos, Ulkar no entendía esa manía de los humanos de dispararles flechas, que tiene de espcial lanzar palos con punta, si por lo menos fuera una jabalina que empala al contrario...aggg

El caudillo orco se rascó la cabeza, mientras veía descender a los jinetes por la dunas, desenvainó el espadón que colgaba de su espalda, la espada estaba en perfectas condiciones afilada y limpia como una patena hoy sería un buen día de matanza, aunque sería mejor procurar tener pocas bajas, derepente se le ocurrió un plan al ver como un orco empujaba a otro con un escudo

-!!!!Loz que tengaiz lanzaz a primera línea, juntoz y firmez, loz de zegunda y tercera línea apoyad loz ezcudoz en laz ezpaldaz de loz de delante, zi empalan o arrollan al de delante empujar que no pasen nuestra formación, loz demáz ezcudoz arriba que hoy llueven flechaz de punta!!! Tu el del tambor, toca algo bonito!!!

Las flechas surcaron el cielo, cayendo sobre los escudos orcos, los estúpidos que no supieron poner sus escudos arriba cayeron bajo los proyectiles de los humanos, mientras el tambor no cesaba de soltar toscas notas, era como el latido de un corazón, el corazón de un guerrero que se iba acelerando con la cercanía de la batalla.

Otra descarga de flechas, Ulkar tomó a uno de sus subordinados y lo utilizó de escudo protegiendose de unas cuantas flechas que venían hacia el. Los jinetes humanos bajaron sus lanzas y espadas entre gritos mientras cargaban contra las posiciones orcas. El choque fue brutal los orcos fueron arrollados y los jinetes humanos descabalgados por el impacto. Los caballos se encabritaban o pasaban por encima de la formación orca para regocijo de los orcos que no estaban debajo de los animales.

Ulkar comenzó a golpearse el pecho al ritmo del tambor en medio de la formación, a su lado otro orco comenzó a golpear su espada y su escudo, así sucesivamente en las líneas posteriores, como si se tratara de una masa palpitante, un murmullo de gruñidos comenzó a correr por la formación, el momento esperado se acercaba, hasta que al final Ulkar alzó su espada y avanzó hacia delante arrollando a uno de los orcos en el proceso, el murmullo de gruñidos estalló en un enorme y ruidoso grito de batalla, mientras que el jefe corría hacia la batalla

-!!!MARICOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOON EL ÚLTIMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!

Los orcos cargaron contra los jinetes ansiosos por buscar la sangre de los humanos, Ulkar sonreía con los ojos inyectados en sangre mientras soltaba voces y blasfemias, hizo un arco de 180º grados con su espada tratando de derribar a uno de los jinetes o por lo menos acabar con su montura

Cast, un orco bastante menudo y pequeño, aminoro el paso y se rezago de la carga que Ulkar y el resto de su disminuida tropa (Quienes automaticamente cargaron contra los jinetes), su intención era cuanto menos dudosa... tal vez las palabras de Ulkar fuesen las responsables.


Y los orcos chocaron contra los jinetes; 30 masas de verdes musculos se volvieron contra los 12 jinetes; Estos ultimos eran duros y diestros, criados en la arena, duros combatientes... y lo demostraron. Pero eran 12 montados contra tantos fieros orcos, y por ello uno a uno, empezando por el jinete que fue literalmente partido al medio por el tajo de Ulkar, cayeron y murieron por la mano de los orcos; Cobrandose los jinetes la vida de cuatro orcos, aunque fueron en realidad 10 los orcos que cayeron, pues los arqueros, al ver a los orcos en desbanda, abatieron a otros seis.

Y asi estaban las cosas, los arqueros humanos, desde la distancia, apuntaban a los orcos aunque ya sin disparar (Dudaban, tal vez, entre huir o permanecer, o tal vez, quien pudiera saberlo, esperaban, quien pudiera saber el motivo, a que los orcos se movieran hacia ellos)

Aproximadamente una veintena de orcos, extasiados, se mantenian en sus sitios, observando a los arqueros con la lujuria de la masacre, y luego a su cabecilla, como esperando a que les permitiese atacar, a que liberase las cadenas de aquellos perros de guerra para sembrar la discordia en los fragiles humanos.